Capítulo 3

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Serdel saludó al conde, Cartal Robbesta, que había regresado a casa luego de una conferencia imperial.

⎯¿Has vuelto, padre?

Los pasos que habían estado pasando indiferentes se habían detenido. Él se volvió para ver su sonrisa.

⎯...Dónde...¿no te sientes bien?

⎯...

Así es.

Serdel chasqueó la lengua por dentro.

Desde la muerte de su madre, la condesa, hace 10 años, no ha habido una conversación familiar decente.

Serdel, a quién poseía, era muy excéntrica.

Con un padre directo y sin talentos particulares entre su hermana y hermano mayores, era como un patito feo.

Como resultado, los saludos informales y ordinarios no les parecían familiares.

'No había nada que ver cara a cara.'

⎯Vaya, estoy cansado.

En ese momento alguien entró.

El hijo mayor de la familia y su hermano, Redan Robbesta, aflojó su corbata y desabrochó la camisa que le llegaba al cuello.

⎯Estás de vuelta, hermano.

Serdel sonrió suavemente una vez más.

⎯¿...Estás enferma en algún lado?

Esto, otra vez.

⎯Todavía no han comido, ¿verdad? ¿por qué no cenamos juntos en el comedor en vez de hacerlo por separado? Ya he preparado todo, cámbiense de ropa y vengan.

⎯...

Las dos personas permanecieron en silencio.

⎯Tengo algo qué decir después de la cena.

⎯.....No has puesto veneno en la comida, ¿no? ¿O tal vez lo preparaste tú misma? ¿Has estado entrando y saliendo de la cocina desde niña? Dudo que tus habilidades hayan mejorado tanto como cuando te arreglas las uñas.

Es algo vergonzoso hacer algo que nunca había hecho antes.

Con una expresión seria, Redan siguió murmurando.

⎯Por favor, cámbiate de ropa y ven.

Cartal fue el primero en entrar.

Redan lo siguió, murmuró en voz baja. ⎯¿...qué vas a decirnos, incluso si preparaste algo? Por cierto, ¿realmente lo logró?, no cocino con arena, ¿verdad?

Serdel no pudo evitar sonreír cuando lo vio así.

⎯Comeré y me dolerá el estómago...

           

* * * *

              

⎯...

⎯Es un poco triste que la señorita Addis no esté aquí, pero es genial ver a todos comer juntos después de mucho tiempo.

⎯Así es.

⎯...

A pesar de los esfuerzos del mayordomo y la criada, ninguno de los tres intercambiaron palabras.

El único sonido en medio del silencio era el picoteo de los platos.

Era un momento donde las criadas de la parte de atrás tenían su tez azulada por atmósfera sofocante.

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