Verdad

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—¡¿Por qué, Allison?! —le grité furioso, con la sensación de querer soltar un llanto de la frustración por todo lo que ha hecho. El monstruo que me jalaba me soltó para después irse al otro lado.

Allison no dijo nada en ese momento, solo se quedó observando el lugar donde estábamos sin decir ni una sola palabra. Quería seguir insistiendo, pero el hecho de que se quedara ella viendo a la nada me hacía preguntar qué estaba viendo, así que dirigí mi mirada al mismo rumbo que apuntaban los ojos de Allison.

Fue cuando me di cuenta de la clase de sitio en el que nos encontrábamos: el interior de la barrera negra. A diferencia de la barrera blanca, esta es más espectacular y maravillosa, era el mismo espacio exterior. Podía ver las estrellas, tan blancas y pequeñas que igual parecía que estaban a una muy larga distancia. También se podían ver lo que serían pequeñas galaxias nuevas, una de color morado y otra de un color azul. Era bellísimo, sin duda.

—No sabes cuánto tiempo esperé para que ambos pudiéramos ver esta gran representación del espacio —dijo Allison con voz melosa, y eso me decía todo para admitir que en verdad esperaba esto.

—¿Era necesario dejar a Ray perecer allá? —pregunté insinuando la clara respuesta a la situación: no lo era, solo para ver qué clase de respuesta me daba.

—Ella me estorbaba —respondió fría, dejando salir lo que en verdad opinaba de Ray—, si la dejaba vivir, me hubiera tocado vivir siempre en el segundo plano. Tenía que...

—Pero la dejaste vivir, ¿no? —interrumpí con seguridad para sacar la teoría que, con esperanza, deseaba que fuera verdad—. Le diste los objetos negros para escapar de ahí.

—Ahh, ¿tendré que hacerte recordar ello? Sé que viste muy bien cómo su mirada se rindió al ver los objetos que le di.

—No le diste objetos negros para pasar...

—¡Por supuesto que no! —exclamó Allison contenta, orgullosa de lo que hizo—. Ni en sueños le daría objetos para pasar a esta zona especial.

—¡¿POR QUÉ?! —cuestioné alzando demasiado la voz y dejando notar la cólera que ahora poseía.

Allison dejó notar una expresión de molestia, para cambiarla después a una sonrisa, ¿malvada? podría decir que satisfactoria.

—Es simple, Cole —contestó, mientras que poco a poco acercó su boca a mi oído para finalmente susurrarme—, quería estar contigo y nadie más.

¿Cómo describir ese sentimiento al escuchar esas palabras? No sabía si sentir temor, tristeza, disgusto, o todavía más furia. Una avalancha de sentimientos comenzaba a surgir en mí, que quería liberarla de una sola forma.

—¡Maldita seas! —grité a la vez que intenté abalanzarme contra Allison, pero ella con sus brazos me detuvo antes de que pudiera hacer algo.

—Cole, necesito que te calmes.

—¡¿Cómo rayos quieres que me calme?!

—¡Solo cálmate! —ordenó, mientras uno de sus brazos lo quitó de mí para darme una bofetada.

Aunque no era la mejor manera de hacerlo, curiosamente logró tranquilizarme. Dejé de poner resistencia, bajé la mirada y ahora solo escuchaba lo que decía. De pronto, sentí en mi cerebro un especie de golpe directo a mi cabeza, casi como si algo me hubiera impactado desde dentro. Las palabras que estaba a punto de pronunciar desaparecieron, al mismo tiempo que los sentimientos que estaban surgiendo, se esfumaron. Fue similar a sufrir un cierre, como cuando le pones seguro a una puerta, pero en este caso a mi mismo cerebro, más extraño no podía ser.

Entre Los MurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora