Es una cálida noche de verano en algún bar citadino, el chico de mirada huidiza y el Hércules de ojos gélidos comparten un ameno momento. Después de cuantiosas idas y venidas, altas y bajas, siendo Ronie algo menos que un mal recuerdo; es momento de disfrutar.
Han transcurrido cuatro años desde que el par de enamorados dijeron sus votos y esta tranquila noche celebran uno de sus muchos aniversarios, pero algo extraño pasa, ¿quiénes son esos que parecen salidos de una máquina del tiempo?
Dramaturgo, no seas grosero, son nuevos amigos, demonios.
¿Y qué hacen en tu mesa?
Ya te dije que son amigos. Inu es el tipo grande frente a Ray, tiene veintiocho y creo que es policía, aunque no sé de qué época —¡Ay! Pero qué cosas pienso—, el enano con aspecto de debilucho es su pareja, Riku...
¿Qué clase de nombres son esos?
¡Cállate! No seas grosero ya te dije, Dramaturgo.
Bien, la verdad, de este hobbit medieval no sé nada, el tipo casi no habla, creo que es peor que yo.
Y eso ya es decir demasiado, pero Ray y el otro se ven muy interesados mutuamente.
¡Vete a la mierda, Dramaturgo!
—Hey, Riku, ¿qué cuentas? —pregunto luego de un trago, tratando, no lo sé, ¿de entretenerme?
—Bueno... Yo... —Luce nervioso. Inu lo nota de inmediato y desvía la atención de Ray, pasa uno de sus fornidos brazos por detrás de su pareja para abrazarlo—. Tengo 25 años y... —Inu contiene una risa sin éxito, a lo que Riku responde golpeándolo con una mano en el pecho, provocando que ría más fuerte.
—Está bien, lo siento. No hay mucho que decir; este hermoso pequeñín es un importante guardia al igual que yo. Llevamos cinco años juntos y tenemos dos pequeños. Los adoptamos cuando mi hermano murió. —El sujeto se desanima un poco y lo comprendo, es demasiado duro enterrar a alguien así de importante y lo sabré yo.
Riku reacciona sobando su espalda y regalándole una bella sonrisa. Realmente son un par de melosos.
Me recuerdan a un par que conozco.
¡Cállate! Estarás pensando en Rui y Kelly o quizás Cacius y Cory o tal vez Moe y...
—Eso suena genial —comenta Ray, sacándome de mis pensamientos, jala fuerte mi brazo para abrazarme y me remuevo molesto contra su cuerpo, él solo me ignora y continúa—: Yo tengo un hijo, mi T-Rex. Podría decirse que este niño es su padrastro.
—¿Y no han pensado en otro? —pregunta Inu, mis ojos se abren de la impresión y decido esconderme en mi cerveza— Digo, adoptar un niño ustedes dos.
¡Eso fue peor! Tomo mi bebida al triple de rápido.
Mientras el chico de mirada huidiza devora el licor cual si fuese la última gota de agua en el desierto, Ray estalla en una poderosa carcajada, golpeando incluso la mesa repetidas veces con una mano. La pareja medieval sonríe, pero todo pierde gracia en el momento que el joven de dorados rizos acaba atragantado con su propia bebida.
¡Me ahogo! No paro de toser, Ray en plan preocupado palmea mi espalda con fuerza, creo que la cerveza se filtró hasta por mi nariz, esto es horrible. Ese tipo está loco o qué le pasa.
—Ya de-ja-me... —espeto molesto hacia Ray que está ahora aguantándose una carcajada—. Creo que estamos bien así, Inu.
Sin mencionar que el pequeño gánster ya está entrando en la adolescencia.
YOU ARE READING
El último hijo del Arcoíris
Krótkie OpowiadaniaUna noche de verano, dos universos convergen en algún bar citadino, la locura se extiende hacia otros confines de la ciudad donde los licántropos han hecho acto de presencia.