Mi Rosa Negra (Saga Dinastía Gagliano #3) [+21]

I

Año 1,975

Entre extensos laberintos de jardines etéreos, caminábamos uno al lado del otro con el atardecer Siciliano desvaneciéndose lentamente y acentuando su oscuridad sobre cada una de las flores que adornaban trayendo la normalidad a una casa en la que nada lo era.

—Jamás entenderé tu obsesión por encontrar algo que no existe —la sutil sonrisa que había surgido de tan solo imaginarlo, se desvaneció en el instante de escucharle.

—Ya lo hubo una vez, y yo me encargaré de que lo vuelva a haber —me adelanté al ver que blanqueaba los ojos, colmando mi poca paciencia.

—No te enfades, es solo que ni siquiera sabes si esa historia es real, mi amor —escuché sus pasos detrás de mí, en busca de esa atención que no me gustaba prestarle a nadie.

Elena era una mujer de clase alta, hija del socio más importante de mi padre. Su belleza por fuera era deslumbrante, pero por dentro, era un mártir que lograba agotar mi paciencia con tan solo escuchar el chirriante sonido de su voz.

Y, por desgracia, era la mujer que en un futuro no muy lejano iba a desposar.

—¡Hijo, tu padre solicitó tu presencia en su despacho! —cerré los ojos resignándome a ver mi vida pasar a través de ellos—. ¡Ahora!

Vi perderse a mi madre dentro de la casa, siguiéndola e ignorando las burlas de Elena al no poder desobedecerle. La inmensidad de la mansión familiar era sorprendentemente ridícula, siendo clasificada por alas y fácilmente perdiéndote entre los tantos pasillos.

—¿Qué crees que quiera ahora? —pregunté a Cecilio, mi fiel consejero, quien jamás se alejaba de mi lado.

—Quizá ya se dio cuenta que Lucían es un bueno para nada y al fin posará su atención en quien sí vale la pena.

—Si no supiera que estás enamorado de la novia de mi hermano, diría que me estás coqueteando.

—Mejor nos damos prisa que terminará asesinándonos a ambos —sus pasos se aceleraron, desatando mi carcajada.