Día cuatro.

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| Sueño |

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| Sueño |

"Ámame... ámame"

Su voz ya se había grabado en tu mente y se reproducía en tu cabeza. Como un recordatorio, cuando dormitabas en la habitación en donde te tenía cautiva.
Te dolía la sien. Sentías que no eras capaz de caminar por ti misma, a menos que él lo pidiera. El único alivio a tu dolor era tenerlo cerca y percibir su olor, su voz.

Después de recibir su regalo la noche anterior, él no abusó de tí como pensabas. Sólo cenó contigo, y se rió mientras veían videos.
No tenías mucha idea de cuál era tu estado mental. Eras incapaz de describirlo.
Porque su llegada significaba que verías la luz, que te bañarías, que unas manos toscas peinarían tu cabello con cariño, que alguien te acariciaría hasta que cerras los ojos, y que por más extraño que sonara, terminarías tu día con él sobre tí. Y tu cuerpo amaba eso.
Incluso recordar su sensación.

Aún luchabas. Por más drogada que estuvieras, siempre aparecía ésa voz dentro de tí.

Mátalo.

La puerta se abrió.
Él te sonrió.

-No tengo que trabajar hoy, cariño- Dijo. -Hoy estaré a tu lado todo el día. Me desperté un poco... amm...

Te ayudó a ponerte de pie. Estabas mareada. Con sus manos, recorrió tu cintura y tus caderas. Puso su boca en tu oído y susurró:

-Soñé contigo.

Mordisqueó tu oreja.

-¿Ya no es necesaria la medicina, verdad?... -Preguntó.

Con tu entrepierna doliendo, sacudiste tu cabeza para negar.

-En mi sueño, te follé sobre la mesa, en el sillón, y en la cocina. Mira, que ya estoy despierto. Vamos a desayunar~.

Poco después, cabalgabas sobre él, con su miembro hinchándose dentro tuyo, en el sillón. No podías dejarlo. Incluso sus gestos te provocaban: él jadeaba, mordía sus labios. Su cara estaba sonrojada y su piel brillaba por el sudor. Ése tintineo de su cascabel lo hacía más difícil. Incluso su tatuaje, terminaba de regalarte la preciosa imagen de ese hermoso chico retorciéndose debajo tuyo.

Mátalo.

-Ah,ngh, voy a correrme, amor, -Dijo, apalancándose en tus caderas para entrar más profundo y aumentando la velocidad.
Chocaba contra lo más profundo de tí, hasta que te liberaste sobre él. Kazutora hizo lo mismo. Se tensó y dejó ir todo lo que tenía dentro, haciendo la cabeza hacia atrás, y mostrándote su cara.

Una vez se terminó, su cuerpo se relajó, y después de mirarte con sus ojos dorados, de la tonalidad de la piel de un tigre, se entregó a besarte.

Después, respiró cansado.
Mientras tú te recuperabas a su lado, sentías calma. Su pecho se inflaba y descansaba al ritmo de sus suspiros.
Sonreía.

ᴅɪᴇᴢ ᴅɪᴀꜱ [ 𝚈𝚊𝚗𝚍𝚎𝚛𝚎 𝙺𝚊𝚣𝚞𝚝𝚘𝚛𝚊 | 𝙻𝚎𝚌𝚝𝚘𝚛𝚊 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora