El Niño

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Primer lugar, historia corta

— ¡Orden en la sala! La sesión va a empezar, —

El martillazo se escucha por toda la habitación, retumbando en mis oídos. —El querellado está siendo acusado de abuso físico hacia su hijo adoptivo. La custodia del mismo está siendo pedida por los servicios sociales. Querellado, ¿cuál es su nombre y cómo se declara? —

La jueza mira hacia mi dirección, y tomo un suspiro. —Adrián Casal. Me declaro inocente, su señoría. —

Desde mi asiento, logro escuchar al preadolescente en las gradas reírse entre dientes.

Espera, espera, espera. Debes de estar muy confundido, ¿no? ¿Qué podría haber pasado para que me encuentre en un juicio por mi hijo adoptivo, y cómo es posible que me considere inocente? Bueno, es una historia complicada. No muy divertida, al menos para mí. Pero deberíamos empezar desde el inicio, hace apenas varios días.

— ¿Es su hijo? —la cajera mira al preadolescente, con una sonrisa amplia. —Oh, hey, chico. ¿El chocolate es para tí? —

—No, es para mi víctima de esta noche. No puedo comer ningún tipo de alimento, como sea. —él devuelve la sonrisa sarcásticamente.

Sí, muy niño no es. Su nombre es Arthur, aunque a veces lo llamo "dolor de cabeza".

Doy mi mejor sonrisa a la cajera confundida, agarrando mis compras. —Lo siento mucho. ¿Prepúbers, no? Siempre dramáticos. —rápidamente salgo de la tienda, arrastrando a Arthur detrás mío.

Cuando no hay nadie cerca, le pellizco el brazo. — ¿Cuál es tu problema, idiota? —

El chico simplemente se encoge de hombros, sonriendo sin vergüenza. —Me tengo que divertir de alguna forma, ¿no? —

Verás, Arthur podrá parecer tener como doce años, pero no te dejes engañar. Me atrevo a decir que él vió al imperio romano subir y caer.

Ambos somos lo que llamarías vampiros. Hace unos cuarenta años -cuando yo apenas tenía veintiséis- el molestoso de Arthur decidió morderme y convertirme. A partir de ese día, vivir junto a él es incluso peor tortura que ser inmortal.

Yo tuve la suerte de ser transformado como adulto. Él no fue tan suertudo. No sé cuándo, ni cómo, ni por quién fue transformado; lo único que sé es que sin ayuda adulta no puede hacer nada, y que ya que él me transformó, estoy obligado a ayudarle.

Pero a veces me dan ganas de simplemente volar hacia el sol.

—Un día de estos me vas a meter en problemas, por Dios. —

Llegamos a nuestro apartamento compartido; Arthur inmediatamente se va a su habitación (cueva, más bien) y yo me quedo solo en la cocina, organizando las compras.

Los papeles pegados a la nevera, los cuales todos los días me recuerdan a mis errores, atrapan mi mirada y decido repasarlos.

Son nuestros documentos; las identificaciones de nuestras identidades actuales, información que es parte de nuestras personas falsas, y los papeles adoptivos de Arthur. Aún no entiendo cómo logramos salirnos con esa, ni cómo daremos explicaciones de su edad o crianza en un futuro. No es como que importe mucho, en cualquier momento podemos escaparnos a otro país y crear otra identidad.

Pero estoy cansado de escapar.

A media noche, Arthur sale a hacer no sé qué. Probablemente a buscar alguna víctima. Yo soy un vampiro con dieta diferente, por cierto. No me gusta la idea de beber sangre de humanos todas las noches, así que simplemente tengo comidas ricas en vitamina D. Arthur es muy anticuado (probablemente te habrás dado cuenta) así que él se va por la ruta más violenta. No estoy de acuerdo, pero lo tolero.

From the Literary ContestWhere stories live. Discover now