"Lo que ya he dicho. Será un juego de preguntas y respuestas, limitado, por supuesto, a tres preguntas cada uno. ¿Qué opinas? Juramos responder con la verdad”
"Bueno, si hubiera algo que quisiera saber, simplemente lo preguntaria. Tú también podrias hacer lo mismo, sin tener que hacer un juramento vinculante” respondió, sin inmutarse.
"Bueno, si podriamos. Pero podria mentir. Se me da muy bien mentir, ya sabes”
Paradójicamente, sus últimas palabras fueron una mentira. Afrodita rara vez mentía, porque realmente no tenía que hacerlo. Pero no estaba segura de que esta mentira se le hubiera escapado por completo. Fingió mantener su expresión impasible y trató de relajarse. Evitó sus ojos, pensando que podría salir impune. En su lugar, trató de sonreír.
"¿También vas a jurar sobre la Estigia?” preguntó él, con voz ligeramente apagada.
"Por supuesto. Se supone que es mutuo" respondió ella, tratando de actuar con despreocupación.
"No mentiría si lo juro o no, ya te di mi palabra. Pero, si lo juramos por la Estigia, tú tampoco podrás mentir. ¿Estás segura de esto?"
"Bueno, palabra o no, podrías mentir por lo que sé. No oculto nada, como tú tan elocuentemente dices: soy un. libro abierto” dijo ella.
Hefesto lanzó un suspiro de agotamiento y se frotó los ojos caídos, con cansancio.
Finalmente, dijo: "De acuerdo entonces”
El santuario de Hefesto, más bien su guarida, carecía de todo color. No tenía nada que ver con lo que era el Olimpo. Las paredes de piedra de color oscuro, los muebles mínimos, ni siquiera intentaban mostrar la grandeza que los otros dioses mostraban en su intento de declarar su estatus de olímpico. Este espacio privado desprovisto de cualquier tipo de decoración creaba una atmósfera solitaria.
"Esto es muy lúgubre” comentó Afrodita.
Pensó que era un comentario muuy descortés para hacer en voz alta, así que trató de reparar el daño, pero Hefesto pareció no inmutarse y le ofreció asiento con indiferencia.
"No me gusta el desorden, me estorba en mi trabajo”
"Siempre puedes optar por tener al menos una planta en maceta o un par de cortinas" Dijo ella, mirando a su alrededor la extensión de la habitación a la que sin duda le vendría bien algo, ¡cualquier cosa!
"No tengo ni el talento ni el tiempo para embellecer las cosas” dijo él, sombrío.
Afrodita se rió. "Sí que eres un buen mentiroso” se burló.
"No es una mentira”
"Bueno, parece que eres de lo mejor en tu habilidad artesanal. Por no hablar de que se te considera el mejor creador de todo el Olimpo, ¡incontestable!"
"Mis habilidades tienen que ver con las funciones. No tiene nada que ver con la belleza”
"Me resulta difícil estar de acuerdo” dijo ella, colocando su mano en el cinturón como respuesta a la mirada perpleja de Hefesto. “Alguien que puede hacer algo tan hermoso como el Kestos Himas no debería afirmar que no sabe nada de belleza”
"El cinturón mágico fue hecho para cumplir su función. La apariencia era algo que consideraba secundario. Sólo traté de improvisar, pensando que podría no ser de tu agrado” dijo, tímidamente.
"¿Y esperas que me crea eso”?” preguntó Afrodita, con las cejas fruncidas.
"Sería bueno que lo hicieras” dijo él.
Una sonrisa triste se dibujó en sus labios.
Afrodita miró a Hefesto con confusión, pero no había ningún indicio de falsedad en su afirmación. Creía sinceramente que no tenía ninguna inclinación ni talento para la belleza. Era difícil creer que un dios, un olímpico además, pudiera expresar tan fácilmente lo que consideraba su defecto y aceptarlo sin dificultad.
Afrodita reflexionó con toda seriedad y dijo: “Tengo mucha curiosidad"
"¿Por qué?"
"Te lo voy a preguntar ahora. Empecemos"
Ambos juraron por el río Estigia y se comprometieron a contestar tres preguntas con la verdad. Pronto, su pequeño juego comenzó. Afrodita estaba eufórica por la oportunidad de encontrar cualquier cosa que ese enorme y fornido hombre escondiera.
"¿Te importa si voy primero?” comenzó Afrodita, emocionada.
"Como quieras” le respondió él.
"Pensándolo bien, puedes ir tú primero” ofreció Afrodita generosamente, con una sonrisa de satisfacción.
"Oh, vamos. ¿No tienes curiosidad? De todos modos, no tardará tanto”
Afrodita lo hizo precisamente para confundirlo, para despistarlo de su inminente y estable calma, para verlo nervioso, aunque fuera un poco. Viendo que se frotaba solemnemente el puente de la nariz, no era tan difícil de conseguir.
Eso fue lo que pensó Afrodita, por desgracia estaba lejos de tener razón.
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El amor de Afrodita
Fantasy"¿Casarse conmigo?" Un matrimonio fue forzado de la nada a Afrodita, la diosa del amor y la belleza, y el novio era el dios masculino más feo del Olimpo, Hefesto. Todos simpatizaban con la pobre novia, pero poco sabían... a ella le agradaba. Sin emb...