[αѕƒιχια]

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Los colores sobrios del cuarto comenzaban a figurarle borrones acuosos entremezclados. La oscuridad no ayudaba mucho. Apenas distinguía los glaucos rizos del hombre sobre él.

Katsuki lo sentía, o quizá no, ya que estaba a nada de perder la conciencia; sentía el peso sobre su cuerpo, las manos toscas y llenas de cicatrices abrazar su cuello y presionar con ambos pulgares la tráquea.

Una de sus manos luchaba por rasgar y aferrarse a la superficie blanda dónde descansaba su dolorida espalda. Mientras que con la otra sujetaba inútilmente las manos que le mantenían la garganta obstruida. Ya no sabía si era para liberarse o para asegurar que las manos no se fueran de ahí.

Escucha murmurar algo cerca de su oído. La voz le causa escalofríos, pero la ignora.
La humedad llega a esa misma zona. No le interesa lo que el idiota de Deku haga en estos momentos.

Su piel se eriza. Está al borde. Lucha contra el desvanecimiento; sus ojos están a nada de quedarse en blanco. Abre la boca, pero no alcanza a salir ni siquiera un quejido de aquella forzada garganta. Sus pulmones luchan por conseguir oxígeno, mismo que llega al tiempo de un orgasmo masivo.
El líquido turbio mancha el abdomen descubierto de Izuku, quién se aparta segundos después, permitiendo la bendita entrada de aire en los pobres pulmones al borde del colapso.

Izuku observa desde su lugar, totalmente absorto en el cuerpo del muchacho que jadea bruscamente y desesperado por saciar sus pulmones respira agitado.

Se acomoda a su lado con delicadeza. Lo abraza de la cintura con cariño, y besa su hombro con dulzura.

Izuku lo ha estado pensando seriamente: deberían dejar de practicar el sexo con asfixia.

αѕƒιχια [DekuKatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora