Amigo Cristian se casa

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La presa estaba en el lugar perfecto, sin imaginarse lo, sin pensarlo, sin creer que estaba siendo casado, vigilado acechado. Era el siervo más grande que había visto y para hoy que en la temporada de invierno la caza de siervos es muy alta es imposible encontrar uno. Preparé mi rifle y apunté, sabía que hacer, sabía cómo hacerlo porque ésto siempre lo hacía, desde que aprendí a cazar, nunca se me ha escapado una presa... listo... preparado...calmado...

¡BAM!

¡En el blanco!— Exclamé viendo como el siervo cayó en seco en la fría nieve— Ésto si es un festín, más ahora que será navidad...¿Hun?— "otra vez ese sujeto"— Hacé días que un sujeto de abrigo negro nos estaba vigilando desde lejos, casi nunca podía verlo, pero si podía sentirlo. No me gustaba el hecho de que hubiera alguien cerca de donde vivo y más si se esconde cuando trató de mirarle.

A veces no le permito a los niños salir al patio porque no confío en la presencia de ese sujeto de negro, para colmó me venían recuerdos de cuando era niña, cuando mi padre me enseñó a pelear por si alguna vez llegaba a ir a la escuela del pueblo y me defendía de los niños que me molestarian. Tomando éso como un ejemplo a seguir, decidí entrenar a los niños, según lo que podían hacer ellos entrenaban, pero en lo que más les dificulta era en dónde más le pedía que se esfuercen. Sabía que éso no era común, que yo estuviera de momento entrenando a mi hijos para nada, algo no me gustaba, y todo había empezado por culpa de ese sujeto

Pensé que sería uno de los aldeanos ya que cuando compre las camas cunas para los bebés se preguntaron si tenía bebés en mi casa, a lo que yo dije que sí y que eran hijos de un familiar que me los había dejado a cargo. Claro que esto no borró la idea y el pensamiento de que porque soy una casi madre, mi madre no fué alguien extraña. Pero cuando pregunté a unos de los ancianos del pueblo que vió crecer a mi padre, este me dijo que nadie se atrevía a ir a dónde yo vivía por miedo a que el demonio de mi madre los maldiga, cosa que me enojo porque hacé tiempo que vienen con éso.

Está vez iba a hacer algo con ése sujeto para que dejara de mirar nos, está vez lo ahuyentare. Apreté el rifle dispuesta a voltear y disparar.

¡Hola, Telaria!—

Mi plan había sido estropeado por Cristian, un joven que conocí una vez que estaba cazando con mi padre, él y su padre aparecieron y nos hablaron, el padre de Cristian era una buena persona siempre nos ayudó a cazar y mientras tanto yo me hacía amiga de su hijo. Lastima que cuando mi padre murió ellos sólo dejaron de venir, los primeros días los esperé para poder cazar juntos, pero cuando los lograba encontrar, él padre solo se alejaba con Cristian mirándome como si se tratara de un bicho raro, no los culpaba, gracias a alguna enfermedad que había tenido desde pequeña, mi piel era casi verde tirando a marrón y ni decir de la altura, mido 1,87, por eso debía estar usando un abrigo que cubría parte de mi cuerpo, la cara con una bufanda ya estaría, pero cuando nadie estaba no la usaba.

Deje de preocuparme por el hecho de que ya no tenía a nadie y seguí con mi vida solitaria y aburrida. La vez que lo volví a ver fue años más tarde cuando estaba cazando y de repente ví un enorme pelaje negro moviéndose por ahí, casi le disparó al ver que se acercaba a mí, si no fuera porque gritó que era Cristian y que venía a verme.

Le pedí que se fuera, que no me gustaba tener a nadie en las tierras de mi padre, él no se reuso pero tampoco dejo la idea en volver y tratar de hablar. Siempre lo echaba a disparos, dos eran suficientes para que se fuera corriendo pero el siempre dejaba algo de queso y carné de res antes de irse. Un día deje que hablará y el me dijo que lo que había hecho su padre fue cruel porque me habían dejado sola a que yo muriera de hambre.

*Flahskba*

Mis padres me prohibieron venir. Ahora que ya soy un adulto puedo venir, en cuanto mi madre no se enteré— Dijo casi en burla

¿Mamá?- De Alienígenas YautjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora