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—Eres tan dulce como estas galletas, Jimin —es lo que dice Jungkook ese Jueves, cuando ambos se toparon a una hora diferente a la usual en la misma parada

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—Eres tan dulce como estas galletas, Jimin —es lo que dice Jungkook ese Jueves, cuando ambos se toparon a una hora diferente a la usual en la misma parada.

Jimin ahora solía llevar paquetes de galletas en su bolso cada día, dárselas a Jungkook lo hacía sentir bien, cuando veía los ojos brillantes del pelinegro tornarse más pequeños al sonreírle, una chispa le recorría el cuerpo entero.

Él niega avergonzado, mientras Jungkook parte la última galleta a la mitad como aquella vez, para dársela.

El autobús de Jimin llega primero, y mientras se dirige hacia él Jungkook le dice "Nos vemos el sábado, antes de que vaya a la academia de repostería" con sus manos en los bolsillos de la chaqueta.

—A las ocho estaré aquí —contesta con una sonrisa y se marcha a clases.

¿Repostería? ¿por qué come galletas de paquete si está en una academia de repostería?

El sábado llegó y Jimin se había arreglado más de lo normal, incluso usó algo de brillo en sus labios que los hacía ver más regordetes y jugosos

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El sábado llegó y Jimin se había arreglado más de lo normal, incluso usó algo de brillo en sus labios que los hacía ver más regordetes y jugosos.

Hoy en su mochila tenía pingüinos de chocolate, eran sus favoritos, quería ver si a JungKook le gustaban. Llegó a la parada 5 minutos antes, pero aún así JungKook ya estaba allí. El pelinegro miraba hacia atrás. Jimin lo vio lleno de confusión ¿Qué miraba? era un almacén vacío y sin más. No le dio mucha importancia y se sentó. El frío le calaba los huesos, aunque llevaba puesta una campera acolchada. Jungkook sólo llevaba un abrigo verde y algo desgastado. ¿Qué no moría de frío?

Sacó el paquete de pastelitos del bolso, y en cuanto Jungkook lo vio, dejó un beso en su mejilla.

—No sé como lo averiguaste, pero son mis favoritos —sonrió tierno. Jimin se sonrojó.

Cuando pudo detallarlo mejor, Jungkook tenía un golpe en la mejilla derecha, se había girado a buscar algo en su bolso, y fue cuando Jimin lo notó, sus ojos desorbitados y acuosos, y una pequeña herida en su labio inferior. Se preocupó de inmediato, estiró los dedos con cautela y acarició la mejilla despacio.

—¿Estás bien, Koo? —susurró angustiado, Jungkook sostenía dos cafés en las manos.

—Sí. Es lo único que puedo darte por ahora, Jimin, pero prometo un día pagar todo lo que has hecho por mí —le tendió uno de los cafés.

Jimin lo miró desconcertado, pero Jungkook le dijo que estudiaba repostería en una academia no muy lejos de allí, mientras iba hacia el bus que ya había llegado.

—Gracias de nuevo, Jims, disfruta el café y ve pronto a casa, hace frío.

El pelirosa se quedó estupefacto cuando el autobús partió.

¿Pagar qué cosa? Sólo eran galletas y ponqués. Jimin no había hecho nada por él como para que Jungkook tenga que pagarle.

 Jimin no había hecho nada por él como para que Jungkook tenga que pagarle

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