PRÓLOGO

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SHROON

(4 de Septiembre de 1905)

Las ninfas, como yo, tenemos un problema. Y es que hay veces en las que nos perdemos en nuestro mundo interior, y, por muy conectadas que estemos con la naturaleza, necesitamos encontrarnos en los lugares menos esperados.

Kust, el horroroso demonio que mató a mis padres, querrá acabar conmigo en el solsticio de invierno. Se quedó con el alma de mis padres años atrás. Por desgracia.

Espero que todo cambie, debo llevar a mi pueblo a resguardarse a alguna cuidad diferente a los bosques.

Los demonios, atacan primero en otoño a los seres acuáticos, en las ciudades subterráneas. Luego, van a atacarnos a todas las ninfas, a los bosques en invierno. Después, se van a los cielos en primavera, para atacar a las criaturas voladoras que hacen iluminar los días más oscuros. Finalmente, acaban por destruirse demonios contra diablesas en verano, y van al infierno.

Es una sensación oscura y aterradora. No me gustaría ser, en mi más humilde opinión, una diablesa. Los diablos on muy machistas, por lo que pueden acabar con muchas más diablesas en un día, simplemente por ser mujeres. Aunque son muy malas y no tienen corazón.

De todos modos, yo debo preocuparme por mi pueblo, y encontrar ese vacío que tanto ansio, en mis adentros.

No encuentro la motivación de mi vida, necesito muchas más cosas de las que alardear. Como un chico que me trate como es debido, que me cuide cuando más lo necesite y me complemente. Soy una ninfa desnuda al completo y transparente con todo el mundo. No me resultaría difícil encontrar a nadie. Pero mucha gente, no merece mi amor y no sabe escucharme y ese es el problema que tengo.

Desgraciadamente ya me voy haciendo mayor, mañana cumplo 105 años y aún soy la soltera de las ninfas. Soy la más mayor, desde que mis padres fallecieron, por lo que me avergüenzo de ello.

Tal vez no tengo las suficientes cualidades que muchas otras ninfas tienen para encontrar pareja. A lo mejor, tengo el cuerpo un poco mal...o puede que mi cara no sea lo suficientemente bella como para que algún ser mágico se fije en mí. Ojalá llegue el día en el que alguna especie preciosa se me declare ante mis ojos.

Pero por ahora, he de esperar. Ese es el ansia que mi cuerpo no para de engendrar, pero no puedo hacer nada por controlarla, no puedo adelantar ni atrasar el tiempo, no puedo matar a alguien para conseguir lo que quiero. No hay nada que pueda intentar, solo me queda esperar a que llegue el momento.

Mis preocupaciones van subiendo al poco de tiempo que voy pensando. Aún siendo 4 de Septiembre, va siendo hora de ir buscando refugios. Ante todo, mi pueblo es más importante que yo y mis absurdos pensamientos.

—¡Shroon! —me grita una joven ninfa de 50 años de edad.— Dentro de un par de semanas empieza el otoño y ya sabes qué consecuencias conlleva.

—Linda, lo sé. Aún estoy pensando en el lugar adecuado en el que refugiarnos.

—Sé que tus padres fallecieron hace unos años, y sabes que desde entonces ha fallecido mucha fauna.

—Lo sé, lo sé... Pero...

—¡No hay peros! Tienes que hacer lo imposible por que este pueblo se mantenga muy vivo, que mueran los mínimos. Sino, preferimos que seas desterrada... Lo siento Shroon. 

Entre sollozos veo cómo me voy apagando poco a poco.

Los ánimos que tenía esta mañana, se han esfumado al completo. Veo una ardilla pasar delante de mí y la cojo en brazos. Es preciosa, aunque tiene un defecto, su ojo derecho está más cerrado que el izquierdo. 

Al fin y al cabo, no hay nada perfecto. Pero no me pueden presionar de esas maneras. Mis padres nunca me enseñaron cómo proteger a todos. Me abandonaron nada más nacer. No volvieron hasta después de 60 años. Soy un poco rencorosa desde entonces. Pero yo no puedo remediar el que fallecieran, si me hubieran enseñado algo, por muy mínimo que fuera, habría sabido cómo hacer para que no mueran tantas ninfas.

Vuelvo a mis pensamientos de antes. El chico perfecto, el amor ideal, el que sepa cómo saciar el hambre que tengo. Ese sería el hombre para mí. No tengo ni tendré prototipos pero debe saber amarme al igual que yo le amo a él.

Cuando mis padres me abandonaron, en esos 60 años, conocí a muchos sirenos de una cuidad acuática muy hermosa. Nunca tuve la iniciativa de salir con ninguno, pero allí sería el lugar perfecto en el que comenzar a buscar.

—Linda, me voy a la ciudad submarina de los sirenos —vuelvo a acercarme a la pequeña niña.— Pronto buscaremos un refugio, aún queda mucho tiempo.

Ella me ignora y yo me dirijo lentamente a la orilla de la playa en la que me situaba. Me doy la vuelta para contemplar el bosque de mi pueblo, me vuelvo a girar y me voy directa hacia dentro del mar.

Necesitaba encontrarme antes de poder encontrar a los demás. Y así voy a hacer. Voy en busca del sireno perfecto. En busca de mi amor perdido. En busca de todo lo que no he encontrado nunca y hace que me sienta sola y desolada.

Llegué a la cúpula de la ciudad. Era tan humilde como la recordaba. Seguía siendo preciosa. Algún día me encantaría vivir aquí, con uno de ellos. Esas escamas perfectas. Ese cuerpo tan hermoso... Me derrito al verles.

—¡Hola! ¿Eres...Shroon? —se me acerca uno de ellos. Era realmente atractivo y sexy.

—¿Te conozco? 

—¡Sí! Soy Rusty. ¿Me recuerdas? ¡Han pasado ya 40 años!

—Pues no, la verdad.

—Bueno, búscame cuando quieras, mi casa es la verde pino de ahí. Siempre te he esperado, sabría que volverías.

Me quedo mirándole mientras se va. Puede que acepte su invitación. Pero debo de ir primero a explorar la cuidad. Apenas tengo recuerdos de ella y lo maravillosa que fue. Pero son escasos. 

Había muchas sirenas también, eran bellas. Con cabellos de colores preciosos y unos cuerpos tremendamente envidiables. Aunque las ninfas siempre estamos y estaremos por encima. Somos magia de la naturaleza.

De todos modos, es una cuidad muy pobre, pero valoran mucho todo lo que tienen y eso me fascina. Es realmente admirable. 

En ese mismo instante se me acercan muchos sirenos, todos con caras familiares. No paran de decir mi nombre.

—¡Tienes que ayudarnos!

Todos pedían mi ayuda, pero no sé qué era lo que realmente querían. Tan pronto me di cuenta que lo que me pedían era que les ayudase a que los demonios no mataran a su pueblo. Me había metido ya, en un problemón. Ya que ahora tenía que pensar en cómo salvar al mío y al suyo. Y yo tenía muy poca sabiduría.

Se me acercó Rusty otra vez.

—Tienes que ayudarnos, por favor.

—Eso haré —no tengo ni la menor idea de cómo salió esa frase de mi boca pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera por él. 

En ese momento me viene a la mente un flashback. La cicatriz de su ojo azul agua. Recuerdo cómo me protegió cuando era más pequeña de los demonios. Acabó con esa cicatriz en el ojo por mí.

—Eres la mejor, guapa.

Guapa.

Yo soy ShroonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora