Parte 1

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—¡No puede ser que después de años sigas teniendo problemas con Gustabo! —Exclamó el de cresta apresurando el paso mientras sostenía con fuerza su bolso para evitar que se cayera.

—Es que no entiendo por qué tienes que verlo tanto, Horacio.

—No jodas, Dex, es mi hermano. Además llegamos tarde a su cumpleaños.

Se hizo paso entre la gente a su alrededor para atravesar la entrada hacia el metro. Estaba seguro de que el otro lo seguía por detrás, así que ni se preocupó por voltear (aunque una parte muy profunda de él deseaba realmente perderlo en la multitud).

Logró subirse al metro antes de que partiera. Visualizó un espacio vacío para ambos, e hizo una seña con la mano para que Dex lo siguiera.

Se sostuvo de las agarraderas del transporte y soltó un largo suspiro, ignorando por un momento la mezcla de olores que podría ser producto de tantas cosas diferentes en aquel lugar. Cerró los ojos en busca de relajarse mientras sintió una presencia posicionarse a su lado, sabiendo así que Dex había logrado subir con él.

Aún no tenía los suficientes ánimos para querer enfrentarse a él de nuevo, por lo que mantuvo los ojos cerrados con la esperanza de que al otro le llegara el mensaje.

Su cuerpo se relajó visiblemente al momento en que sus sentidos percibieron el atrayente aroma que sobresalía entre los demás. Pronto se dio cuenta de que provenía de la persona a su lado. No recordaba que Dex hubiera comprado un perfume diferente, pero pensó que tal vez después de asegurarle de que el perfume que había comprado realmente no tenía un "Aroma seductor" como se anunciaba, le había hecho caso y se había conseguido otro mejor.

—Perdona por enojarme contigo de esa forma... Tal sólo quisiera que al menos intentaras llevarte con Gustabo, al menos por ser mi hermano.

Después de ello no recibió respuesta. Exhaló pensando que de nuevo Dex ignoraría el tema, y sin querer seguir discutiendo al respecto, simplemente lo dejó estar.

El enojo se disipó mientras el sándalo lo envolvió, y sin pensarlo dos veces se apoyó contra el hombro de Dex para poder sentir con mayor intensidad el olor que le había cautivado.

—Oye, ¿cuándo conseguiste el perfume nuevo? —Le preguntó después de un tiempo, aún sin abrir los ojos.

—¿Disculpe, caballero? —Le respondió una voz profunda, y con un notable acento extranjero.

Horacio se sorprendió y rápidamente se apartó del otro sintiendo el rubor encender sus mejillas. Ante él se encontró a un hombre más alto que él, de facciones duras, cabello grisáceo y vestido elegantemente con una gabardina café completando el conjunto.

—¡Hostia! L-Lo siento... Pensaba que era otra persona. —Notó la expresión del otro y no pudo interpretarla como una ofensa, sorpresa, o si era algo más, pero no recibió respuesta inmediata.

Por el rabillo del ojo vislumbró la estación a la que habían llegado, y se dio a cuenta que era la que le correspondía. Le dirigió una sonrisa nerviosa al hombre en forma de disculpa y de nuevo se abrió paso como pudo a la salida del metro.

Una vez fuera iba a revisar el celular para averiguar si es que Dex lo había seguido o simplemente lo había abandonado sin avisarle, pero al momento de bajar la vista hacia la pantalla se dio cuenta de que un par de pies se detuvieron justo frente a él.

—Caballero, ¿se encuentra bien? —Era el hombre del metro, y una pequeña ráfaga de viento le volvió a confirmar con sentir el perfume que le había gustado.

—Lo mismo le pregunto... ¿Hay algún problema? De verdad perdón por la confianza de hace rato, es que lo confundí con otra persona y-

—No me refiero a eso.

—¿Entonces...?

—El maquillaje que trae puesto... —El hombre hizo una mueca casi imperceptible y levantó la mano hacia el rostro de Horacio, quien por instinto se apartó rápidamente, levantando su mano para ponerla como escudo y cerrando levemente los ojos. El otro se sorprendió. Su expresión se endureció un poco más—. Disculpe, caballero, me gustaría hacerle unas preguntas si no es mucha molestia...

¿Acaso el maquillaje no había funcionado? El miedo comenzó a envolver a Horacio, el cual sólo incrementó más al darse cuenta de que alguien se dirigía a paso rápido hacia ellos.

—¡Apartártate, cabrón! —Masculló Dex, a punto de propinarle un puñetazo al desconocido.

—¡Dex, espera! —Quiso interferir Horacio, pero prontamente el hombre hizo una maniobra para dejar a Dex inmovilizado, tomándolo por la espalda de ambos brazos con suficiente fuerza para que no pudiera zafarse.

—¡Suéltame, gilipollas! —Forcejeó Dex, sin éxito.

—¿Es conocido suyo, caballero? —Preguntó dirigiéndose a Horacio. No parecía tener demasiado problema manejando a Dex.

—Sí. E-Es mi novio... —Contestó Horacio avergonzado. Notó un cambio en la expresión del otro hombre que no supo cómo describir.

—Caballero, le pediré que por favor se calme. —Le dijo ahora dirigiéndose a Dex.

—¿¡Calmarme!? ¡Eres tú el loco que me tiene de esta forma!

—Esta maniobra fue realizada en defensa propia debido a que usted tenía intenciones de agredirme físicamente en un primero momento.

Horacio se percató de la gente aglomerándose a su alrededor, sintiendo las miradas en ellos tres.

—Dex, por favor... Él sólo estaba preguntándome por direcciones... Y prometiste portarte bien esta vez. —Comenzó a suplicar Horacio en voz baja, ansioso porque aquello terminara.

Pronto Dex se calmó y el desconocido le soltó.

—De seguro este tiene el dinero suficiente para usar el jodido Google Maps. Vámonos, Horacio, que llegamos tarde. —Tomó con fuerza la mano de Horacio y comenzó a llevárselo hacia la salida de la estación.

—Espere, caballero. —Le llamó el hombre de nuevo, quien extendió una tarjeta hacia Horacio.

—Se le cayó esta tarjeta del bolso.

—Mh. Gracias. —Alcanzó a contestar tras tomar la tarjeta antes de ser jalado de nuevo. Guardó la tarjeta de nuevo dentro del bolso y siguió a Dex a trompicones.

El desconocido los observó marcharse, apretando con un poco de fuerza uno de sus puños.

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