Ser la más perra de la universidad, tiene consecuencias, una de ellas es que todo el mundo te desprecie, te mire mal por los pasillos, o se te insinúen pretendiendo tener una sesión fogosa, al fin y al cabo, eres una puta ¿Verdad?
Eso es exactamente...
El clima de verano ya se podía sentir, este fue el último día de clases, y al fin terminé la escuela primaria, TaeHyung y yo al fin podíamos considerarnos unos "Adultos"
Irónico, porque apenas y cumpliremos 16 años como para considerarnos como tal.
—¿Te parece ir por la noche a los juegos y luego por un helado de esos de la señora Min?—Preguntó Tae mientras se sacaba los lentes.
—Solo si tu pagas por los helado.— Agarré sus lentes y me los puse, alejándolos de inmediato ante el leve dolor de cabeza que me dio con solo ponérmelos.
—Ya te dije que no te los pongas, no son de tu medida, mensa.—Me los quitó y los puso en el cuello de su camiseta de educación física, por haber sido último día, nos dejaron ir con ropa de deporte, pero yo traía mi uniforme y mi casaca amarrada en mi cintura igual que Tae. —Y si, yo los pago, papá envió mi mesada ayer.—
Acepté y así ambos seguimos caminando, el sol estaba en lo alto, pero no llegaba a calentar mucho. Luego una sensación llegó a mi, sentí como su hubiera pasado algo, sentí mi pecho apretarse pero me mantuve firme para no preocupar a Tae.
Kim TaeHyung, mi mejor amigo de... casi toda la vida, cuando me mudé de Busan a Seul, jamás pensé encontrar a alguien del mismo lugar que yo, Tae se había mudado exactamente el mismo día en donde yo también lo hacía, y exactamente a la casa de a lado.
—Oye, Hyo~ ¿No vas a contestar?—
Mire a Tae quien me miraba confundido, hasta que el sonido de Girlfriend de Avril Lavagne, revisé mi móvil, y en efecto, HyeMin me estaba llamando.
—Hola~ ¿Qué paso—
—Ven rápido a casa, mamá esta muy mal—
Y desde esa llamada, toda mi vida dio un giro descomunal, todo cambio, todo lo que creí tener, ya no lo tenía, todo lo que quería conseguir, ya no lo podía obtener.
Lo único que se quedó conmigo, fue TaeHyung, pero, hasta con él, las cosas también cambiaron.
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