Capítulo único

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En un lugar del mundo, cuyo nombre no quiero acordarme, el frío asombra y aún la joven Maddie seguía andando por aquellas calles solitarias, en busca de alguna casa para poder dormir en aquella noche gélida.

Empezó a nevar y Maddie, con asombro, miró el cielo. ¡Al fin! La chica sonrió y fue al parque que vio anteriormente, para poder jugar con su amada nieve. Empezó a hacer muñecos de nieve y todo lo que se le ocurría, hasta que se cansó y decidió hacer algo aún mejor y más divertido.
Miró a un lado y al otro y al ver que no había nadie, se quitó los guantes y con su don, empezó a crear más nieve. Exacto, Maddie puede crear nieve. A consecuencia de eso, sus padres la abandonaron y tampoco tenía hogar, pero aún así era feliz.

Pasaron varias horas y ella lo que no sabía era que un joven de su misma edad, la observaba detrás de un árbol, asombrado por lo que veía.

—Es preciosa... —dijo aquel chico.

Maddie, mientras tanto, apuntaba al cielo para crear un torbellino de nieve, pero al parecer se le fue de las manos y fue directo a aquel chico. Ella se quedó paralizada, hasta que consiguió decir una palabra clave.

—¡Cuidado! —gritó.

El joven reaccionó rápido y por un tropiezo cayó al suelo. Maddie fue corriendo a su encuentro, ya que al fin y al cabo, fue su culpa.

—¿Estás bien? —le agarró de la mano para ayudarle a levantarse.

—S-sí—miró la mano de Maddie —Tú...—señaló sus manos.

Ella por un acto reflejo, se cogió las manos y se puso los guantes.

—¿Quieres decirme que soy un monstruo horrible, verdad? ¡Eso es lo que quieres decir! —dijo con los ojos llorosos.

—¡No! No es eso. —agachó la cabeza en signo de nerviosismo y timidez. —Quería decirte que tienes un don precioso. —sonrió.

Ella asombrada, miró al chico y seguidamente, sonrió.

—¿Como te llamas?

—Me llamo Yukki, Shi Yukki. ¿Y tú?

—Sua Maddie. Un placer. —le agarró de la mano para levantarlo y así comenzó una charla.

Maddie se atrevió en decirle que no tenía amigos, ni familia, ni un hogar. Se sentía a gusto con él. Estuvieron caminado hasta que se sentaron en un banco de madera.

—Si quieres... Puedes venir a mi casa a vivir. No es ninguna molestia. —Sonrió.

—No quiero molestar a tus padres...

—No lo harás. —Yukki se levantó del banco y extendió la mano a Maddie. —¿Vamos? —ella asintió tímidamente.

Dos años después...

¡Venga Yukki, que llegamos tarde al instituto! —dijo enojada Maddie.

Ahora los dos tenían 18 años de edad e iban al último curso de la preparatoria.

Maddie, al ver que Yukki no se levantaba, se tiró encima de él. El joven se levantó apresurado mientras reía.

—Ya me levanto. ¡Aparta! —reía.

Yukki al ver a Maddie la dio un beso en la boca. Tras eso, los dos se asearon e hicieron sus cosas, hasta que salieron y comenzó a nevar. Tan fuerte como aquella vez hace dos años atrás.

—Es igual que aquel día... —dijeron al unísono y seguidamente se cogieron de la mano. Tras eso, se fueron corriendo al instituto.

Acabaron las clases y Yukki estaba esperando a Maddie, algo apenado. Hasta que apareció corriendo.

—Perdón. Había una reunión del consejo estudiantil. —dijo algo sofocada por haber corrido anteriormente.

—No importa, cielo. —sonrió con sus preciosos dientes. Seguidamente se fueron hacia casa. —Oye, Maddie... Te amo y gracias por estar a mi lado. —La miró fijamente.

Ella negó.

—Gracias a ti por estar en mi vida. —se besaron. —Nunca me separé de ti.

A partir de ahí, todo pasó muy rápido. Ambulancias, sirenas, voces a lo lejos...

Maddie, aturdida, después de ver todo aquello, cerró los ojos, quedando inconsciente. Después de dos semanas, al fin abrió los ojos.

—¿Dó-dónde estoy?

—Estás en el hospital pequeña. Al parecer un coche chocó contra vosotros.

«Vosotros... ¡Yukki!»

—¿Dónde está Yukki? —Me levanté de la cama.

—Él... Lo siento. —dijo aquella enfermera.

—¿Cómo que lo sientes? —dije con ansiedad —¿¡Dónde está Yukki!?

—Él amortiguó el golpe para que salieras lo menos herida posible...pero a cambio él...

Maddie se tapó los oídos, no quería escuchar algo que era evidente.
Sin poder evitarlo, empezó a llorar muy fuertemente.

—¡Esto no puede ser! —lloraba y lloraba.

Había perdido al ser más importante de su vida.

Pasaron varios días, y ella ya regresaba a su supuesta casa, donde un día, también vivió su amor Yukki. Nada más llegar, subió a su cuarto y cerró la puerta. Se tiró a la cama y empezó a llorar de nuevo, mientras pateaba la cama con los pies.

—¡Yukki! ¡Esto es un sueño, no puede ser verdad! —Intentaba hbalr, pero no podía. Aquellas palabras salían desgarradas de su garganta, que llevaba días y días sollozando.

Se levantó tambaleándose y encontró una carta encima de la mesa:

“Hola Maddie, esto no te lo conté porque temía que me odiaras, pero ya sabía el futuro. Sé que hoy al acabar las clases, un coche chocará con nosotros y yo moriré, pero quiero decirte, que aunque no esté, la vida pasa y te seguiré amando, esté donde esté. Más que ayer, pero menos que mañana. Te quiero porque fuiste única para mí y gracias por estar a mi lado,en las buenas y en las malas... Cada vez que nieve espero que te acuerdes de mí y la primera vez que nos vimos. Que siga vivo aquel día que nuestro amor comenzó. Por favor, lucha por ser feliz, aunque no sea conmigo.
Gracias Maddie. Por todo.
Prometeme que serás feliz

Yukki”

Al acabar de leer la carta, Maddie la apretó con fuerza contra su pecho e intentó aguantar aquellas lágrimas que no tardaron en asomarse por el lagrimal.
Tras eso, miró la ventana, viendo cómo comenzaba a nevar y sonrió sutilmente.

—Prometo que seré feliz. Yukki...

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2022 ⏰

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