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Jimin mantenía su mirada puesta sobre sus zapatillas, como si los dibujos llenos de colores que él mismo había hecho sobre ellas fueran lo más llamativo e interesante del mundo. Sus manos jugaban nerviosas en su delante y no se atrevía a levantar la cabeza.

Su madre y la señora Kim conversaban como si no se hubieran visto en mucho tiempo —algo que sí podría ser teniendo en cuenta lo ocupadas que siempre estaban—, pero él estaba muy lejos de estar incluido en esa conversación, solo pudiendo pensar en que prácticamente tenía a Jungkook detrás suyo, atendiendo del otro lado del mostrador a los últimos clientes del día.

Cuando sus ojos se encontraron, había estado muy sorprendido, incluso pestañeó varias veces creyendo que estaba viendo mal. Total, en Seúl hay un millón de chicos igual de altos, con cabello negro, de piercing en la ceja y varios aretes colgando en sus orejas.

Pero no, estaba seguro que no había nadie igual a Jeon Jungkook como para confundirlo.

Él lo miró entre confundido y sorprendido, bastante impresionado de verlo ahí, "con las manos en la masa". Jimin había pensado en saludarlo, después de todo, era alguien que conocía, pero la sonrisa ni siquiera llegó a sus comisuras cuando recordó la razón por la que estaba ahí.

Lo había arruinado temprano y no había recibido una respuesta por parte de Jungkook. De seguro el chico seguía molesto con él por lo sucedido y por todos los problemas que causó.

Dios, deseaba tanto desaparecer en esos momentos.

—Jiminie, andas muy callado —alzó su mirada rápidamente cuando escuchó a la señora Kim dirigirse a él. Una pequeña sonrisa avergonzada se asomó entre sus labios y sus mejillas se ruborizaron ligeramente—. Recuerdo que de chiquito siempre hablabas hasta por los codos, ¿será que la adolescencia te cambió?

—Jimin anda decaído, no tuvo un buen día en la escuela hoy.

De pronto las alarmas se prendieron dentro de la cabeza de Jimin.

Jungkook estaba cerca. Jungkook podría escuchar.

«No, no, no».

—¿Y eso? —preguntó un tanto preocupada la mujer, intercalando mirada entre el chico y su amiga—. ¿Qué pasó?

—Mamá....

—Jimin estaba llevando unas bebidas para él y sus amigos —comenzó a contar, sin darse cuenta de los gestos y expresiones de su hijo—. Pero al girar chocó con un estudiante mayor y se le terminó cayendo todo. Manchó su uniforme y el del chico —hizo una mueca apenada—. Y no solo eso, el chico traía un postre y también se le cayó. Min intentó disculparse pero no ha recibido respuesta, por eso lo traje, para que pueda comprarle algo a modo de disculpa y se sienta mejor.

—Bueno, los accidentes pasan —dijo la señora Kim, sonriéndole gratamente a Jimin—. Jungkook también tuvo uno parecido hoy. Tenía que llevar un pedidos de cupcakes a su escuela, pero por error se le cayeron. Me dijo que haría unos nuevos y que se lo descontara de su paga, pero le dije que no —sacudió su mano en su delante, negando—. Sé que él no hubiera querido que el pedido se echara a perder, así como estoy segura que tú no hubieras querido que ese accidente pasara, Jimin.

Jimin asintió un tanto quedado, pero sus labios se apretaron al sentir una pequeña opresión en su corazón.

Así que en realidad los cupcakes eran un pedido que Jungkook debía entregar y a pesar de todo no dijo nada, solo asumiendo el desastre como si hubiera sido suyo.

Fue inevitable que se sintiera un poco mal.

—Ya sé que podemos hacer —dijo la señora Kim después de un rato, viendo directamente a los ojos brillosos de Jimin con una sonrisa—. Jungkook hizo unos cupcakes extras hoy, ¿qué tal si lo empacamos bonito y te lo llevas para dárselo mañana a ese chico?

Letters & Cakes ⟢ kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora