000 - Prólogo

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Jim respiraba pesadamente, con el corazón desbocado en su pecho y sus pulmones expandiéndose y recogiéndose sin piedad bajo sus costillas, el pitido en sus odios se desvanecía lentamente, pero continuaba siendo doloroso, como si taladrada en lo más profundo de sus pensamientos hasta volverse físico. Sus ojos desenfocados pero fijos en la figura borrosa frente a él, con la armadura azul cielo brillando, el sonido que luz del día hacía cuando su portador estaba furioso, la voz de Toby dejaba de ser un eco lejano e incomprensible y se convertía en algo que realmente lograba entender. Toby agitaba una de sus manos por el aire, ademanes desesperados e iracundos.

La figura de su mejor amigo se tornó clara para Jim, sintiendo finalmente el filo de la espada en su cuello, el vibrar del objeto casi ensordeciendole un odio y los gritos frenéticos de Toby llegaban a su mente por el otro. El chico le miraba con ojos sombríos y confundidos, enojado. No, peor. Jim tragó saliva, soltando finalmente el pedazo de metal que había usado como arma para defenderse -No- el arma que había usado para luchar contra su mejor amigo. Con la mandíbula apretada hasta que tronó su quijada y sus ojos azules cielo expresando tantas emociones que no podrían ser jamás expresadas con palabras o acciones, emociones que Toby no lograría entender... No aún.

-...entiendo! ¡No lo entiendo Jim!- Toby le gritó de nuevo, sus músculos se tensionaron hasta el punto que parecía que cada fibra de su cuerpo dolía, lágrimas sin derramar y la expresión contorsionada por un sentimiento que desgarraba las entrañas de Jim. Traición. Toby se sentía traicionado, se sentía herido. Jim no quiso mirar más, intentó apartar la mirada, cerrar los ojos, alejarse, pero estaba clavado en el suelo, estático, inutil y desesperado. -¡Explicate! ¡Jim por favor dime que mierda está pasando!- Toby exigió.

Jim sin embargo solo lo vió y escuchó por unos cuantos segundos antes de quedar absorto de nuevo en sus pensamientos, sus ojos detallando los cortes en el rostro de su mejor amigo, las gotas de sudor perlando su frente, los hilos de sangre resbalando por cada pequeña herida, heridas que él mismo había causado en un frenesí...

Luz del día es brillante en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora