PARTE VIII: TIEMPO.

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A la mañana siguiente, Oliver se despertó con el sonido de una guitarra rasgando unas notas. Y por más que quiso hacerse creer que había abandonado el mundo de los sueños y que su hermano mayor no estaba tocando las notas de "Here comes the Sun" de The Beatles, tuvo que sentarse en la cama y darse unos ligeros golpecitos en las mejillas para confirmarlo.

Sus ojos dieron con el calendario a su lado.

Junio del 2022.

Era imposible que su hermano estuviera ahí, no después de que hubieran dejado de tener conexión hacía tantos años luego de que este se hubiera mudado a USA. Y era imposible que Albert estuviera hablando solo, ¿Con quien...?

—¡Mierda! —Gritó, casi arrastrándose hacia la silla que tenía a un lado. ¿Con quién hablaba Albert? ¿Acaso había venido alguien? ¿Alguien lo había conocido? ¡Mierda, mierda, mierda! Sus manos fueron frenéticas a cualquier cosa que pudiera ponerse encima para pasar el frío y cuando pudo por fin subirse a la silla, se movió con esta a toda velocidad hacia el salón, desde donde venía un exquisito olor a desayuno recién preparado. —Albert, ¿Qué...?

Sin embargo, su voz se cortó en el mismo momento que vio a las dos personas que estaban sentadas a un lado del príncipe de cabello despeinado, una enfermera con una espesa cabellera y otra niña con un pañuelo en su cabeza, las dos mirándole de forma radiante.

—¡Escritor!

—¡Oliver!

Tanto quien había sido su enfermera como Sadie se abalanzaron a él, como si fueran viejas amigas. El escritor tuvo que carraspear para que le soltaran, aun con los nervios a flor de piel porque no entendía el motivo de esa visita y mucho menos entendía por qué es que parecían tan cómodas junto a Albert, que no paraba de tocar las notas repetidas de "Here comes the Sun".

—¡Albert nos ha dicho que estaba durmiendo! —Habló la mayor.— Así que no quisimos interrumpir...

"¿Albert?"

—¿Estás bien? —Su pregunta, ignorando por completo a las dos chicas, fue específica para el príncipe, que le sonrió de la misma forma que siempre. Oliver sintió que el corazón se le detenía.

—¡Por supuesto, escritor! Las princesas han sido muy amables de venir a visitarnos hoy...

"¿Princesas...?"

Su mirada ahora fue específicamente a Sadie, que le sonrió de una manera tan cómplice que Oliver casi se da con la mesa en la cabeza si hubiera podido.

Esto está mal, está muy mal, jodidamente mal. Las cosas pueden terminar muy, muy mal...

—Si, que bueno que las princesas hayan disfrutado de tu presencia —La sonrisa fingida apareciendo otra vez en su rostro — Pero ahora deben irse...¿No? Es tarde.

—¿Irse?

—¿Irnos?

Los tres parecieron mirarles de la misma manera, como cachorros que han sido regañados, sus ojos cargados de pura lástima. Oliver solo resopló.

—Si, deben irse.

—Pero las princesas prometieron llevarnos a una feria del pueblo ¡De seguro será divertido!

El escritor podía sentir la vena de los nervios palpitando en su frente cuando escuchó aquellas últimas palabras salir de la boca de Albert. Iba a matar a Sadie, estaba seguro de ello, ¡¿Cómo que salir?! Ni siquiera se sentía capaz de enfrentar a cualquier otra persona que no fuera su personaje y ellas querían llevarlo a uno de los sitios más concurridos de la ciudad. O estaban locas o estaban locas, definitivamente. Y él no iba a prestarse para ello.

Write me. (Historia corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora