Ella entreabrió los ojos, cegándose por la luz fuerte que llegaba desde alguna ventana. Su pecho empezó a subir y bajar de forma más rápido, ¿Qué hacía allí? Los recuerdos se agolparon en su mente, destrozando lo poco de razón que tenía en el momento; los últimos vistazos que tenían fecha en su mente, eran de las luces del hospital: el sonido de las ruedas de la camilla contra el mármol, las voces de muchas personas, el llanto de una mujer y luego oscuro. El esfuerzo de mantener la cordura, en medio de la confusión, le hacía pensar que en cualquier momento desmayaría de nuevo. Se incorporo lentamente, con la espalda entumecida de la posición de la cual supuso que llevaba bastante tiempo, a la vez intento abrir y cerrar los puños, dándose cuenta de que unos parches blancos de tela se ubicaban sobre todo el dorso de su mano. El dolor le fue inminente cuando se dio cuenta que un catéter atravesaba de cada mano, alimentándose de una fusión espesa de sangre y suero. Detallo con la mirada los escasos objetos de la habitación: un mueble oscuro de puertas, donde algunas telas sobresalían enredadas del cierre, como si hubiesen metido todo a la fuerza; un sillón de del mismo color y ella. La habitación era tan neutra que los dos objetos negros parecían estar fuera de lugar, resaltando sobre el mármol blanco. Cuando su mente se relajo un poco más, cedió paso a mas información; llevando sus dedos hacia las sienes, masajeándolas para evitar el fuerte dolor de cabeza que le provocaba.
Su nombre: Anne.
Edad: dieciséis años.
¿Porque estaba allí? Cáncer.
Abrió los ojos, volviendo a la realidad. Estaba allí por cáncer, un hospital, al este de Ohio. Pronto se arrepintió de haber recordado porque estaba allí. De golpe, algo así como un Déjà vu de su vida pasada se volcó sobre ella. Llevaba diez años así, siempre retornando al punto sin partida ni final. Al mismo circulo vicioso, donde la enfermedad y la vida tocaban una parte y de allí nacía el sufrimiento. Descolgó sus piernas de la camilla, tocando con sus pies descalzos el frio piso, mientras tomaba una de los envases de suero que estaban colgados junto a su camilla y se conectaban en sus muñecas, para luego encaminarse hacia la puerta. El presentimiento de estar allí le llevaba un mal recuerdo, de modo que con más razón deseaba salir de ese lugar.
No sabía que paso, ni quería averiguarlo. Ya era suficiente con saber que su vida pendía de un ligero hilo; el cual en cualquier momento podría romperse. El cáncer llevaba rondando su interior casi desde el nacimiento y no se detendría hasta que se la llevara. La leucemia era algo así como una vida dentro de otra vida. Este circulaba a través de su sangre, a través de sus músculos, de sus huesos, de todo. Muchas veces, las personas tenían la suerte de poder controlarlo hasta el punto que casi desparecía, pero el momento en que la familia de Anne pudo empezar a combatir contra esto ya era tarde. Este había empezado a destruir órganos importantes y a la vez, por fuera, extrayéndole la vida a una pequeña. Era simple y sin problemas, empezaba a deteriorar la sangre, para luego llegar a los punto claves donde esta circulaba y luego continuaba con la medula, hasta terminar en el corazón o incluso en alguno de los pulmones, asfixiándola no solo de manera literal, sino con el peso de la vida.
Se acerco a paso lento, aun con la mente enredada entre todo el follaje de ideas y pensamientos, llegando a la puerta. Cuando observo por el pasillo, decorado con más color que las habitaciones, distinguió ese olor... casi tangible que tienen los hospitales; que son una mezcla entre el medicamento, el polvo de limpieza y la comida; que se colaba por toda la extensión. Camino, haciendo un ruido sordo de las pisadas rápidas en busca de algo, aunque no supiese exactamente que deseaba. Mantuvo la vista fija en el final del pasillo, donde se supone que estaría el puesto de enfermeras. Al otro lado del corredor, había una puerta blanca, de donde provenían varias voces, pero estaba segura que allí no estaban las enfermeras... aunque le causo curiosidad.
Curiosidad hasta que algo en su camino, la hizo virar la vista al frente y perder el equilibrio.
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Un Dolore Imperiale
Teen Fiction"Cierro los ojos y veo mas allá del infinito. Los vuelvo abrir, nada. El cáncer me mantiene unida al mundo y su circulo vicioso de la enfermedad. Llevo 16 años aquí, sin encontrar la respuesta de ¿Por qué?; ¿A qué? aún no lo se, pero supongo que mi...