Canalizar cada una de mis emociones diurnas puede ser sumamente agotador. Analizarlas para conectar y descifrar los sentimientos que generan es como un cubo de Rubik interminable, infinito. Giro sus piezas para lograr cuadrar cada fila,cada color,pero acabo rompiéndolo ,quedando con sus piezas desencajadas sobre mis manos, una y otra vez. Puede que fuera duro el hecho de no poder alcanzar nunca su resolución, vivir sumido en un bucle giratorio eternamente,pero acabar en su destrucción era,es, será : desgarrador. Cada día , juego con el cubo, algunos con precisión y firmeza, otros me limito al azar, girándolo una y otra vez buscando una solución al enigma. Todas las veces, todos los días ,el cubo se desquebraza ante mis ojos. Una fuerza que quema recorre cada nervio de mi cuerpo, esa fuerza que siempre me había mantenido viva, ahora me estaba envolviendo entre sus llamas, quemándome entera. Una bruja que es tirada a la hoguera por ella misma. Es absurdamente frustante ser consciente de la autoflagelo, es absurdamente absurdo intentar sobrevivir a él. Cuerpo y mente son totalmente dependientes, ambos son quemados en la misma hoguera. En la caja de cubo se encuentran unas simples instrucciones, la única manera de resolverlo era averiguar quién había empezado la hoguera.