Episodio 3

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Es primavera. Hace calor pero sopla una brisa fresca y agradable. Estás con él en la plaza, sentados en una lona, abajo de la sombra de un gran árbol acacia. Están enfrentados jugando a las cartas, específicamente al truco.

-Una más y te gano loca -murmuró él en tono burlón mientras miraba las cartas que le habían tocado-.

-Las pelotas me vas a ganar hijo de puta -Decís vos, lanzándole una sonrisa de picardía maliciosa y fulminándolo con una mirada juguetona-.

-Bueno a ver, con tan buenas cartas que tenés, claramente me aceptarías un real envido. ¿No?- Te mira a vos con malicia y astucia. Y una leve sonrisa que se asoma por la comisura de su labio-.

-Mmmmh, ésta te la dejo pasar: no quiero -seguís sonriendo, realmente sonreís. Una sonrisa 100% verdadera y natural: estás feliz-.

-Mmmh bueno, te salvaste piba. Te iba a reventar con 31 si me aceptabas -dice él mientras apoya sutilmente un 1 de oro sobre la lona-.

-Seguro. Mentiroso de mierda no tenés un carajo. Yo sé cuándo mentís -te mira. Te mira como le encanta mirarte, porque sabe que a vos también te fascina que así lo haga-.

No matás ese ancho falso. No porque no puedas, sino porque sabés sus jugadas y sabés que le vas a ganar. Solo tenés que mirarlo y leerlo como siempre lo hacés. Y cuando suelta esa risita tímida vos sabés cómo actuar.

Tirás un 6 de espadas y esperas a que cante victoria antes de tiempo. Como siempre hacía.

-Flaca: estoy a 2 puntos de ganar, ¿te das cuenta? Si te canto "tru" ahora, te cago a palos -más que convencido, él te mira. Vos sabés que es arriesgada tu jugada, pero confiás en vos misma y en tus habilidades-.

-Hermano de mi corazón, a mí me faltan 3 puntos, si te canto el "re" te la tomás eh -decís en tono amistosamente amenazante-.

-Bueno, eso sí yo te doy el "quiero".

Él tira un 11 de basto.
"Igual que siempre", pensás vos. "La misma jugada".

-Truco, linda -te sonríe con audacia-.

-Amor, quiero retruco.

-¿Querés regalármela así de fácil,  linda?

-Me la estarías regalando vos a mí, sucio de mierda.

Sonríen con competitividad.

-Quiero.

Tirás ese 3 de espadas. Nunca lo dejás de mirar a él.

-Tomate cuanto quieras para asimilar la situación nena, yo tengo todo el tiempo del mundo- sugiere en tono condescendiente y arrogante-.

Le sonreís a la vez que levemente le mostrás tu tan precioso ancho de espada.

Él mira la carta. Y te mira a vos. Lentamente, asimilando cómo acababa de perder la dignidad al haberte subestimado.

-¿Qué pasó, chiquito? Te cagaste todo -no podés retener la sonrisa: Te encanta ganar-.

-Forra -suelta. Y cruza hacia vos y se te tira encima haciéndote cosquillas por todos lados sin parar de reír-.

Están felices. No quieren nada más. Así es perfecto.

Así es perfecto porque están juntos. Y, ¿qué hay más perfecto que estar feliz con la persona que amás?

Así es perfecto. No te interesa saber si esto puede llegar a terminar. No te interesa porque se centran en el "ahora", en el "hoy"; y eso es lo importante.

Así es perfecto. Porque están viviendo el momento como si fuera el último, porque ninguno sabe si va a pasar algo.

Así es perfecto. Porque se tienen el uno al otro.

Esa sensación de estar completo es perfecta, porque te completa la persona perfecta.

Si estuvieses acáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora