Parte-3

6 0 7
                                    

Al haber situado todas las cosas que se encontraban en la casa, se acercó lentamente a la dicha chimenea de piedra empezando a frotar con el trapo mojado del agua sucia, puesta en un cubo de tamaño mediano al lado suyo, hasta que se percató de algo grabado en la piedra, algo con forma redonda pero no era perfectamente redonda...;era como una media esfera terminada en punta, no sabía que forma era...

El chico sobresaltado rápidamente cierra la ventana, pero antes de ello se paraliza mirando la preciosa luna llena que lucía aquella noche, invadida por el humo del triste incendio de su casa.

Cuando volvió para terminar su tarea acercó la mano lentamente para quitar polvareda restante en la piedra, pudiendo ver claramente que se percataba del símbolo Omega, el que, curiosamente, tenía su pobre madre tatuado desde joven en el cuello. Hasta el día de su nacimiento, cuando, según su padre, no volvió a saber nada de ese tatuaje, como si nunca hubiera existido.

Ivón, con los nervios a flor de piel, presionó el símbolo hacia el interior, haciendo un sobrepeso y saliendo hacia el exterior unos milímetros. En cuestión de milisegundos estaba justo detrás suya, como si hubiera salido de su propio cuerpo, como si fuera un alma bagando entre el espacio/tiempo en ese momento, pero sin color.

El chico, al verse vacío, asustado y desorientado, instintivamente, retrocede lentamente hasta golpearse con la baranda de la escalera. De un momento a otro se encuentra tendido en el suelo en un lugar extraño que no es capaz de reconocer. Al levantarse localiza frente a él en la principal pared de la escalera, un gran espejo con un marco rojo extrañamente brillante. Le pareció una locura ya que ni en ese momento había nada de color, y mucho menos brillante, en esa casa, ni nunca antes había estado ese espejo en la casita.

Se levantó poco a poco, con ayuda de la baranda de su derecha. Al estar a dos pies procedió a mirarse en el espejo al que no puedo mirar con otros ojos que no fueran los de tristeza. Ivón no se podía creer lo que estaba socediendo delante de sus ojos en ese preciso instante, la persona que aparecía en ese objeto no era él, sino el que se suponía que debería ser.

Un chiquillo de ojos negros, pelo castaño y apariencia sonriente asomaba por el reflejo de nuestro joven protagonista. La persona que sus padres hubieran esperado dar a luz en vez de a él. Sobresaltado y a la vez temeroso por la situación sube por la escalera hasta llegar al espejo, cuando se acerca a comprobar que solo era un sueño, porque, nada de eso podría nunca ser real, ¿cierto? En el inmediato instante en el que sus llemas rozaron el contacto con el marco correspondiente, este desvaneció por completo, como polvo en una tormenta de arena del desierto.

La decoración de la pared exterior de la escalera se desintegró para luego volver a unirse de nuevo a color blanco y negro como el cuadro que antes allí había. Eso lo hizo tranquilizarse, pero, nada más hacer el intento de girarse para volver a la tarea pendiente unos centímetros a la derecha de ese cuadro apareció otro nuevo. Este era diferente, era todo con tonalidades negras, era él, sí, pero con una extraña excepción.

Como bien mencionamos al inicio de la historia, Ivón tiene unos resaltantes ojos amarillos, lo que él no se imaginaría era que en ese cuadro había en su mano izquierda una gran bola de fuego de color amarillo. Un poco más arriba en la foto enmarcada, aparecía con una corona y su cara de felicidad, como la de un niño que abre los regalos de navidad del 25.

¿Y si destacáramos que en esa corona había en el centro el mismo símbolo, el que su madre llevaba en el cuello tatuado y el que estaba grabado en su chimenea?

Como no había prisa ninguna en descubrir sea lo que fueran esas señales del otro mundo, descolgó el cuadro y lo guardó en el interior de la chimenea. Volvió a pulsar el símbolo y e nuevo todo era a visión normal, acabó de limpiar la casa, subió a su cuarto, divisando que el espejo de marco brillante no estaba de nuevo y se durmió.

Al día siguiente Eizan, el cual no tuvo la oportunidad hasta esa fecha, le entregó a su hermano una caja pequeña de color amarilla, con un lazo marrón. Ivón se emocionó al ver la hermosa cara de felicidad que traía su hermano consigo mientras levantaba y agitaba el regalo que le había preparada con ilusión unos días antes.

— ¡¿Eso es para mí?! — dijo con intriga, a lo que Eizan respondió asintiendo—

Ivon, nervioso abrió el regalo, primero quito con dulzura el lazo y después levantó la tapa de la caja donde nada más mirar dentro había una nota que decía.

— "FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANO, HOY CUMPLES UNO MÁS, NO QUIERO QUE NOS SEPAREN NUNCA, QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS <3"—

En ese momento Ivón se dio cuenta de que tenía todavía mucho por lo que luchar en ese mundo, que le necesitaban, no se podía permitir la posibilidad de morir en el intento de descubrir... ¿el qué? ¿Unos poderes que supuestamente aparecen en un cuadro mágico?

Ivón se tuvo que sacrificar por su hermanito y nunca pudo ir en busca de lo que con tantas ansias esperaba encontrar, su destino, su motivo de existenca, encontrar quien era él... Ivón Studillo...

"Ivón falleció un día en el mes de Noviembre, fue atropellado por un coche de caballos mientras cargaba con una bolsa de pan a su restaurante, a la edad de 25 años".


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 30, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Curioso destino~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora