Capítulo 1: QUÉ SON LAS ALMAS GEMELAS

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-¿Y eso es lo que te vas a poner para la reunión con el rey?- preguntó Elías desde el marco de la puerta de mi habitación, él ya se había preparado, estaba impecable con ropa tradicional de nuestro pueblo. Llevaba un pantalón azul oscuro simple y una chaqueta del mismo color pero con detalles dorados en los bordes de las mangas y en el cuello. 

-No sé, estoy entre este o este- le mostré dos monos , uno era azul claro simple y el otro era el mismo diseño pero negro. 

-No, no, no- Elías se dirigió directamente a mi armario y se pone a rebuscar

-¡Venga!, si, tu como en tu casa- 

-Si no fuera por mí irías a todos lados con ropa de entrenamiento- señaló a las prendas que yo había elegido y sonrió- Por cierto, ¿ qué tal todo con Gabriel?, ¿ sigue tan pesado como siempre-

-Agggh, de verdad, nunca has cruzado con él ni una palabra-

-Suficiente-

-Bueno, pues no es el elegido, lo cual está bien-

-Ya sé  que no es tu alma gemela- me dedicó una mirada enigmática, como si supiera algo que yo no.- Si seguís por ahí, es posible que uno de los dos acabe herido-

-No veo por qué, solo nos divertimos un poco- después de un rato le volví a mirar- sabes, creo que él está cerca, muy cerca-

-¿Ah si?- dijo arqueando una  ceja- 

-¿Qué se siente cuando se ve por primera vez?- pareció pensarlo, era una de las cosas de él que me gustaban, pensaba bien su respuesta para dártela lo más sincera y certera posible, nada de lo que decía era porque sí

-En cuanto lo veas lo sabrás, se siente como si esa persona estuviera conectada a ti, dejas de ver todo lo demás, y lo único en lo que te puedes centrar es en él, en su manera de moverse, en los gestos que hace, en su cuerpo y su cara, en cómo habla...

-¿Como es que sabes tanto sobre esto?- estaba verdaderamente sorprendida-

Él tan solo sonrió y sacó un traje pantalón del armario- ¡Este!- era un traje de seda negro, tenía ribetes dorados por todo el  conjunto, era elegante y bonito

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-¡No es así!, tiene que haber más hombres en la salvaguarda, y los oficiales estarán aquí- señalé el mapa, que pandilla de inútiles. El rey no se dignaba a presentarse y habíamos acabado haciendo una reunión normal, teníamos este tipo de reuniones todas las semanas, y no fue difícil tener otra.

Seguimos así por otras tres aburridas horas hasta que vieron que el rey no se presentaría. En cuanto abandonamos la sala me despedí de todos los ministros y salí a pasear por los jardines para tomar un poco el aire. Fui a los establos y me monté en Priscilla, mi preciosa yegua negra, me encantaba montar en ella, ya no se extrañaban de verme por allí

-.¡Arre!- sonreí sintiendo el aire en la cara mientras galopaba, después de un tiempo até a Priscilla y me senté a su lado por encima del lago que se encontraba sobre el campo del castillo

Al cabo de un rato sentí un destello en el pecho, el corazón empezó a latirme más rápido de lo normal y me encontré mirando en todas direcciones, ¡ay dios, está aqui!!

Me volví, y allí parado detrás mía observándome fijamente se encontraba un hombre joven, de uno veinte años, su cabello era negro azabache, y profundos ojos azules oscuros, casi negros, a través de la ropa se podía percibir un pecho trabajado. Vestía un traje dorado con cantidad de detalles dorados por todo el traje, y en el centro de su chaqueta una insignia con una brillante corona negra, oh, no podía ser que fuera, pero esa corona, ¡oh, oh!, ¡era... el rey de Printland!

Almas gemelasWhere stories live. Discover now