shade.

187 23 3
                                    


つながりたいけど、偽りたい。

Una y media de la madrugada. SeongHwa todavía no comprendía del todo que hacía ahí.

Las reuniones de antiguos alumnos nunca le habían parecido una idea muy apetecible. Era incómodo al principio y con el paso de las horas, tras romper el hielo, se hacían y decían tonterías por lo general mucho más insensatas y absurdas que en cualquier otro tipo de reunión que se pudiera dar. Por otro lado, tampoco hacía tanto tiempo que se habían graduado. Poco más de cuatro años. Para SeongHwa aquello no era suficiente. Cuatro años es muy poco y a nadie le había dado tiempo de cambiar, de renovarse como persona. Serían las mismas personalidades y las mismas gracias de siempre, pero más agrias, como si hubieran fermentado con el tiempo.

― ¡Vamos! Será divertido ― había dicho HongJoong.

Con HongJoong todo siempre era divertido. El chico poseía un carisma entrañable y siempre decía exactamente lo que había que decir, exactamente en el momento justo. Se llevaba bien con todo el mundo y sus palabras rebosaban una sinceridad envidiable. Sabía verle el lado bueno a todas las cosas. Quizás por esto mismo había sido capaz de aguantar a SeongHwa incluso después del instituto.

Siempre había dos chicos como ellos en todas las clases: el guapo y distinguido, dotado de una inteligencia para nada pedante, de movimientos elegantes y una infrecuente sonrisa encantadora; y, por otro lado, el atractivo y atlético con una personalidad maliciosa y extrovertida, que siempre dice lo que piensa con una franqueza y confianza increíblemente atrayentes. En el instituto, SeongHwa creía que HongJoong y él eran amigos con el fin de mantener una especie de equilibrio social. Siguió pensando aquello incluso después de haberse graduado. Pero ahora había comprobado que realmente debía de caerle bien a HongJoong, aunque no comprendía muy bien el porqué. Ambos compartían un piso y se llevaban bien. Nunca se peleaban por nada y se respetaban mutuamente. Mantenían el equilibrio.

Sin embargo, cuando a HongJoong se le metía una idea en la testa, se volvía insoportable en la convivencia. Por supuesto, para SeongHwa que rehusaba los calentamientos de cabeza, era mucho mejor hacer un pequeño esfuerzo y darle la razón.

Será divertido. Será divertido. Será divertido. Será divertido.

SeongHwa odió no creerse esa frase por más que se la repitiera en su cabeza, como un disco rayado. Las dos palabras habían dejado de tener un sentido marcado, estaban borrosas y difusas, su eco estaba diluido y se camuflaba entre el ruido. Pero aún así SeongHwa seguía diciéndoselo a él mismo, a ver si funcionaba y se lo creía.

Será divertido.

Miró al frente, entre la niebla amarillenta de las lámparas polvorientas que colgaban del techo y las densas nubes de humo de tabaco que asfixiaban el local. Después de cenar, habían decidido continuar bebiendo en otro sitio. Un sitio con salas abiertas, mesas bajas y esterillas verdosas en el suelo, donde los camareros con los delantales aceitosos entraban y salían remplazando las botellas de alcohol vacías por otras llenas, sacaban fritos para picar, y donde todo el mundo hablaba entre risas estruendosas, con las mejillas rosadas y los ojos brillantes, elevando más y más el volumen de la voz para hacerse oír sobre el desordenado alboroto creciente.

Estaba toda la promoción. Los que no habían ido a cenar se incorporaban poco a poco en el bar. Llegaban, saludaban a todo el mundo uno por uno, cogían un vaso y enseguida se mimetizaban en el ambiente. Hablaban de cómo les iba la vida. Que hacían, que estudiaban. Si habían conseguido pareja y si esta era un coñazo o no. Luego contaban anécdotas del pasado y hacían bromas sobre ellas.

Será divertido.

Recordar el pasado no era divertido.

SeongHwa estaba en medio de la pelotera. Se mantenía sin decir nada y sin participar en aquel torbellino de ideas del pasado, porque él siempre había sido del tipo que solamente escuchaba y los demás lo sabían. Tenía la barbilla apoyada sobre la palma de su mano y con la otra le daba vueltas a un vaso con ginebra, haciendo girar el hielo en el interior del líquido. A su alrededor, sus antiguos compañeros le lanzaban pequeñas sonrisas cuando había contacto visual, sin atreverse a decir nada más. Alguno más lanzado y social le preguntaba que tal estaba y que tal le iba todo. Entonces SeongHwa trataba de devolver la sonrisa para no destruir el ambiente. Pero a juzgar por la expresión que ponían los otros, no debía de ser una sonrisa muy convincente, probablemente una mueca algo arisca. Finalizaban la conversación y se giraban a hablar con otra persona. SeongHwa se quedaba solo. Aunque, en su fondo, agradecía aquello.

5min to heartbeat | HwaSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora