Chandelier
De alguna forma, ese estúpido bastardo español me salvó aquella noche de morir ahogado en las frías aguas que cortaban mi amada Florencia en dos.
Mi hermano y yo habíamos estado muy unidos desde la infancia. Era la clase de relación filial que dura eternamente y que una de las partes tiene miedo a perder por lo que está en constante lucha contra el mundo para preservar la pureza de la unión que mantiene juntos. En mi caso, yo era el cerbero que guardaba las puertas del corazón de Feliciano. Y sin embargo, ni siquiera mis esfuerzos, mi muestra de rabia amenazante y comportamiento borde, lograron disuadir a mi hermano de enamorarse de aquel germano de ojos azules, mas fríos que un glaciar del Ártico.
Todo se precipitó aquella noche, cuando la parejita decidió dar una fiesta en nuestra piso común. Yo me opuse naturalmente, pues ese día no estaba para celebraciones de ningún tipo. Aunque a decir verdad, nunca me gustó dar fiestas en ningún rincón de la Tierra. Trabajaba hasta tarde en los almacenes del Ponte Vecchio y no tenía ánimo de nada cuando volvía a mi hogar. Imaginaos la tremenda "sorpresa" que me llevé cuando abrí la puerta de mi piso y lo encontré atestado de amigos de Feli y del estúpido bastardo de Ludwig. Solo pensaba en maldecir a su familia, sin olvidarme de sus antepasados: la música que habían puesto de ambiente era electrónica alemana, y me daban ganas de vomitar cada vez que el alemán la ponía en casa para hacer cosas indecentes con mi hermano. La comida era esa bazofia de salchichas mezcladas de manera blasfema con pasta que debía de haber preparado Feli para la ocasión. Lo que me sorprendió es que nadie manifestara rabia o ira como yo lo hacía en ese preciso innstante. Todo el mundo parecía estar contento con la atmósfera del lugar. Nadie parecía aburrirse y reían sin parar sobre temas triviales acerca de los trabajos de cada inquilino no deseado de la sala, y otras gilipolleces más a las cuales no presté ningún tipo de atención.
–¡Lovi! –exclamó a lo lejos mi hermano, el "señor relaciones públicas". Yo le dediqué una encantadora mueca asesina. Solo pensaba para satisfacer mis instintos asesinos, en tirarle mierda a la cara como hacían los chimpancés para mostrar su descontento cuando otro miembro de la manada se mostraba interesado en usurparle el territorio–. ¡Ven, quiero presentarte a alguien!
Él se encaminó hacia una de las salas de nuestro piso y trajo junto a él a un hombre de tez tostada por el sol y el pelo negro recortado de manera irregular, negro como la pez. Sus ojos de iris esmeralda me escrutaron con el interés de un león que analiza a su presa. Yo, por primera vez en años, me quedé con la palabra en la boca, desconcertado. Parecía como si me hubiese olvidado de mi idioma.
–Hola, Lovi. Feliciano me ha hablado mucho de ti –me saludó sonriendo. ¿Lovi? ¿En serio? ¿Desde cuándo un desconocido puede tomarse tantas libertades para tratarme así?, pensé desolado–. Tenía muchas ganas de conocerte.
Iba un poco contento por causa de ingentes cantidades de alcohol recorriendo su cálida sangre de mediterráneo. No sé muy bien lo que ocurrió pero, se abalanzó sobre mi y me besó en los labios. Sabía a limoncello barato y a ginebra pero no le aparté como se hubiese esperado de mí. Seguí su beso hasta que llegué al río Arno.
No paramos de besarnos hasta bajar a la calle y llegar a las orillas del río cuando casi me caigo al agua por culpa de ese bastardo...atractivo, borracho, dios de mi vida, y señor de mi corazón. Estaba tan bueno que no me di cuenta de nada, parecía habitar en una nube al margen de la realidad. Me había perdido en sus pozos de verde profundo y penetrante que habían devorado mi cuerpo sólo con pestañear.
Y pestañear me había faltado hacer a mí, además de ver por dónde iba. Caí al agua y me pegué un chapuzón vigorizare de agua helada.
Muchísimas gracias, bastardo. Si no hubiese sido por ti jamás me hubiese caído al agua y me hubiese enfadado tanto como lo hice. Jamás me hubieses mirado con ese gesto de disculpa que me derritió el alma y jamás te hubiese besado de vuelta como lo hice. En fin... Ti amo.
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Chandelier (SpaMano)
FanfictionNunca jamás, bajéis la guardia. Podéis acabar empapados igual que Lovino por un joven y atractivo español.