Capítulo I

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Una vez mi padre me dijo que yo podía hacer lo que quisiese, es decir, hacer todo lo que quisiera sin hacerme cargo de las consecuencias, sonaba genial en ese momento. Al escuchar aquellas palabras solo pensaba en que tenía el control y el poder de todo, era prácticamente una diosa, solo que me faltaba el control y el poder de todo, pero pese a ello, la idea de ser dueña de mí misma no dejaba de ser atractiva, incluso, desde ese momento la única idea que estaba posicionada en mi cabeza era esa: "hija, puedes hacer lo que quieras, de eso se trata la vida".

Muchos deben pensar que son las palabras más alentadoras del mundo y claro, que padre más comprensivo, sin embargo, falta contexto.

Cuando tus padres se divorcian lo normal sería pasar un fin de semana con cada uno, turnarse para pasar navidad y año nuevo, es lo normal, pero a veces los padres no se divorcian solo de su ex mujer, sino que también de sus hijos, bueno, ese fue mi caso. Mi padre de divorció de mí cuando tenía ocho años, yo era un ser humano extrovertido y eso con el paso de los años, eso no cambió, sino por el contrario, hablaba más que antes y por supuesto que preguntaba más cosas, como por ejemplo: ¿por qué mi papá no me quiere ver? En fin, cuando mi papá (el hombre imaginario) me dijo que podía hacer lo que quisiese, solo pensaba que no estaba bien, pero no porque la idea fuera mala, sino que él seguía ese consejo y no había duda alguna de que no estaba bien. Evidentemente él hacía lo que quería y no se privaba de absolutamente nada, pero se olvidó de mí, de la consecuencia.  Si bien disfrutaba pensando que era dueña de mí y mi vida, no disfrutaba sentir la ausencia de alguien a quien amaba y que se sentía del mismo modo, casi dueño del mundo.

Mientras analizaba la famosa frase, me doy cuenta que ya son las 8:30 a.m y que de nuevo voy tarde a la universidad, no esperaba menos de mí, me despido de todos y corro desesperadamente para esperar el autobús, lo cual fue en vano, ya que tuve que esperar 30 min. más de lo previsto. En fin, cuando llegué al campus, busqué a mi mejor amiga entre todas las personas, que sí eran bastantes. Cuando vi a una chica de pelo corto y medio rubio y quejándose de todo, me di cuanta que ahí estaba, esa es mi mejor amiga, una chica estudiosa, linda y con ganas de matar a todos, a ella la llamaremos la chica tolerante, claramente porque no lo es, sin embargo, es la mejor persona que he conocido en mucho tiempo, a menudo pienso que nos llevamos bien porque somos igual de odiosas, pero somos adorables, nadie puede decir lo contrario.

Después que nos encontramos y quejamos un buen rato, nos dirigimos a la sala de clases. En ese momento lo vimos a él, al chico de los ojos lindos, parecía un cantante de k-pop, era magnifícamente perturbador. Todos se detenían a mirarlo. Imagínense en ese momento hubiese seguido el consejo de mi padre, estaría expulsada, okay, no seré tan exagerada, pero él era muy guapo y es muy difícil que encuentre a alguien tan atractivo, siento que estoy delirando. Quiero hablarle. Eso fue lo único que pensé durante las tres clases siguientes. Al momento de marcharnos de la universidad, decidimos con mi amiga ir a la biblioteca para hacer nuestra tarea y "casualmente" estaba él, el chico de los ojos lindos, no tenía idea de su nombre. Llamé a mi amiga Vanesa (la chica poco tolerante) para pedirle un consejo, pero todos requerían acercarme a él y hablarle, pensé en mil excusas y ninguna se asemejaba a algo grandioso e inolvidable, así que decidí leer un libro de Jane Austen mientras esperaba que por alguna inexistente razón el chico me hablara, pero a quien engaño, eso no sucederá.

-Hola... —No lo puedo creer, ¿debe ser el destino? ¿Acaso mi destino es que nada suceda como espero?— pensé todo eso, mientras saludaba a mi queridísimo ex. —Hola, ¿qué necesitas?— hice la sonrisa más fingida y molesta que tenía.—Necesito que hablemos—dijo rascándose la nuca.—Por dios, este chico si sabe como ponerme de mal humor—¿hablar de qué, habla ya por favor.—expresé molesta.—Espero que no te molestes, pero creo que no deberíamos hablar nunca más, ya sabes, es por mi salud mental.—este chico debe tener serios problemas, ¿terminamos por desinterés mutuo o lo traumé? Pensé mientras asentía con la cabeza y le decía que estaba bien, que era lo mejor para ambos. Vi como se marchaba y no sentía pena. No lo entiendo, ¿ahora soy una insensible?

Finalmente, continué con mi lectura y esperando una obra del destino logré...

-¡Despierta!, no hay nadie aquí—díganme que es mentira, me está hablando, es decir, funciona, ¿el destino existe?—ohh, lo siento, ¿qué hora es?—dije mirándolo a los ojos, es más lindo de cerca.— Son las 14:30 hrs.—dijo aguantándose la risa, mientras que yo estaba fingiendo que todo estaba bien y era todo completamente normal, logré articular unas palabras—Gracias por despertarme, y disculpa, pero, ¿cuál es tu nombre?—dije algo desconcertada, ¿por qué me veía de esa manera?, ¿le causaba gracia?—Bueno, me debo ir, para la otra pon una alarma.—dijo mientras se acomodaba la mochila y sonreía de forma ¿adorable?—Por cierto, soy Song Kang.

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Bueno, este es el primer capítulo, no habrá prólogo porque creo que es innecesario y me comprometo a subir un capítulo una vez a la semana como mínimo. Estoy de vacaciones así que espero pasar mucho tiempo con ustedes🧡. Besos ✨🧡.

Lo que algún día fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora