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Aquella extraña atracción persistía.
Persistía, persistía, persistía. Tanto que era odiosa hacia la mujer.
Ya no podía quedarse a solas con el mayor sin ponerse a la "defensiva" evitando cualquier contacto piel a piel con él.
Pero una noticia impactó a la nación, su esposa había muerto en extrañas circunstancias, la nación estaba devastada. Aquella mujer ejemplar se había ganado el cariño de su pueblo.
Pero al que menos se Miró afectado fue al señor Románov, se le miraba normal. Incluso las invitaciones a la señorita Ivanova continuaban.
Ella aceptaba ahora por obligación, su padre se había puesto pesado tras la noticia pidiéndole que lo "atrapase" antes que sea muy tarde.
La mujer lo quería, pero entendía que desear a alguien que está de "" luto "" no era una buena carta de presentación. Además que sentía una vibra extraña proveniente de él.
En una invitación partícular (al ser de noche le pareció extraño) hacia ella le llamó la atención a manera de alerta.
Nunca le había invitado de noche a su Palacio, eso la puso alerta. Su padre feliz la envió casi a patadas, la chica le mencionó su presentimiento pero éste hizo caso omiso.
No le importaba, mientras más rápido se juntaran sería mejor para él más que nadie.
Estaba en las puertas del Palacio.
Miraba atentamente a estas con sums desconfianza, las puertas se abrieron dejando ver a los soldados que resguardaban el sitio.
Le permitieron adentrarse para ir con su líder, el cual estaba extraño.
