21|Sage.

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Antes de leer quiero comentar que es un capítulo bastante larguito, tomense su tiempo y no se desesperen en terminarlo. 🦋

Algo anda mal

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Algo anda mal.

Me siento de golpe al percibir una sensación alarmante, mis cejas se elevan a modo de sorpresa al tener la boca de la pistola apuntando en mi cabeza, la desesperación se apodera de mi interior al ver el rostro de la persona.

—¿Creíste que se habían salido con la suya? —Bob esboza una sonrisa tenebrosa a la vez que quita el seguro acomodando su índice en el gatillo preparado para presionar —. Voy a disfrutar volarte los sesos.

—No, espera...

—Dulces sueños.

—¡No!

Cierro los ojos con fuerza como si sirviera lo suficiente para sentirme invisible, sin embargo, vuelvo abrirlos notando que solo ha sido una terrible pesadilla. Siento la garganta seca y la frente sudorosa, me aparto la sábana a toda prisa poniéndome de pie, los latidos de mi corazón son irregulares.

La puerta del baño se abre enseguida, giro encontrándome a Hanssen medio adormilado tallándose el ojo con los dedos, al ver que estoy despierta se detiene en seco y entrecierra los ojos.

¿Por qué tiene que ser jodidamente sexy hasta adormilado?

—¿Qué sucede? ¿La monstruación ya te llegó? —reacciona llegando frente a mí —. ¿Necitas algo?

—¡Se llama menstruación no monstruación!

Lo sé, pero admite que es una buena sugerencia —sonríe divertido —. Solo quería hacerte reír al ver tu expresión de espanto, ¿y bien?

—Tuve una horrible pesadilla con ese tal Bob —pongo mala cara cruzándome de brazos —. Me estaba apuntado con la pistola y... bueno desperté. Como odio las armas.

—Las pesadillas comenzarán a ser parte de ti, Mako.

—Vaya, gracias por las palabras de alivio, deberías hacerlo con más gente así te ganas un puñetazo.

Le miro de mala gana. Aprovecha para adherirme a su pecho y escanearme el rostro.

—No quiero ser negativo, pero es que así son las cosas cuando te ves involucrado en un lío, mariposa —traga saliva para continuar —. Mis pesadillas se repiten todas las noches que ya no puedo soñar algo diferente para variar y olvidarme del malestar.

—¿Qué clase de pesadillas tienes? —abro los ojos.

—Todas tratan de torturas que me obligaron a pasar, los experimentos más que nada y el que más odio es donde estoy encerrado en una cápsula entre el agua sin poder respirar y con dolor agudo en los oídos —sus labios plasman una mueca al desviar la mirada hacia otro punto —. Por eso le tengo temor a los sitios como albercas, lagos y hasta la tina, aunque ya no mucho cuando la compartimos.

Un deseo prohibido #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora