EDUCACIÓN FÍSICA se había convertido en la mayor tortura que podía existir para Odette, ella era una chica de artes como Violeta, no de deportes como Kim.
Había perdido la cuenta de cuántas vueltas había dado al polideportivo, pero habían sido más de doce seguro.
Entró a los vestuarios con Rosalya e Iris, las tres estaban completamente sudadas y asqueadas con el olor que producían, así que no dudaron en entrar a las duchas dejando la ropa en el banco del vestuario.
— Y recuerda no acercarte a la directora, aunque la veas de buen humor.— Finalizó Rosa cerrando la ducha, Odette la imitó soltando una risita, salieron de las duchas dejando a Iris lavando su pelo.
— Rosa, ¿No había dejado mi ropa aquí?— Rosa dejó de secarse para mirar el banco donde se encontraba su ropa más no la de Odette.
— Oh mierda. Igual la has metido en la taquilla sin darte cuenta.— La rubia se acercó con nerviosismo a sabiendas de que Rosa no tenía razón.
— Vacía.— Rosa se vistió con rapidez y le tendió su toalla para que se tapase.— Voy a buscarla.
Rosa la miró sorprendida:— ¿Así? ¿Sin ropa?
— Tengo tu toalla.— Finalizó Odette saliendo apurada del vestuario.
Salió del gimnasio y cruzó el patio bajó las miradas curiosas y divertidas del resto del alumnado, se adentró en los pasillos del Sweet Amoris recorriendolos con la mirada.
— ¿Dónde han metido mi ropa? ¿Quién narices la ha cogido?— Susuraba con duda.
Las risas no tardaron en llenar sus oídos, era normal, ella también se reiría si no fuese la chica de la toalla.
— ¿Qué pasa? ¿No encuentras tu ropa?— Una risa aguda molestó sus oídos, Odette miró a su izquierda, donde tres chicas la miraban con extrema diversión.
— Tu tono de voz me hace saber que tienes algo que ver con esta mala broma.— La que parecía ser la líder del grupo se apoyó en la taquilla y con sorna señaló la parte de arriba, allí se encontraban sus cosas, lo supo porque su falda a cuadros sobresalía.— Bien, muy graciosas. ¡En serio, sois la bomba y las abejas reina!— Rió falsamente mientras se afirmaba la toalla, su expresión seria tras finalizar la frase no causó sensación alguna en las chicas frente a ella.— Dame la ropa, rubia.
La líder se acercó en un intento de intimidar:— ¿Qué vas a hacer? ¿Volver a París?
— Tal vez decírselo a tu hermano.
Odette se giró sobre su espalda reconociendo al peliplata de primera hora, tenía su chaqueta en la mano y se la tendía a Odette con amabilidad.
— Como si le tuviese miedo al tragalibros de mi hermano.— Un carraspeó tras las tres chicas hizo que ahora fuesen ellas las que se girasen.
— Deberías.— Nathaniel la miraba de brazos cruzados y sin expresión en su cara.
— N-Nath.
— Dale la ropa, Ámber o se lo diré a la directora.— Indignada, Ámber y sus amigas se alejaron con rapidez hacia los baños. Nathaniel suspiró y le hizo una señal a Lysandro para que cogiese la ropa.— Siento lo de mi hermana, es su forma de dar la "bienvenida" a los nuevos.
— Sí, veo que es muy amable con la gente.— Ironizó Odette cogiendo la ropa que Lysandro le daba.— Gracias.— Sonrió levemente, Lysandro sonrió de vuelta y se alejó para ir en busca de Castiel, que observaba la escena desde las escaleras del sótano.— Seguro que tiene muchas amigas.— Comenzó a caminar hacia el gimnasio con Nathaniel a su lado ahuyentando las miradas de burla.
Nathaniel no dijo nada, solo sonrió divertido ante su comentario.
— Dios, han cogido hasta la ropa interior.— Tomó su tanga mentiéndolo entre la falta y la blusa evitando que la gente lo viera.
— Ya... Bienvenida a Sweet Amoris, Odette Blanc. Te acabas acostumbrado.
— Yupi...
Nathaniel le abrió la puerta del gimnasio y se despidió de ella asegurándole que Ámber no saldría bien parada tras esa broma.
Rosalya ya no se encontraba, pero le había dejado una nota en la puerta de la taquilla diciendo que la veía a la salida para presentarle a unos amigos.
Se cambió con velocidad y salió al patio con la chaqueta de Lysandro en la mano. Abrió la puerta del gimnasio para salir al patio chocando un algo.
— ¡Lo siento!— Exclamó al ver que era una persona. Ayudó al chico a levantarse y comenzó a disculparse de nuevo.
— Ha sido mi culpa, iba despistado.
En ese momento en el que sus miradas se cruzaron, los corazones de los adolescentes se aceleraron. Analizaron las facciones el uno del otro tomándose el tiempo que fuese necesario.
Lysandro observó sus ojos azules como el mar y su pelo rubio como el Sol. La inspiración que le había llegado al verla por primera vez volvía a su mente, las palabras y las melodías volaban por su cabeza como los pájaros en libertad.
Odette, por otra parte tuvo que alzar la mirada para poder mirar con atención sus ojos bicolor como la miel y la menta, su pelo platinado con un mechón gris, su chaleco negro con la camisa blanca por debajo. Sonrió de forma inconsciente.
— Lysandro.— Odette salió de su ensimismamiento al escuchar su voz calmada.
— Odette.— Le tendió la mano con seguridad y una sonrisa que hizo que el chico frente a ella sonriera de vuelta.
Entonces Odette recordó que la chaqueta de Lysandro aún colgaba de su brazo, se la tendió avergonzada.
— Gracias por la chaqueta, por defenderme también.— Lysandro la tomó con delicadeza y se la colocó.
— No ha sido nada, por una damisela en apuros lo que sea.— Odette sonrió nerviosa, ¿porqué no paraba de sonreír? Lysandro sonrió con seguridad, ¿porqué él no dejaba de sonreír también?
— Creo...— Tragó saliva sin saber qué decir.— Debo irme, he quedado con una amiga.
— Sí claro, yo también debo irme.— Odette atravesó el umbral de la puerta, pero Lysandro volvió a hablar.— Espero volver a verte, Odette.
La rubia lo miró por encima de su hombro.
— Yo también.
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poet ▭ lysandro ainsworth
Fanfiction𝐏𝐎𝐄𝐓 ▭ ❛ eres la musa de mis poesías. ❜ cuando odette blanc y su familia abandonan la capital francesa para mudarse durante un tiempo a sweet amoris, una pequeña ciudad a una hora de la costa, odette se ve obligada a entrar al instituto local pa...