ㄑ 1 D1D TH1S !!

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Odio matar, es tan repugnante.

Naoko no podía entender cómo algunas personas lo hacían por diversión, quitando la vida a alguien solo por qué querían. Matar es lo peor que se le ocurre hacer a Naoko, pero cuando se trataba de Ran no podía resistirse. La femenina se dijo a si misma que nunca se perdonaría si mataba a alguien, pero está vez y todas las demás, eran por Ran. Era diferente, es y será por amor. Todo lo que se haga por amor está permitido.

Dejo escapar un grito cuando el cadáver, del antes vivo, cayó del suelo. Un ruido sordo resonó a su alrededor.

Naoko apuñaló el torso del sujeto varias veces asegurándose de que no hubiera posibilidad de que sobreviviera. Su sangre caliente se filtro a través de su ropa, mancho todo si cuerpo y el agua debajo de el. El color era carmesí brillante, incluso bajo las ásperas luces de la calle que daba a aquel callejón. Era del color de las flores que Ran le dio a su gatita: Naoko.

La bilis subió por su garganta pero la volvió a tragar, Naoko tenía mucho asco.

Hice esto.

El cuerpo se veía helado: sus ojos aún estaban abiertos, su boca tiro de sus comisuras en un celo agonizante. Una mirada de horror y miedo plasmó en el rostro de Naoko.

Hice esto

Se sintió disgustada, ya no era humana. Acaba de quitar una vida. En el momento que alguien mata a un humano, pierde todos sus derechos, ya no es una persona. No tiene corazón.

Aún que matar está mal, a pesar de las costumbres, Naoko sabía que estaba bien, ella misma se lo prometió esa noche.

[...]

—Estoy lista para matar por ti, Ran — Su ojos habían cruzado. Una pequeña sonrisa se asoma en el rostro de Ran.

— Naoko, querida, te va a encantar este juego — Susurro, su voz ahora era baja y seductora.

[...]

Recordar aquella noche le ayuda a calmarse y a sentirse mejor. Incluso ahora, a pesar de lo que estaba frente de ella.

Unos pasos silencioso se hicieron cada mes más fuerte detrás de Naoko, sin embargo no podía voltear a mirar quien era, el miedo la volvió a consumir; sus ojos estaban enfocados en el rostro del pobre cuerpo yaciendo en el suelo.

Debe de tener una familia. Parecía de mediana edad. Podría haber tenido niños esperándolo en casa.

La mente de Naoko parecía dar vueltas: las luces a su alrededor se comenzaron a difuminar, el rostro del hombre volvió hacia ella. Un sentimiento inquietante volvió a ella.

Hice esto. Hice esto. Hice esto.

Algo cálido y sólido descanso sobre su hombro sacándola de su trance, pero no del todo. Giro su cabeza ligeramente con los ojos fijos en la mano que tenía en el hombro, tal mano recorrió sobre su espalda para llegar a rodear su cintura.

— Buen trabajo Naoko. Lo hiciste bien — La elogió con una voz dulce pero ronca. Sintió al dueño de la voz acercarse más al punto de sentir su aliento chocando con su oreja. — Estoy orgulloso de mi gatita, puede que tenga que recompensar tal acción — Susurro.

Su “gatita”. Naoko era gatita de Ran. La femenina sonrió a tales elogios, la validación que sintió fue genial.

Ran dio un paso adelante, su mano dejo la cintura de Naoko. La piel donde anteriormente había sido tocada grito de lujuria, anhelaba ese toque, la sensación de las manos masculinas de Ran en su pequeño cuerpo femenino; su presencia acechaba en su piel mientras  el daba un paso adelante más vez cerca del cadáver.

Ran levanto el pie y pateo al cadáver, dándole vuelta. Naoko se volvió a sentir mal, el cadáver estaba ahí por qué lo mató, le quita la vida, cuando se suponía que no debía hacerlo. El pobre no siquiera estaba en la lista de asesinatos de Ran.

Ran lo quería muerto por qué me miró. Ran me ama. Ese es el amor. Eso es.

La pequeña ya no quería hacer esto. Miro como el masculino se inclinaba metiendo la mano en los bolsillos del hombre. Su traje de tres piezas brillaba levemente a la luz blanca. Naoko avanzo lentamente cerrando la distancia entre los dos, pero no del todo.

— Ran...

El no nombrado no miro arriba, sus manos todavía estaban hundidas en los bolsillos del hombre — ¿Hmm? ¿Que pasa amor?

La mujercita se trago un nudo en la garganta.

No es la gran cosa, lo entenderá

Fue tan aterrador de repente.

— Yo... — Naoko le quería decir que hizo suficiente para demostrar su amor, ya no quería matar más.

Ran suspiro y se incorporó de nuevo quedando a espaldas de la femenina — ¿Tu que? Usa tus palabras.

— No creo que... — No termino la frase. Posiblemente no podría decirle.

Le encanta cuando mato por el. Solo por eso nuestro amor crecerá.

Ran grito sobre sus talones, quedó frente a ella. Sus cautivadores ojos púrpuras brillaron en la oscuridad — ¿Es la matanza?

La femenina asintió con sus ojos mirando hacia abajo, mirando sus zapatos. Ran le hizo limpiar sus zapatos antes que abandonarán la base de Bonten.

— No tienes que hacerlo ¿Sabes? No me importará — Su voz gruesa ahora sonaba suave y cariñosa. Naoko soltó un pequeño suspiro de alivio. — Pero de nuevo — Su voz de enfureció.

Ran cerro el pequeño espacio entre los dos. La femenina negó al tenerlo que mirar a los ojos, aún que podía sentir su mirada fija.

— Mírame — La mujercita mantuvo la mirada fija a sus zapatos lustrados. Ran puso un charco de sangre, ahora los zapatos de la femenina ya no estaban limpios. La mano masculina de Ran tomo la barbilla de Naoko obligandola a enfrentarlo. — Cuando más mates por mi — Dejo caer su rostro cortando poco a poco la distancia entre sus bocas — Más te amaré.

Respiro ondo. Sus ojos se movieron de su ojo derecho al izquierdo. Naoko no pudo soportar el color nítido y la mirada intensa de Ran, así que cambio la mirada hacia sus labios.

— Piénsalo — La mano masculina soltó la barbilla de Naoko y en un instante sus ojos púrpuras desaparecieron remplazandolos por su cabello lila. El masculino se acercó al cuerpo nuevamente.

Se inclino y deslizó la mano por los pantalones del hombres.

Ojalá fuera yo.

Saco su mano para revelar una billetera, se la arrojó a la femenina y saco de su propio bolsillo un paquete de cigarros. Naoko atrapó la billetera con sus manos temblorosas.

— Buen partido, gatita — Abrió la caja y puso un cigarro entre sus labios. Con un mechero lo encendió y volvió a guardar la caja de cigarros tanto como el mechero en su bolsillo. — Quema el cuerpo y cuando hayas terminado estaré esperándote — Su sorteo volvió a ella y le guiño el ojo.

Naoko se quedó ahí, respirando temblorosamente. Lo vio pasar por encima del cuerpo y salir del callejón dejando humo de su cigarro.

Anhelo sus elogios, su validación, su amor. Sin el no podría vivir. Es mejor que cualquier cigarro.

Deslizó la billetera en su bolsillo trasero.

Me amarás, lo harás. No puedo parar ahora, no lo haré. Dijo que me amaría, cuánto más mate más me amará. Haría cualquier cosa por su amor, y con su voluntad me va amar.

Naoko lo amaba tanto que no podía dejar de pensar en el. No era amor, era obsesión.








★̲ 1 D1D TH1S : 𝗥𝗔𝗡 𝗛𝗔𝗜𝗧𝗔𝗡𝗜 !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora