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La habitación del Omega JiMin estaba lista desde hace horas cuando el joven lo ordenó entre lágrimas para dormir separado esa noche de su esposo

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La habitación del Omega JiMin estaba lista desde hace horas cuando el joven lo ordenó entre lágrimas para dormir separado esa noche de su esposo. Al parecer había rumores sobre una fuerte discusión por las mentiras infundadas de una sirvienta que buscaba dejar una mala reputación del Omega frente a todos, y peor aún, sobre su esposo.

—Mi señor, su habitación está lista —le susurró TaeHyung cuando lo vió sentado en un columpio debajo de una fría sombra creada por el espeso árbol sobre su cabeza.

El aire se llevaba con él los pétalos de los cerezos y algunos tocaban delicadamente el rostro de JiMin. TaeHyung sonrió cuando vió varios de ellos sobre los rizos dorados de su señor, se sentó a su lado cuando vio esa melancólica mirada puesta en el lago adornado por los pétalos rosáceos y los peces de una gran variedad de colores nadando libremente por las aguas transparentes que daban una vista completa de las plantas acuáticas que había en el estanque.

—Mi señor —lo llamó dulcemente y obtuvo una mirada triste de esos bonitos ojos azules como el más bello océano—, mi señor, ¿qué ocurre? Dígame cómo ayudarlo y haré hasta lo imposible para borrar esa amargura de su fino rostro.

JiMin le sonrió y antes de que el moreno pudiera decirle algo más sintió que el Omega lo abrazaba y lloraba sobre su pecho, aferrado a sus ropas con fuerza y veía que en las pequeñas manos se marcaban los rojizos nudillos.

—Él... él le creyó a ella, no a mí —confesó casi apenado para el Omega que le estaba dando su apoyo, TaeHyung sintió su cuerpo arder ante la magnitud de esa confesión, sin entender cómo el Lord Min YoonGi le creía más a una chica de la servidumbre que a su propio esposo, con el que había contraído matrimonio por amor y no una mera obligación heredada por su padre, ya que por los innumerables ruegos de Min fue que se le permitió casarse con un chico de un estatus que ni siquiera era «digno» para un lord.

—Mi señor... No voy a justificar a su esposo, pero creo que usted debería tener un poco más de cariño por sí mismo y no dejar que él lo haga sentir culpable por algo que usted claramente no cometió, yo siempre estoy con usted a todas horas y soy un leal testigo de que no hay ninguna acción cometida por usted que afecte a su matrimonio o a su salud —su voz ronca resonaba en los oídos de JiMin al seguir escondido entre su pecho, era cálido y se sentía seguro cuando ese bonito y rico aroma a lavanda y coco le rodeaba al saber que la persona merecedora de su mayor confianza estaba cerca.

—Me cansé de decirle que no le fui infiel, sin embargo, sigue creyendo que esa mujer tiene la razón —se separó lentamente de su amigo y lo vio a los ojos—, realmente no sé qué hacer, es por eso que no dormiré estos días con él para que enfríe sus pensamientos y pueda entenderme al menos un poco.

El Omega moreno asintió feliz, tomando esas pequeñas manos entre las suyas y darles suaves masajes en el dorso, sonriendo en grande cuando el aroma a salvia y glicínias inundó a su alrededor y le hizo saber que el estado de ánimo de su señor había mejorado considerablemente después de oír un poco sus palabras.

—Dime Tae, ¿cómo te va con tu esposo? Me alegre mucho cuando supe que YoonGi autorizo su matrimonio ya que JungKook es un leal soldado suyo.

Las bonitas mejillas del moreno fueron espolvoreadas con el tono carmesí que de manera sublime se esparció hasta sus orejas.

Aphrodisiaque • YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora