Capítulo 3: Un amigo en este lugar.

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"Un amigo dentro de este pueblo. Raro, ¿No?”

El día de la ceremonia estaba a la vuelta de la esquina y amenazaba con acabar la poca estabilidad emocional que le quedaba. Doyoung corría de un lado a otro, en sus manos llevaba una pesada caja de decoraciones que él mismo había hecho para su hermanito.

No se trataba de cualquier cosa, era una fiesta en la cual la familia entera aprovechaba para presumir con total libertad los dones que se les habían otorgado al nacer, como si no disfrutaran ya de hacerlo a cualquier hora del día. Por lo menos la gente del pueblo era invitada a pasar aquella fiesta en la enorme cabaña para que pudieran presenciar toda la magia que surgía de ahí.

Entre todo el ajetreo terminó pasando frente al gran mural que quedaba justo en frente de la puerta principal, fue inevitable para el sonreír ante la imagen de toda su familia en aquellas épocas donde ninguno de la nueva generación existía. Sí, él también cree que los hijos absorben la felicidad como dementores.

—Kim Minseok —leyó con dificultad (miopía heredada, lo único que heredó al parecer). Siempre le pareció muy extraño que sus familiares omitieran la existencia de su tío, hasta el punto de llegar a cubrir su pintura del gran mural, como si buscaran deshacerse de su presencia. —También mi tío se encuentra aquí y eso que ni lo conocemos, o vive aquí —susurró para sí mismo. —Me estafaron, necesito estar ahí.

—A veces creo que poco a poco vas perdiendo la casi-nula cordura que te queda —se burló Krystal al ver que su hijo estaba en medio de sus delirios mentales, gritándole a una pared. —Deja eso.

—En cada ceremonia aparece el integrante de la familia en su elemento, todo bonito y adornado —Doyoung, con todo su enojo, se dedicó a darle una mordida al pan que su madre le había entregado. —Y no estoy yo, ya dime que soy adoptado. O por lo menos hagan un dibujo ahí, no como los de Taemin, no quiero ser un monito cabezón y deforme.

El adolescente hizo una cara de asco al imaginarse siendo dibujado por su tío, Krystal internamente se burló de su hijo.

Muchas veces el pelinegro pensaba en voz alta y era una diga característica heredada de los Kim, por no decir que todos tenían cierta tendencia a ser muy estúpidos como para decir todo en voz alta. Tal vez por eso mismo los secretos no duraban nada detrás de esas paredes.

—Comprendo el estrés por todo el asunto pero te estás alterando mucho. Y esa pared no permite que nadie escriba sobre ella, mucho menos Taemin que dibuja feo —Krystal apretó las mejillas de su pequeño, dedicándole una sonrisa llena de amor. —Minseok era igual a ti, pero empezó a sentir que no encajaba con la familia y un día nos abandonó. No quiero que eso suceda contigo, sabes que incluso si no tienes un don, aún así eres especial y sigues siendo el mayor de todos los chicos.

—Mami… el cielo se está nublando.

—Cierto —la mujer dió un paso hacia atrás para poder respirar profundamente con el único propósito de relajarse. —A lo que quiero llegar es que… No tienes que demostrarle nada a nadie, porque yo sé que eres muy valiente y que puedes lograr todo lo que te propongas porque tienes esa terquedad heredada de tu padre. Has demostrado ser un niño increíble durante quince años, alguien que ama muchísimo a su familia sin importar que tus primos te molesten cada cinco segundos. No te obligues a tratar de ser perfecto porque se viene la ceremonia.

—Le dices eso al pastelito que te quedó crudo.

—Tal vez debí haber tomado más ácido fólico —Krystal fingió pensar y después dejó un beso en la frente de su hijo. —Eres mi premio, la luz de mi vida, y te amo.

Algo tenía su madre, siempre lo hacía sentir mucho mejor con las palabras que le decía. Tal vez si era cierto que el agua purificaba y su mamá era la viva representación de ello.

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