parte única

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¿Cómo comienza el día de navidad?

Lo más probable es que la respuesta sea positiva en todos los sentidos, estar rodeado de familia, de amigos o simplemente con un espíritu navideño de lo mejor. La navidad es una época muy bonita y cálida para la mayoría de las personas.

Este año no lo es para Harry.

No hay una forma posible en el mundo de que le pueda ir peor de lo que ya le va. Llorar en el baño de un hotel a las seis de la mañana, con su hijo de apenas tres años y dos maletas preparadas esperando en la habitación, no es un buen augurio en absoluto.

Harry se encogió más en sí mismo, sentado sobre la tapa del retrete. Lo único que puede hacer ahora mismo es pensar en lo que hizo mal, el problema es que no sabe qué fue lo que pasó. Intenta acallar los sollozos lastimeros que salen cada dos segundos de una forma patéticamente vergonzosa.

No debería estar llorando, él tiene que ser fuerte por ambos, porque ya no es un niño que puede vivir despreocupado, es un adulto responsable de otra pequeña vida.

El pequeño Mateo es la luz que se ha encargado de iluminar su camino desde que llegó a su vida, es ese pilar que logra mantenerlo de pie en cada paso que da. Pero todo se vuelve más y más fuerte, más doloroso y trágico con cada día que se suma a su vida.

Con una mano temblorosa aparta los rizos que caen en su cara, con el cabello llegándole a la mandíbula y cubriéndole la cara por completo se vuelve complicado hacer algunas cosas, los hipidos se vuelven más fuertes con el paso de los minutos. Se limpia las lágrimas que corren por las suaves mejillas sonrojadas por el llanto.

Una mano presiona en forma de puño la camiseta de dormir que lleva puesta, la otra sobre su pecho en un intento por controlar el latido del desbocado corazón, su rostro convirtiéndose en muecas tristes, con las comisuras de los labios inclinados hacia abajo.

Es difícil respirar, sube los pies de la mejor forma que puede, con las rodillas pegadas al pecho y el cabello cubriendo su cara, intenta esconder un poco toda esa avalancha de emociones que no pueden dejarlo desde hace meses.

Él y Mateo solían vivir en casa de sus padres, una casa de tamaño promedio en un buen vecindario. Todo cambio el día en que sus padres salieron en su noche de aniversario a cenar, todo iba bien hasta que pasaron más de las dos de la mañana y todavía no había señal alguna de su llegada.

Harry se preocupó, salió a buscarlos durante horas, el mundo se vino abajo en el momento en que llamaron para decirle de un trágico accidente automovilístico.

Desde entonces se aferró a su hijo como un ancla para mantenerse de pie, para salir adelante y darle lo mejor. Claramente la vida no quiere que eso pase, hace un mes que llegó una carta a la casa que solía ser de sus padres, un anuncio de que las cosas siempre pueden ir peor.

Una orden de desalojo, al parecer sus padres hipotecaron la casa años antes sin decirle a nadie, dejaron de pagar alrededor de seis meses atrás y eso llevo al banco a recoger la casa ante el fallecimiento de los dueños. Ambos dejaron la casa una semana atrás, Harry logró conseguir un hotel algo barato para pasar las noches ahí.

Como era de esperarse el dinero se terminó pronto, tan solo se trataba de unos pocos ahorros que mantenía intactos en caso de accidentes, sin trabajo y sin dinero se encontró en la necesidad de tomar un puesto de asistente en una empresa mundialmente conocida.

No tuvo apoyo de nadie para entrar, todo lo pudo hacer por él mismo. Con el pensamiento de tragedia aun en la mente se dio cuenta de que faltaba poco para que dieran las siete de la mañana en punto, un poco muy temprano para la mayoría, pero la hora perfecta de comenzar el día para Harry.

Bad things can provocate good things || Larry || OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora