"Las mejores historias no tienen un final feliz. Todos queremos que la historia acabe como un cuento con rosas y un casamiento con el hombre perfecto. Queremos tener una familia, vivir por mucho y morir sonriéndole a la vida. Pero... lastimosamente no es así. La vida sale de un filme o un libro y vuelve a su realidad. La realidad; la palabra que destruye sueños y promesas. Un lugar donde las esperanzas no existen y las personas mueren.
Creo que los mejores momentos de una vida no son aquellos en los cuales todo es perfecto y las cosas salen a tu gusto; los mejores son aquellos donde las cosas salen mal, aprendes, caes y te levantas; porque levantas la miras y dices "Estoy aquí, aun no me he rendido." Y sigues. "
Anna se repetía esto todos los días. El papel arrugado que se encontraba pegado a la puerta posterior de su espejo, el cual estaba escrito en una tinta ya oscura y borrosa. Su psicólogo y traumologo le había dicho que era muy normal que sintiera añoranza por la vida o no quisiera estar en lugar cercano a la muerte, pero de igual manera le advirtió que ella podría volver sus pensamientos hacia la desmotivación por la vida o el gusto por la muerte. Prácticamente, este sabia todo, pero no podía exigirle un respeto a la vida, mucho menos un amor a seguir condenada a un viaje sin fin.
Un día, cuando Anne ya cumplía cerca de los nueve años, ella le exigió una respuesta al porque de todo lo que pasaba. Kate no tuvo otra opción que empezar a explicarle; se sentaron enfrentándose en el comedor, su madre había temido ese día como ningún otro. Llevo las manos a sus sienes, masajeándolas levemente e intentando no romper en llanto. Anne simplemente la observo fijamente con sus orbes azules, esperando que la voz de su madre invadiera el silencioso lugar. Cuando Kate alzo la vista hacia la pequeña, esta le sonrió dándole algún tipo de apoyo por empezar a hablar. Su madre volvió su vista melancólica a su hija, pensando en cuanto dolor le causaba sobreponer la necesidad de respuestas ante el cuidado del frágil ego de la vida. Romper los sentimientos y sueños de su hija, le hacía pensar en cuantos errores ella había cometido.
"Esto... empezó cuando tenias cinco años. -aclaro su garganta, en busca de la voz que ya estaba faltando.- Te encantaba ir a ese parque cerca de casa, a dos cuadras, donde había tantas flores...-quedo un momento pensando, casi a punto de sonreír a causa de los recuerdos de los tulipanes naranjas. Eran tan especiales para ella como para Anne, un símbolo de algo más que color.- Te iba a levantar por la mañana, llegue, levante algunos objetos caídos, abrí las persianas y me incline sobre tu cama, meciéndote entre mis manos para despertarte. Al ver que no despertabas, te intente hacer cosquillas y toque tu torso, pero inmediatamente te removiste y despertaste quejándote. Alce la camisilla y había un moretón...-hizo una simple replica del tamaño entre sus dos manos.- muy grande. Pero pensé que quizá cuando íbamos al parque, habías golpeado con algo y ya no recordabas, por eso no me habías dicho. Luego rechazaste tus alimentos, que raro me había dicho, siempre comías de todo lo que te daba, pero ya sabes... fue un error, un gran y terrible error. Cuando por fin logre entender que no estabas bien, que todo iba mal y que necesitaba llevarte urgente al centro médico fue cuando caíste por las escaleras, porque habías desmayado. Cuando ingresamos supimos que no sería la última vez... Ahí empezó la rutina, la que ahora conocemos -cambio de tema la madre, recuperando la fuerza en su voz mientras limpiaba algunas lagrimas de sus pómulos con el dorso de la mano.- Ir al médico, buscar una cura, probar medicamentos, sentirte mejor, empeorar, volver al centro hospitalario... y así. -culmino su historia con la mirada gacha, incapaz de transmitirle un ápice de confianza a su hija.-"
Muchas veces, Anne se pregunto ¿Por qué? Busco una solución, algo que quizá fuera tan imperceptible que era fácil de saber pero nunca había detallado. Quiso saber, busco, indago, lloro y por último se resigno. a veces pensaba, que fuera mas fácil estar en la marea y dejarse hundir...
Hundir por el peso la muerte.
Ella no era capaz de entender como al gente le podía decir "Hey, aun hay esperanzas." O "ve el lado positivo a tu enfermedad." Quizá para tantas personas, que tu cuerpo, literalmente, este en proceso de descomposición mientras aun caminas y respiras es vivir, pero para ella no. Era un hecho imposible, que alguien hubiese podido ser tan inhumano de crear el cáncer y no dar respuesta de sus culpas.
Pero aun alguien podría crear esperanzas en ella. Las esperanzas son lo último que ha de quedar cuando el resto se ha ido.
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Un Dolore Imperiale
Teen Fiction"Cierro los ojos y veo mas allá del infinito. Los vuelvo abrir, nada. El cáncer me mantiene unida al mundo y su circulo vicioso de la enfermedad. Llevo 16 años aquí, sin encontrar la respuesta de ¿Por qué?; ¿A qué? aún no lo se, pero supongo que mi...