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Terror. Fuego.

En lo que parecía ser una habitación se encontraba Aitana, a su alrededor solo había fuego, y se podía respirar el aroma a piel quemada. Sentía su cuerpo inmóvil por el terror, y cuando intentó gritar de su garganta no salía ningún ruido; sintió como su angustia crecía, al igual que el temblor de su cuerpo.

Trató de buscar una salida y poco a poco se dio cuenta que se encontraba en su salón de clases, y no solo eso; algunos de sus compañeros se encontraban inconscientes sobre sus pupitres o sobre el suelo.

Realizó todo el esfuerzo que puedo para poder mover sus piernas. Esquivó lo más que puedo el fuego y a sus compañeros en el suelo, era tanta la adrenalina que había en su cuerpo que no había notado las quemaduras en sus brazos y piernas. Cuando sintió que no podía más, logró ver una luz tenue «Por fin...por fin podré salir» pensó. Conforme iba avanzando la luz crecía, cuando se acercó lo suficiente se dio cuenta que se trataba de una de las ventanas del aula, no lograba distinguir cual, pero eso no importaba. Había encontrado una salida.

Sentía como se iba quedando sin aire, y como a poco sus ojos se iban cerrando. Intentó abrir la ventana, pero esta no cedió, con las pocas fuerzas que le quedaban agarró una de las sillas que había cerca y la estrelló contra la ventana, pero no había sido suficiente fuerza. Lo intentó varias veces hasta que por fin la ventana cedió. Se apresuró a salir. Su cuerpo quedó tendido sobre el césped y los restos de vidrio.

Trató de tranquilizarse y de tomar aire, poco a poco se iba relajando su cuerpo y sintió las quemaduras que había en su cuerpo, y las nuevas heridas que los cristales habían provocado. Estuvo un tiempo sobre su posición, pero después se dio cuenta que no se escuchaba alguna alarma o la sirena del camión de bomberos, «¡Dónde están todos?» pensó.

Se levantó para acercarse a la ventana y gritó

― ¡Hola ¿alguien me escucha?! ―esperó por una respuesta en el salón, no podía ver nada― He roto la ventana solo debe de seguir mi voz― siguió esperando por una respuesta, pero nadie respondió así que se alejó―.

Caminó al lado contrario del incendio, un par de veces volteó para ver si alguien más había logrado salir, pero solo se veía la columna de humo salir por la ventana. Y del resto de la escuela no había señales de vida. Todo estaba en completo silencio, se había asomado a los otros salones esperando ver a algún maestro o alumno, pero no había nadie. Estaba completamente sola.

Se sentía tan agotada, le pesaba todo el cuerpo, cada paso era un martirio, no se creía capaz de dar el siguiente. Decidió entrar al edificio principal del campus y de ahí llamaría a emergencias: había perdido su celular así que era la única opción que le quedaba.

Cuando por fin llegó, ya no le sorprendía ver recepción vacía, ya no albergaba alguna esperanza de ver a alguien más. Se dejó caer sobre la silla y descolgó el teléfono, pero este no tenía linea. Maldijo en voz alta y no pudo más. Rompió en llanto, se sentía impotente por haber dejado a sus compañeros tirados sobre el suelo, no merecían eso, se sentía devastada por no encontrar a nadie, nunca les tomaba importancia a las personas, pero estaba vez...esta vez era diferente, las necesitaba.

Su llanto se vio interrumpido por un estruendo en el pasillo que quedaba detrás de la recepción, se levantó con esperanza, se acercó lo más rápido que puedo, y se detuvo cuando vio a una mujer hincada en el suelo, estaba sollozando.

―Disculpa... ¿puedo ayudarte en algo? ―esperó la respuesta, pero solo vio como la mujer se deslizó hacia el frente, la estaba evitando― descuida no voy a hacerte daño, solo quiero ayudar... ¿sabes dónde están los demás?

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⏰ Última actualización: Oct 06, 2022 ⏰

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