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14/9/2009

CORALINE

Al fin lo iba a hacer, todo mi dolor iba terminar, estaba en la azotea del edificio del cual me iba a lanzar dispuesta a terminar con mi vida. Deje una carta para cada persona de mi familia y círculo de amigos, circulo el cual estaba conformado por Damien, mi mejor amigo, y otros cuantos chicos mas.

Estaba ya a punto de lanzarme para terminar con este sufrimiento cuando siento una mano en mi hombro, ese toque me eriza la piel tenía miedo de que alguien de mi familia se hubiera dado cuenta de que no estaba. Me doy vuelta y veo a una chica un poco más baja que yo.

— ¿Hola? — pregunte con una notable confusión en mi voz.

—Hola soy Julia, te vi muy cerca del borde, ¿pensabas...—La chica hace una seña de muerte. —a ti misma?

—Si pero ahora hay una persona que me está interrumpiendo mi hermosa muerte. — digo de mala manera.

—Vale...emmm y-yo yo lo siento. —Dice la chica un poco nerviosa. — ¿Puedo saber tu nombre?— Me sonríe muy levemente.

—Me llamo Coraline. — La veo alejándome del borde, tengo la sensación de que esta chica vale completamente la pena.

—Encantada Coraline, ¿espera cómo se pronuncia? ¿Coraline? O ¿Coralain? —Me ve con curiosidad.

—Dios, dame paciencia. — Miro el cielo, estaba oscuro y yo cansada de que cada vez que decía mi nombre me pregunten lo mismo. — Coraline así como suena.- Veo a esa chica tenía el cabello corto y pelirrojo, no sé si era bajita o era yo que aún seguía parada en el borde, así que decido bajar para comprobar si la chica era de verdad de una baja estatura o no.

— ¿Cuántos años tienes? — pregunta la chica.

—Quince, ¿tu? — respondí y pregunte a la vez, mientras la miraba, sus ojos eran de un color el cual no sabría cómo describir eran una mezcla de azul, gris y verde.

—Diecisiete, pensé que tenías mi edad. — Me ve mientras sonreía, yo ignore su comentario y fui a mi apartamento a ordenar todo esperando que mis padres no hayan llegado del trabajo y hayan leído su carta correspondiente. Entro al apartamento y veo a mi madre llorando.

—Mierda— Pienso y me acerco a ella. —Mamá, estoy bien no llores— Ella me abraza y yo la alejo. Odiaba el contacto físico.

—Coraline ¡¿cómo pensabas suicidarte hija?! — interrogo mi madre mientras gritaba.

—Bueno, primero pensaba colgarme de algún árbol...— bromeé ante de que mi madre me interrumpiera, para dar paso a la siguiente frase.

—Basta hija ¿no pensaste en cómo me afectaría a mí o a tu padre? — Me ve con lágrimas en sus ojos, por primera vez en mis quince años de existencia en este patético mundo sentí lastima por esa mujer.

—Mamá lo siento, pero si te hubieras dado cuenta o me hubieras llevado a un psicólogo, tal vez yo no hubiera tenido ese pensamiento. —dije de forma indiferente restándole importancia.

Mi madre no dijo nada más y ambas nos dirigimos a nuestros cuartos para dormir.

—Tal vez Julia apareció por algo en mi vida. — Pensé. Esa chica era linda al menos para mí, decido llamar a Damien. Espero que atienda.

—Hola Aline ¿estás viva?—Ese chico era la única persona la cual yo autorizaba que me llamara así.

—No te estoy hablando desde el infierno idiota. —dije de forma sarcástica. — No viene al caso, conocí a una chica. —digo feliz.

—Uhhh, ¿una chica? ¿Dónde en el infierno donde te encuentras ahora?—bromea el chico

—Idiota, ella es la razón por la que estoy viva...— Me quede pensando en cómo se podía interpretar esa frase.

— ¿No era que la conociste hace un rato? — pregunta el chico

— Si, ella me vio cerca del borde y quiso ayudarme, así que aquí estoy. —

— ¿Y? ¿Es linda? —

—No sé idiota estaba oscuro. —mentí, claro que vi a esa chica.

—Si claro niña, ¿mañana vienes al colegio? —cuestiona mi amigo.

—Creo que no tengo otra opción Damien. —

—Vale nos vemos mañana.— Luego de que él haya dicho eso colgué.

Damien era un par de años mayor, él tenia dieciocho casi diecinueve. Tenia el cabello teñido de negro, ojos marrones oscuros, era casi tan alto como yo y utilizaba bastante delineador. Podría decirse que era medio emo el niño.

Cartas para un amor muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora