IV. UN DESEO

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Ver a Alberto, arrodillado frente suyo, con lágrimas en los ojos, provocó un gran malestar en Luca. Un montón de emociones empezaron a recorrer su cuerpo mientras que su cabeza no dejaba de palpitar, como si hubiese sentido algo como esto antes, se llevó una mano a donde provenía el dolor y sobó sus sienes, sin embargo, esto no hacía ninguna mejoría, poco a poco todo empezó a tornarse borroso mientras se sumía en una profunda oscuridad hasta quedar inconsciente.

-Luca, Luca, despierta – entre zumbidos oía una lejana voz que le llamaba, reconocía esa voz, pero... ¿por qué sonaba tan asustada? ¿se había quedado dormido? Poco a poco empezó a abrir sus ojos y a diferenciar los objetos que en principio se veían como manchas de colores, y, justo frente a su rostro, había unos ojos con la vista fija en él, era una mirada profunda y llena de preocupación que conocía a la perfección y, esa extraña y repentina cercanía, lo hizo sentir avergonzado, algo que sus cachetes no tardaron en demostrar - ¿Qué-qué pasa Alberto? ¿por qué me miras así?

De la nada el cuerpo más pequeño fue estrujado entre los brazos del mayor mientras que por sus mejillas se deslizaban unas pequeñas lágrimas de felicidad y agradecía entre sollozos que su amigo estuviera bien. Después de alejarse un poco lo miro por otro rato mientras le sonreía e inconscientemente, por el calor del momento, agarró su rostro con ambas manos para darle un pequeño, pero fugaz, beso en la frente y volverlo abrazar, cerca de su oído logró susurrar "no me vuelvas a asustar así, Luca", pronto fue consciente de lo que acababa de hacer y se alejó empujando al joven confundido por la situación.

-Lo siento, Alberto, pero... ¿por qué estas llorando? – el pequeño se acercó y tomo el rostro del contrario con sus manos mientras que con sus pulgares limpiaba suavemente las lágrimas que aún no dejaban de caer por esas morenas y pecosas mejillas - ¿Qué pasó?

-Yo, yo estaba muy asustado – su voz sonaba entrecortada – t-tú te caíste y luego quedaste inconsciente, cuando abriste los ojos no sabías quien era, ¡pensé que me ibas a olvidar! – su llanto empezó a asonar más fuerte y las lágrimas cayeron con más intensidad, no había llorado así desde hacía años.

- Oye, calma – dijo tratando de tranquilizarlo aún con el rostro del contrario entre sus manos, acortó un poco la distancia entre ambos y juntó sus frentes – yo no te voy a olvidar jamás así que tranquilízate, aquí estoy.

Sin poder soportarlo más Alberto lo abrazó fuertemente y hundió su nariz en la clavícula De Luca, ese aroma tan particular y familiar a la vez lo ayudó a calmarse y regular su agitada respiración. El menor acarició la espalda del moreno y sus alientos se sincronizaron, dándole paz a aquel ambiente tenso que se había formado antes.

El revoltijo de emociones que ambos acababan de tener los dejó agotados provocando que ese cálido abrazo se volviera en el cobijo de esa fría madrugada, se acomodaron sobre las cobijas de antes y se dejaron vencer por el cansancio.

Al aparecer el crepúsculo de la mañana, el sueño de Alberto se vio interrumpido, moviéndose un poco posó el dorso de su mano sobre sus ojos y giró suavemente para evitar la luz del sol directa sobre su rostro. La imagen que tenía a tan solo unos centímetros de él lo dejó embobado, como si el tiempo se hubiera detenido, el rostro de quien dormía a su lado se veía perfecto, destellaba ante pequeños destellos que se colaban por la ventana, como el de un ser celestial que descendía a la tierra, sus pestañas largas y castañas le daban una apariencia más delicada, sus rulos armoniosamente desordenados y brillantes lo hacían ver jodidamente tierno, su tersa y clara piel le incitaba a acariciarla pero utilizó todas sus fuerzas para evitar la tentación, era en realidad un espectáculo para sus ojos y un bombardeo para su corazón, sentí como si este fuera a estallar en cualquier momento. Ansiaba mucho quedarse ahí un largo rato observándolo.

Un pequeño movimiento del joven, aún a la merced de mundo de los sueños, dejó sus rostros aún más cercanos poniéndole de los nervios, su respiración se agitó y sus mejillas se sonrojaron, su mente y su corazón querían hacer dos cosas totalmente distintas en ese momento, el racional y el apasionado, el primero quería alejarse y despertarlo para volver a casa antes de que notaran su ausencia mientras que el segundo quería pegar más sus cuerpos, acariciar su rostro y verlo dormir todo el tiempo que fuese posible.

Sin saber a cuál de los dos escuchar, su cuerpo se movió obedeciendo por cuenta propia el deseo que más fuerza tenía en ese momento, sus brazos se acomodaron, sus manos lo acariciaron con delicadeza y sus labios se encargaron de terminar el trabajo. Un delicado y suave beso fue dejado sobre los labios ajenos mientras levanta su mentón para acomodarle mejor.

No pasó mucho antes ser consciente del acto que acaba de realizar, le había dados su primer beso a su amor de la infancia mientras este dormía, se suponía que haría esto cuando los dos se sintieran igual, no de este modo <<esto no está bien>> pensó. Se paró lo más rápido que pudo y empezó a ordenar todo el desastre hecho unas horas atrás, barrió y recogió las partes que ya no servían en tiempo récord. Consecuentemente el ruido terminó despertando a Luca poco después.

Lo primero que notó fue la claridad del lugar.

-¡¡¿YA AMANECIÓ?!! – su gritó resonó con fuerza en toda la habitación mientras saltaba de su lugar para quedarse de pie - ¡Vámonos Alberto! aún puede que logremos llegar antes de que Massimo no nos encuentre.

El nombrado simplemente asintió levemente mientras volteaba a verle para salir de allí. En el pequeño instante que ambos cruzaron sus miradas un apenas visible sonrojó brotó sobre las mejillas de ambos.

Se dirigieron corriendo hasta el mar, y nadando hasta su hogar, lo más rápido que pudieron. Al llegar sin hacer ruido alguno subieron por aquel árbol cerca a la ventana de la habitación y se escabulleron dentro de ella; sin pensarlo mucho se metieron cada uno en su cama y esperaron a que fuera la hora de que el responsable de la casa fuese a despertarlos para comenzar el día con un delicioso y nutritivo desayuno.

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Uno de los pasatiempos de Guila era la ciencia y, para comprenderla mejor, leía muchos libros, a veces pasaba la noche en vela inmersa en esas páginas llenas de conocimiento. Sin importar cuanto leyera y cuanta más información recibiera jamás se aburría de ello.

Hoy era una de esas noches y hoy, como casi siempre solía hacerlo, se dirigió al cuarto de Luca para que aprendieran juntos. Al levantarse se fijó en que eran pasadas las 2 de la mañana así que dudó en si entrar o no, pero al final no cambió de decisión, lo despertaría si fuera necesario.

Si embargo se halló con una sorpresa al ver que el cuarto estaba vacío, las sábanas estaban desordenadas y la ventana abierta, era claro que se habían escapado por allí hace un tiempo. Se sintió algo molesta porque no le mencionaron que iban a salir, ni le pidieron ayuda para cubrir la fuga, ni le contaron que iban a hacer, se sintió exclusiva.

Aún así no iba a dejar que las vacaciones favoritas de Luca se fueran a arruinar, su madre podría regañarlo y alejarlo de Alberto el resto del verano por lo que decidió que antes del desayuno no dejaría que su padre entrara al cuarto hasta haberse asegurado de que ya habían regresado, o talvez solo estaba exagerando las cosas en su mente para tener una razón de no sentirse fuera del grupo de amigos.


GEEEEEEEEEENTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! NO PUEDO CREERLO. Hay muchas vistas y cotos, bueno, para mi son muchas así que les estoy muy agradecida, enserio. 

Espero que les siga gustando lo que escribo y que hayan disfrutado de este nuevo capitulo UwU. No olviden votar, seguirme y compartir si adoran a esta parejita tanto como yo.

 También quería aclarar que las actualizaciones no son constantes porque escribo esto cuando tengo tiempo e inspiración y, a decir verdad, es difícil hacer que esas dos cosas se junten en un mismo momento. En fin.

¡HASTA LA PRÓXIMA LECTORES! 

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2022 ⏰

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