01: ¡Oh, el amor!

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Era el año 2022. Exactamente, tres años justos habían pasado desde que nuestros dos protagonistas habían empezado a formar una relación.
¡México y Rusia lo llevaban de maravilla! A pesar de las complicaciones que el mundo estaba pasando actualmente, eso no les impedía ser felices a su manera.

¿Qué que ha pasado? Bueno, les comento.
Dejando claramente a un lado toda la crisis mundial, el chico de ushanka y el latino ahora vivían juntos. Rusia había empacado la mayoría de sus cosas y se había mudado con México a los pinos, la casa de Rusia la usaban para pasar las vacaciones de invierno o cuando quisieran desestresarse de la monotonía en la ciudad.
A pesar de que la pareja lo llevaba con calma, de vez en cuando tenían sus ligeros roces, así que, para eso, también habían empezado a tomar terapia.
OMS les ayudo en organizar las citas y los psicólogos que los atenderían, realmente lo llevaban demasiado bien para ser honestos y aunque en la relación, Rusia iba avanzado y estaba teniendo una gran mejoría, había todavía un problema ahí que aún no era capaz de soltar.

En una de sus cuántas citas, el chico ya hacía sentado en el sofá, mientras su psicóloga veía su expediente con detenimiento. El lugar estaba en total silencio, el eslavo solo esperaba a que la mujer con lentes y cabello a medio agarrar terminará de hacer el papeleo.

—Bueno, señor Rusia, —la chica habló —parece ser que los últimos meses no ha habido arranques de celos o inseguridades notorias, ¡Eso está estupendo!

El tricolor euroasiatico suspiró aliviado —La verdad esos ejercicios de respiración y hablar o escribir mis sentimientos me han ayudado muchísimo.

—Me alegra escuchar eso, si hay más mejoría en este último mes, el señor México estará de alta.

—Oh, me alegra escucharlo —Sonrió, pero después el chico la miro confundida —doctora, ¿qué hay de mí?

La chica fijo su vista en el euroasiatico algo sería, después se quitó los lentes. Acto seguido puso ambas manos entrelazadas encima de su escritorio.

—No niego que la mejoría que lleva es impresionante, pero aún no llegamos al fondo de todo lo que le pasa. Me refiero a un ámbito más... Personal.

Rusia se quedó callado un momento y volteó a otra dirección. Ya sabía de lo que hablaba la mujer.

La de coleta suspiró —Sé que... Muy pocas veces me ha hablado sobre su infancia, y esas veces son las que me ha contado por igual México o incluso su compañero Alemania y al parecer las únicas que saben.

—No entiendo a qué quiere llegar —Se hizo el tonto mientras volvía a mirarla frente a frente y se cruzaba de brazos.

—Necesito que se abra más, entiendo que a algunos pacientes no se sientan listos o preparados para hablar sobre ciertos temas, pero, llevamos más de un año con sesiones —Lo miró con preocupación.— ¿No cree que es un buen momento?

El de ushanka no dijo nada, solo se quedó serio, la mujer se dió por vencida, parecía ser que este no sería el día, de nuevo.

—Lo siento, creo que lo estoy presionando mucho —Volvió a colocarse las gafas, tratando de evitar el tema por completo —Me comento con anterioridad que estuvo teniendo náuseas y dolores en algunos músculos, ¿la medicación que le recetó el psiquiatra con anterioridad ayudo?

—No, seguí igual.

—¿Se ha sentido ansioso? ¿Algo que le haya provocado estrés?

—Eh... Sinceramente no que yo recuerde. De hecho, aún me causa conflicto no saber que es lo que puede estarlo provocando. Aunque las náuseas pararon desde hace dos semanas, pero las contracciones musculares aparecen de vez en cuando.

—Entiendo... Y el ejercicio en vez de ayudar empeora, ¿No?

—Un poco, pero me he sentido mejor.

—Esta bien, le comentaré al psiquiatra, veremos si cambiamos de medicamento o si aumentamos dosis, por el momento, es todo por hoy.

—Excelente, —el de blanco, azúl y rojo se levantó de aquel sofá —¡Muchas gracias doctora!

El eslavo se dirigió a la puerta de salida del consultorio, la chica, algo nerviosa y temerosa, volvió a tomarle la palabra.

—¡Señor Rusia! —el mencionado se dedicó a verla —Por favor... Tenga en mente lo que le dije. Tarde o temprano puede pasar algo malo si se guarda todo éso.

El muchacho volvía a verla algo fastidiado. No le dió ni una respuesta y salió de ahí.
Al cerrar la puerta, en los asientos fuera de aquel consultorio, lo esperaba México impacientemente.

—¡Oh, hola bebé! —México le saludó con un roce de narices muy tierno —¿Cómo te fue?

—Hola cariño, —le devolvió el gesto — estuvo... Bien —le sonrió, seguido le tomo la mano. —¿Nos vamos a casa?

México asintió, juntos salieron del hospital con dirección a los pinos.


Al llegar a casa, México noto algo "apartado" a Rusia durante todo el trayecto, sin tratar de incomodarlo con demasiadas preguntas, se acercó al más alto abrazándole por la espalda.

—Rus, ¿Qué te dijo la psicóloga?

—Oh, nada nuevo... Ya sabes —El de ushanka tomo con delicadeza el brazo de su pareja para ponerlo de frente a frente mientras se quitaba la chamarra —Todo va bien, solo necesito trabajar un poco más en mis inseguridades.

—Tú puedes bonito, sabes que siempre estoy aquí apoyándote —le ánimo él de sello de águila.

México llevaba ambas manos al rostro del euroasiatico, Rusia se inclinaba más para dedicarse a atacar con pequeños besos y caricias el rostro del latino.

—Я так люблю тебя, маленькая милая.
(Te amo muchísimo, pequeño ajolotito.)

—Yo te amo más, osito —México le plantó un beso en los labios, poco después se separaron.

Se les cruzó una cochinada a la mente al mismo tiempo.

Solo bastaba con mirarse para saber lo que querían, sin decir algo al respecto, corrieron al cuarto.
En sí, Rusia no quería pensar mucho en lo que le había dicho la psicóloga. En su mente, no debería importarle más éso, siempre y cuando fueran solo México y él.

Семейные проблемы » RusMéx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora