Capítulo 1: Su regreso.

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Hazel.

El mes de enero contaba aún con sus primeros días, el primer lunes, comenzaba con una mañana tranquila, como cualquier otra. Todo era lo mismo de siempre en la pequeña ciudad de New Orleans. Las personas iban de aquí para allá, algunas se dirigían a su trabajo, otras a sus escuelas, y el resto, simplemente a disfrutar de otro día soleado, donde el jazz y otros tipos de música inundaban el pueblo, creando una atmósfera mágica, perfecta para dar un paseo o sacar a sus mascotas, en resumen, la salida del sol, dio paso al inicio de un nuevo día, el cual era uno bastante normal para todos, excepto para mí. Me encontraba conduciendo mi BMW en completa soledad, y es que ya no contaba con ninguno de mis viejos amigos «no, no es la forma correcta de llamarlos» mis viejas marionetas es el término más adecuado, sí, marionetas, de esas que te lamen las botas siempre y cuando tengas poder o algo que ofrecerles, por insignificante que sea; las que manejas a tu antojo y luego desechas cuando ya no las necesitas. Eso es lo que hice cuando ya no eran más que una piedra en el zapato, deshacerme de ellos. Se preguntarán por qué, pues, verán, cuando llevas una vida como la mía, te acostumbras a la cruda realidad que ofrece el mundo, porque en el mundo no es ese hipotético lugar donde todo es color de rosas y los problemas siempre tienen solución, donde dejas que te lastimen y luego los perdonas porque eres un completo gilipollas, y disfrazas tu estupidez con la frase «el fuerte ha de perdonar a aquel que lo herido» verás, en mi mundo, la vida es como en la televisión ¿por qué? Pues porque como dijo Deadpool, al igual que en la tele, tu mera existencia se resume en horas y horas de programación de mierda, seguida de algunos fugases cortes comerciales de felicidad, seguidos de más programación de mierda. Lo sé, suena cruel, pero déjame decirte que no puedes juzgarme, no puedes hacerlo si la vida no te ha enseñado que es mucho mejor ser el victimario y no la víctima...

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El sonido de mi teléfono invade mis oídos en el preciso momento en que cruzo los límites de la ciudad. Aparto mis ojos de la carretera por unos segundos y reparo la pantalla de mi móvil.

«Desconocido» decido no contestar, quien quiera que sea, no tiene las pelotas de mostrar su identidad, así que coger la llamada sería una pérdida de tiempo... tiempo del que no dispongo en este momento. La pantalla del celular se apaga y vuelve a iluminarse nuevamente con otra llamada entrante del mismo número. Cojo el aparato y lo pongo en silencio «que fastidio» Me encuentro en una situación en la cual mantener la calma es crucial «concéntrate Hazel» Mis próximos movimientos son imprescindibles, de mis acciones depende el que mañana continúe con vida. Prendo el estéreo de mi coche y dejo que Demons de Imagine Dragons colme mis oídos. Continúo mi camino a gran velocidad, mantengo mi pie derecho en el acelerador y la vista en las desoladas calles.

Media hora conduciendo. Treinta minutos infernales desde Nueva Orleans hasta este maldito lugar en medio de la nada.

Estaciono mi auto frente a esos viejos almacenes abandonados. Echo un rápido vistazo a mi reloj y al paquete que yace en el asiento del copiloto. Llego diez minutos antes, lo cual es más que bueno, ya que a mi empleador no le agradan nada las llegadas tardías. Bajo del BMW con el pedido en una mano y mi arma en la otra. Me detengo frente a los grandes portones oxidados que están siendo custodiados por dos hombres, que digo hombres, gorilas gigantes es la frase correcta, en fin, estos ''Gandalfs'' obesos de dos metros, me reparan de pies a cabeza... «tantos años en esta mierda y aún creen que me dejaré intimidar... yo soy Hazel Miller, la puta ama, los amedrentados aquí son ellos»

- ¿Traes lo que se te ordenó mocosa? - indaga uno de los guardias. Siempre tan irrespetuosos, únicamente cuando Adam no está cerca, claro está.

Empire [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora