Capítulo 2. Regresaste a mis brazos.

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Recuerdo ese mes de marzo, el día de la Mujer concretamente, cuando te vi entre la multitud de una manifestación, con un cartel entre las manos lleno de purpurina.

Tú sonreías mientras te temblaban las piernas. A partir de ese hecho, nos encontramos, tú alejándote de la multitud por ansiedad y yo riéndome con cada ocurriencia que te venía a la cabeza.

Y a partir de ahí, encontré a mi cielo. A esa persona con la que hago clic.

Honestamente, brillabas. Y lo hiciste tanto que las semanas pasaron y yo seguía colgada por tus locuras, espontaneidad. . . Tu ser.

Así fue como tú te me adelantaste. Y empezamos a salir. En cuestión de tiempo, era "poco", según amigos míos, pero para mí, fue lo más impresionante de todos los tiempos.

Y por eso después de una larga espera, de sufrimiento, de botellas que me nublaban el juicio y de personas que hacían que perdiera la paciencia, regresamos.

Y esta vez siento que es definitivo. Es otro rollo completamente distinto, más. . . Natural, pasional, vivo.

Como las flores en su época de florecimiento, que esta vez han renacido para perdurar y esta vez, para no terminar.

Pero no todo son risas y emociones preciosas.

También están las personas que me oscurecen los pensamientos, que los vuelven meras palabras sin un trasfondo: gente homofóbica, familiares, compañeros de clase de Mik, gentuza que se mete en la vida de otro sin darse cuenta que viven la suya como personas muy terribles.

¿Qué tiene de malo que dos personas, independientemente de su género, su condición sexual, su país o su ideología se ame, mientras no dañe a nadie?

Eso le escuché decir a Mikaela hace tan solo unos días, cuando volvió a sentirse cohibida y asustada de vivir, por la falsedad de su colegio católico, de una monotonía constante y un parón completo del tiempo. Y todo para ir detrás de alguien que quién sabe si es todopoderoso o no, pero a ella le afecta.

Y a mí también. Ver los traumas creados por esa gente, ver cómo la luz de mi alma se apagaba en cada ataque de ansiedad, cómo la dejaban sola durante años y se consideró antisocial solo por no agradar a un puñado de pijos adinerados.

Ver cómo mi mariposa volvía a la crisálida me rompía el alma, por eso, esta mañana le dije:

- Mik. Sé lo complicado que es fingir ser alguien que no eres. Ambas lo sabemos. Pero no te encierres en un espejo que dice mentiras; mentiras que podemos olvidar y avanzar.

Que le jodan a esa gente patética que no te deja disfrutar de tu último año de bachillerato, que se vayan muy lejos y como molesten más me encargo de ellas. Pero intenta demostrar que eres más fuerte que ellas.

Yo sé que lo eres. Hazlo por mí, por nosotras, no dejes que ganen esta guerra que ellas provocaron por sus tonterías.- Y viendo cómo mi princesa lloraba, sonreí viendo cómo ella asentía y me apretaba contra ella mientras sollozaba y solo me agradecía.

Qué curioso es la cabeza, que a veces nos hace entender que una sola persona puede ser la gasolina que nos ayuda a avanzar, si realmente quiere cuidarnos y querernos.

Y aquí vemos la prueba feaciente: en un segundo Mikaela sonríe y me besa los labios con una determinación nunca vista, tanto que me la quedo mirando sorprenida y curiosa, relajándome para ver qué haría después.

El beso fue tan largo que un hilo de saliva nos seguía uniendo, aunque ella se apoyara con la respiración acelerada en mi pecho, pudiendo escuchar a su precioso corazón latir como una obra de Mozart en un tempo Allegro, veloz, vivaz, aniñada, llena de vida y entusiasmo.

Mikaela estaba sonriendo, tanto, que comencé a reír y ella infló las mejillas como si estuviera molesta, ambas sabemos bien las reglas del juego, porque entonces contesto:

- ¿No quieres que te bese?- Claro que no esperaba esa respuesta y presencié ante mis ojos cómo apartaba la mirada y jugaba con el cinturón lleno de adornos.

Sonreí y entonces, me levanté.

- Soul.- La voz quebradiza y jadeante de Mikaela me hizo girar la cabeza, sorprendida de que recordara una de las primeras parejas de rol que encarnamos hace mucho tiempo. 

Y sinceramente, ya me hizo caer.

Me desencadenó tantos recuerdos me dejé llevar y levanté su mentón para que me mirara a mí, el desastre de su novia.

Aquella que tuvo un pasado difícil, pero que cuenta los días para encontrar un buen lugar y fugarse juntas, lejos, sin ataduras, solo ellas dos.

Aquella que entiende el dolor más que nadie y por eso quiere amar y dejarse querer por Mikaela.

Por primera vez, la dejé sin palabras. Solo me miraba nerviosa, acelerada, con las mejillas rojizas y las manos temblando.

- ¿Querías algo, princesa?- Y entonces, la besé notando las lágrimas deslizarse por mis mejillas. La nostalgia me había sumido en un deseo de que realmente nos saliera bien y pudiéramos estar bien.

Porque realmente, estando a su lado es donde mejor me siento. Es quien me da lo que necesito y no tiene pegas, por eso, quiero dejarle claro que ella es mía y yo soy suya.

Que realmente el rol de activa y pasiva solo depende de la persona y en realidad, todos somos puros switchs o versátiles, pero solo el indicado te hace sacar ese lado y no hace que te avergüences, porque es recíproco.

Con esa premisa, noto como Mikaela cierra los ojos y trata de desabrocharme el cinturõn y yo solo ahogo una risa en ese beso mientras deslizo los dedos por su pelo, sus mejillas, sus caderas y nos fundimos en la reconciliación sentimental más bonita.

Donde los suspiros y los jadeos son las invitaciones a ir más allá o parar y donde veo cláramente que estábamos destinadas a estar juntas, porque no importa lo que nos separemos, sencillamente, ambas somos como dos gatos, siempre volvemos a nuestro hogar.

Ahí es donde entendí que se necesita una pausa para entender lo que deseas y lo que deseas conservar, en un proceso de ensayo y error, porque noto a Mikaela de una forma que no creí ver y amo y ella me ve en versiones que solo ella puede y quiero que vea.

Donde la verdad reluce y los sentimientos floreces apasionados porque dos almas perdidas han vuelto a encontrarse entre las llamas del amor real y no ese que es solo sexual o por el contrario alejado de lo profundo y lo verdadero, el poder tocar el alma de alguien y notar una conexión que solo pasa con esa persona.

Y para mí, Mikaela es mi inseparable llama gemela.

🌿 Dos hojas de menta 🌿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora