El aire nocturno estaba cargado de olor a humedad, el barrio se veía vacío y sólo se oían los maullidos lejanos de un gato.
Con una mano sostenía la sillita de bebé y con la otra Victoria que, envuelta en una manta, dormía plácidamente contra su pecho.
Llegaron al viejo apartamento de Sergio y Andrés, Alicia había accedido a aquel paradero tras el intento de escaparse, en pleno delirio de omnipotencia, y un bajón que la hizo sentir una completa inútil, en mitad de una misión que ya no era la suya.
En la puerta dejó la sillita al suelo y con cuidado, sosteniéndole la cabecita, colocó Victoria que se removió y emitió un sonidoShhh... ya está enana, tranquila — le susurró al oído.
Buscó las llaves en el bolsillo, recogió la niña y entraron.
El piso estaba frío, en Madrid ya se presagia el invierno y ese era el último lugar donde Alicia
se hubiera imaginado llevar a su recién nacida tras el parto. Cerró los ojos y imaginó un regreso diferente, en la vida de otra: Germán, fiestero como era, habría llenado la casa de gilipolleces y ella habría puesto los ojos en blanco para luego estallar en una carcajada.
Victoria hubiera tenido su cuarto perfectamente equipado y incluso una mascota pelirroja que quizá, se hubiera divertido en molestar en unos años.
Alicia nunca había soñado con esta clase de cosas hasta que la realidad se hizo pesada y una vida ordinaria era lo que más le apetecía.
Le gustaba Madrid, la puerta del sol, los callos y incluso la corrupción, fíjate tú.
Esa era su casa, su hogar y por eso también lucharía.
Un ruido de la calle la trajo de vuelta a la realidad, se recompuso y dio un breve paseo por la casa, inspeccionando las habitaciones reacia a adaptarse.
Resignada, volvió a la sala donde estaba Victoria, aún dormida. Se fijó en su cuerpecito tan pequeño que hacía parecer la ropita de osito rosa enorme, en la manta bordada, lo único que consiguió traer con ella en la primera huida, por si acaso.
Tenía que enfrentarse a la extraña realidad de no tenerla más bajo su piel, donde los latidos de sus corazones solían mezclarse en un único vigoroso sonido que la dejaba a flote y a salvo.
El miedo a que pasara algo y que ese algo las cogiera desprevenidas y separadas se concretó en el momento en que las luces rojas de unos coches de policía encontraron su rostro.Siempre hay una salida — las palabras que ella misma pronunció hace unos días ya retumbaban lejanas en su cabeza.
Había realmente una salida o la supuesta salvación acabaría siendo su condena? pensó, sacando instintivamente la pistola de la funda y acercándose a la ventana.
Casi se le cortó la respiración al ver bajar del coche Ángel y Suárez acompañados por una patrulla de la policía.
Se apartó de la ventana, corrió hacia Victoria, la cargó apretándola a sí y miró asustada a su alrededor.
En la penumbra descubrió una escalera de madera ocultada por una vieja estantería, sin pensárselo mucho subió con Victoria que mientras tanto había despertado y lloraba sin consuelo.
Tan pronto como llegaron arriba, en lo que parecía ser una buhardilla polvorienta, Alicia se agachó con la niña en un rincón, istintivamente se levantó la camiseta y le ofreció el pecho para que se calmase.
Victoria, inquieta, comenzó a chupar poniendo una manita sobre el seno de su mamá que con la respiración aún entrecortada le acariciaba la cabeza - ya, mi amor... no llores por favor, estoy aquí — le susurró suavemente.
Un chapoteo de abajo, tras forzar la puerta, anunció la llegada de la policía cuyos componentes se separaron rápidamente registrando todas y cada una de las habitaciones.
Aquí no hay nadie — la voz de Suárez hizo que un temblor recorriese la espalda de Alicia que, apoyada en la pared, con los ojos cerrados, seguía amamantando a la niña.
Estaba jodida, maldijo Sergio unas cuantas veces por confiar en él y por acceder a aquel paradero como medida de seguridad, así lo había definido.
Yo no te voy dejar caer — Alicia resopló recordando las palabras que él repitió una y otra vez antes de entregarse por completo a la causa del nacimiento de su hija.
Una lágrima recorrió su mejilla.
Abajo la inspección siguió adelante hasta que Ángel, retrocediendo medio paso, se tropezó con la sillita de Victoria olvidada al pie de las escaleras.
Sin mediar palabra, la ocultó detrás de la estantería, notando inmediatamente la escalera por la que hace unos minutos subieron madre y hija.
El inspector al mando subió silenciosamente, aterrando Alicia que al oír sus pasos, como en la peor de las pesadillas, apretó Victoria aún más fuerte.
Al verla ahí tirada, Ángel abrió los ojos como si apenas pudiera creer lo que veía.
Se precipitó hacia ella, agachándose y descubriendo en los brazos de su ex colega un bebé, una preciosa niña de unos tres kilos y medios aproximadamente.
¿Estáis bien? — preguntó visiblemente emocionado.
Alicia asintió con la cabeza, todavía temblando.
¿Inspector? — la luz de la linterna de Suárez inundó el hueco de la escalera.
La miró fijamente a los ojos, como para animarla — ahora bajo, aquí no hay nadie.
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El reto y la Victoria - One Shots
FanfictionPor aquí iré publicando como one shots unos capítulos sueltos de mi fanfic "peligro de derrumbe" que van un poco mas adelante de la historia como la dejé. Todos fueron escritos antes del estreno del capítulo 2 de la quinta temporada, así que no sigu...