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Capítulo
UNO







Vienna bajó las escaleras de su gran casa solitaria.

Varios recuerdos felices adornaban las paredes haciendo que el silencio a su alrededor fuese menos inquietante. Sin embargo, no podía evitar que el ambiente se oscureciera debido a la falta de luz natural.

Telas de araña estaban presentes en casi todos los rincones del lugar incluyendo diferentes marcos con fotos antiguas. Ella miraba aquellas imágenes y veía la brillante sonrisa que tenía a los cuatro años, lucía tan feliz al lado de su madre mientras los brazos de su padres las envolvía a las dos en un abrazo.

Actualmente, el hombre no trabajaba. Tampoco cumplía su función como padre, no se preocupaba por su hija y menos la cuidaba. Por lo que, desde los cuatros años, Vienna aprendió a cuidarse por sí misma y a soportar el temperamento de su progenitor. 

Ya sabía que cada vez que su padre levantaba la ceja, era señal de que debía servirle otro vaso de cerveza. Entendió que si ella no cocinaba, no iba a comer en todo el día ya que encontrar algo por su casa para comer no pasaba tan a menudo.

No es problema. Todo estaría bien porque él aún me quiere, ¿no?

¿Así se siente el amor, verdad?

Seguramente era el alcohol lo que hacía que él actuara de esa forma.

¿Verdad?

A medida que Vienna se iba acercando al final de las escaleras, el nudo en su estómago se apretaba cada vez más. Con una mano agarraba con fuerza su maleta, mientras que la otra estaba cerrada en un puño para evitar temblar.

Por lo general, evitaba hablar con su padre. Siempre que podía. Prefería quedarse encerrada en su cuarto, escondida y segura.

Si quería salir, por suerte, en su habitación había un balcón por dónde podía escapar. Voluntariamente, no le pedía permiso porque sabía cómo terminaría; con otro moretón en su cuerpo o algún corte que después se volvería una cicatriz.

En cualquiera de los dos casos, tendría que inventar alguna excusa.

Y ya estaba harta.

Sin embargo, lamentablemente, ese día tuvo que hablar con él. Tenía que avisarle que era momento de irse y necesitaba que la llevara hasta la estación de tren. Lo malo de la situación era que siempre esperaba al último minuto para preguntarle, principalmente porque estaba asustada de hacerlo antes.

Dobló en una esquina llegando a un largo pasillo en dónde, al final, se encontraba su oficina. Era raro que estuviera en otro lado, por lo tanto, Vienna tocó la puerta y esperó.

Segundos después, escuchó su voz.

—¡¿Qué?!

Empujó la manija hacia abajo abriendo la puerta, dando un paso dentro de la habitación.

—Ahh, veo que ya estuviste empacando para volver a esa escuela.—dijo antes de soltar un suspiro irritado el cual se convirtió en tos.

—Mhm, sí... necesito que -

LOVE ME | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora