PARTE XII: ÚLTIMO DESEO.

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El sonido de la máquina que vigila el corazón de Oliver Tekken es cada vez más pausado. Albert se ha dormido con la cabeza en la camilla, con la boca abierta y el cabello desordenado. Le ha dado las buenas noches a Oliver, haciéndole prometer que se verán cuando despierte, todo antes de caer inconsciente allí, con la saliva saliendo de sus labios y perdiéndose en las sábanas. El escritor no puede evitar sonreír, mirándole con cierta parsimonia durante todos los minutos que duró esa silenciosa despedida.

El sabor de los labios de Albert aún está presente en los propios. A Oliver le hubiera gustado besarlo un poco más, aunque sabe que eso no estaba ni estará nunca escrito en la historia. Sus manos se aferran al cuaderno de los deseos, abriéndolo en la página en blanco que lo saluda mientras quien hace que su corazón aún continúe latiendo, duerme ajeno a lo que sucede.

"No desperdicies tu deseo, Oliver".

La voz de Emma otra vez en su cabeza, lo hace mirar hacia el cielo. No se veía nada a través de esas ventanas y todo, todo se hacía muy lento en ese momento. Un invierno horrible, sin duda alguna.

"No lo estoy desperdiciando. Solo espero que no me odies cuando esté allá otra vez. Mi tiempo se ha cumplido y Albert necesita volver con quienes lo aman, yo más que nadie sabe lo que es estar solo en un mundo cruel como este".

—Gracias, Albert. —Susurra, entonces. La imagen de Emma desaparece otra vez de su cabeza y Oliver la siente como si fuera una despedida. Ella ya no está ahí, tampoco lo está Kamm. Solo es Albert y él, en una pequeña habitación de un hospital.

Solo son ellos dos de ahora en adelante y por los pocos minutos que quedan. —Conocerte fue lo mejor que me pudo haber pasado antes de morir.

Entonces, él sonríe, aferrando el lápiz tan fuerte porque sabe que esas serán los últimos trazos que hará. Y aunque duela, aunque solo sea capaz de escuchar el tic tac del reloj y las luces de mala calidad del hospital, aunque por su mente no paren de pasar las imágenes que han creado la historia más interesante jamás contada, sabe que es lo correcto.

Así que luego de hacerlo, simplemente deja el cuaderno en los brazos de Albert y cierra los ojos, esperando, sintiendo como su corazón se acelera tanto que duele, como sus ojos se llenan de lágrimas que ahora Albert no es capaz de borrar con sus pulgares.

La historia había llegado a su fin.

"Y entonces, el príncipe Albert Faulbert volvió a su mundo, allá lejos donde él pertenecía y de donde nunca debió salir, siguiendo con su historia y con sus aventuras y haciendo felices a todas las personas que alguna vez tuvieron la dicha de ver su boba sonrisa" 

Write me. (Historia corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora