Pérdida

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Corriendo nuevamente hacia nuestro destino, tratamos de ir lo más veloz posible, pues no solo necesitamos huir del domo y de los monstruos, también encontrar los objetos blancos para pasar a la siguiente zona. Esto ya parecía un mero juego de acción.
Cada vez nos acercábamos más adonde se encontraba la gente, y al mismo tiempo de la nueva barrera, ya nos podíamos dar un respiro al saber que estamos a nada de sobrevivir, a pesar de que carezca de sentido...

—¿Ves eso, Cole? —preguntó Ray mientras señalaba a la barrera—, hay personas cruzando al otro lado.

Enfocando mi mirada, pude percatar que en efecto, habían algunos pasando al nuevo lugar. Ya era en parte tranquilizante el hecho de que no seríamos los únicos en cruzar, pues por algún motivo extraño presentía que solo seríamos nosotros tres.
A pesar de que las personas entraban, no eran en grandes cantidades, se veían entrar alrededor de tres personas dos veces, una cantidad muy mínima comparando con el número de personas que se veían al entrar por primera vez a esta ciudad.

—Bien, ya no estaremos solos para lo que viene —dijo Allison, que por el uso de esas palabras causó cierto revuelo a Ray.

—¿Ahora qué? ¿Nos tocará luchar con un ejército de robots asesinos? —preguntó Ray con sarcasmo.

—Ni siquiera lo digas, que tus palabras pueden ser escuchadas —respondió con una sonrisa maléfica Allison. Ray tomó una expresión de ira y agregó por último:

—Hija de...

—Concentrémonos en llegar antes de su próxima pelea —interrumpí molesto, ya eran suficientes situaciones como para tener que soportar una más.

Y así fue, seguimos avanzando sin aparentemente un problema más, y era mejor ahora que estábamos a solo pocas cuadras de llegar a la barrera, pero no la cruzaríamos todavía.

—Bien, a este paso es mejor separarnos para buscar cada uno los objetos blancos —avisé a Ray y Allison, ellas solo asintieron con la cabeza para después alejarse y buscar en la casa más cercana.

Yo seguí corriendo hasta llegar a la penúltima cuadra para después desviarme a la casa que se encontraba a mi izquierda, decidí que revisaría todas las casas de esa calle, aunque sería algo difícil, debido a que la calle parecía ser circular.
Dejando la observación de lado, entré a la primera casa y revisé los lugares donde podrían haber objetos blancos lo más veloz que pude; fue sorprendente que también tuviera muebles y una decoración "lujosa", creo que ya era un hecho que todas las casas de ahí tenían un decorado similar. El primer mueble que revisé fue un estante que se encontraba justo en la entrada, pero no encontré ningún objeto blanco. También había un buró de madera muy cerca, y al abrir su cajón pude encontrar una vara blanca, no tenía la más mínima idea de su utilidad o al menos de la clase de objeto que era, pero me conformaba con tenerlo.

Seguí adentrándome más y más a la casa, revisando la cocina, donde encontré unas tres bolitas de chocolate blanco en el refrigerador; lo peor del caso es que se veían tan apetitosas que me daban ganas de comerlas, pero no lo hice. Lo único que me preocupaba era la parte donde el tamaño de cada uno no importara, pues en el caso contrario, tan solo esperaba que sean de un tamaño igual o menor al de aquellos chocolates, qué complicado pudo llegar a ser cruzar la barrera, si tan solo hubiéramos conseguido más información sobre ella.

Por último, y para encontrar el quinto objeto, me dirigí a la sala de esa casa, pero nuevamente no parecía haber otro objeto por ahí, así que subí al segundo piso, busqué un dormitorio y al encontrarlo, entré y revisé la habitación tan deprisa que al ver el primer buró que apareció ante mí salté hacia él. Abrí cada cajón que se encontraba, eran dos: el primero solo contenía una libreta de hojas con un color amarillento; el segundo poseía una tarjeta de identificación color celeste, con el nombre grabado de "Connor", los apellidos estaban curiosamente tachados con un plumón negro, así que solo lo pasé por alto y lo dejé; y el tercero tenía objetos blancos, eran otras cinco varas blancas como las que encontré en la entrada, así que, viendo la oportunidad, dejé las bolas de chocolate en ese cajón, tomé todas las varas blancas y sin nada más que hacer en el lugar, bajé al primer piso y salí de la casa.

Entre Los MurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora