02: Nueva integrante.

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A la mañana siguiente, ambos países ya hacían dormido. Eran máximo las nueve con treinta a.m., los sonidos de las aves y el césped siendo cortado era lo único que se escuchaba afuera de la ventana de aquella habitación. México era el primero que se iba reincorporando poco a poco, revolviendose un poco entre las sábanas para después estirar ambos brazos, acto seguido bostezando y llegando ambas manos a su rostro y frotar sus ojos suavemente.
Con algo de pesar, se levantó de la cama, Rusia seguía dormido así que decidió no molestarle y dejarle seguir durmiendo.
Su primera parada fue al baño, tomo una toalla del closet y se disponía a arreglar el agua para darse una ducha. Mientras dejaba el agua correr para que estuviera a una temperatura ambiente, escuchó a lo lejos unos cuantos quejidos pertenecientes a un infante. Se asustó un poco y cerró la llave de la regadera por un momento, abrió la ventana del baño que daba directo al jardín, sabía que los pinos se había convertido "temporalmente" en un lugar turístico, pero no dejaban a las personas meterse a la casa o estar demasiado cerca de los alrededores. Nada, no vio nadie cerca, solo se escuchaba el viento pegar contra algunos árboles y unas cuantas cigarras cantar a su alrededor.
Algo confundido, cerró la ventana, supuso que lo habría imaginado. Antes de que volviera a abrir las llaves del agua, se volvió a escuchar un chillido, cosa, que lo hizo sobresaltar de los nervios.

—Perra madre, no dejan bañar a uno a gusto —susurró, se puso la toalla al rededor de la cadera y salió del baño.

El de sello de águila fijo su vista hacia el pasillo tratando de identificar si alguien estaba cerca o incluso tratar de averiguar de dónde provenían esos extraños sonidos. A su izquierda, era un largo pasillo con demás cuartos y a su derecha, daba a la sala de estar y el comedor.
Dejó por un momento de hacer ruido cuando otro sonido extraño se hizo presente. Venía de la derecha.
Con la intención de buscar que era el causante dé, se dirigió hacía la sala a paso veloz. Una vez estando ahí se detuvo, no había nadie a su alrededor y la vocecita que escuchaba en el baño ya no se escuchaba.
Aún así, y dispuesto a no irse hasta encontrar qué o quién estaba en su casa sin autorización, decidió dar una vuelta al rededor, buscando algo, debajo o detrás de los muebles grandes, los taburetes e incluso algunas librerías que hacían ahí solo por decoración.

—Que raro... —Se dijo a si mismo mientras intentaba convencerse de que había escuchado algo.

Algo frustrado, se sentó por un momento en uno de los sofás y dejaba escapar un gran suspiro, ponía una mano en su barbilla en plan pensativo y ponía una pierna encima de la otra. Su otra mano la dejaba descansar sobre el sillón. Estaba concentrado en descubrir que era lo que había sonado, porque sabía muy bien que lo había escuchado claramente, empezó a entrar en pánico por un momento: "No mames, ¿y si realmente los pinos lo construyeron encima de un cementerio zapoteca y apenas se están vengando?"

De repente, su mano que estaba postrada en el sillón, tuvo contacto con otra mano, una mano algo caliente a comparación de las de México, que estaban algo congeladas, además, solo tomaba parte del dedo índice. Al latino se le sintió que se le bajaba la presión, con temor, volteó su cabeza levemente para ver de qué se trataba y en su mente se repetía una y otra vez "Jesucristo en ti confío."
Cuando volteó a ver que era lo que estaba sentado junto a él, lo primero que vio fue una manta, en dónde lo único que estaba sobresaliendo una pequeña mano, pero no es como si solo fuera la mano sola, claro que también y por debajo de aquella cobija colorida había más, México decidió levantar su mano tratando de alzar un poco más la cobija y dejar al descubierto lo que sea que estaba tras está. Con la punta de sus dedos quitó parte de la manta, dejando al descubierto lo que había en esta. México palideció al instante.

Era una bebé, una niña. No era una niña cualquiera, no era una niña humana, era un país.
La pequeña tenía los colores de su al parecer respectiva bandera, la cual era blanco arriba, rojo abajo, con dos líneas por encima de sus ojitos, la primera de color verde y la segunda de color azúl. La bebé abría sus ojitos un tanto llenos de lágrimas, viendo con detenimiento a México, hasta calmandose por un instante. El latino aún no estaba reaccionando en nada, de igual forma solo veía a la infante con sorpresa.

—Buenos días Méx, ¿Cómo...? —El ruso había despertado y iba directo a desearle los buenos días a su pareja, quién lo hubiera hecho como de costumbre hasta que vio a la niña de igual forma quedándose estático por unos instantes —Voy a llamar a ONU.



»...«

Una hora más tarde, las naciones unidas llegó a casa de los ahora pareja. Tocó unas cuantas veces hasta que su puerta fue abierta por el chico de ushanka.

—Oh gracias a Dios, —Se hizo a un lado dejando pasar al tipo con unas enormes alas —el problema está en la sala.

El chico de azul solo alzó una ceja, no había tenido demasiado contexto en la llamada, solo un grito un tanto eufórico de México diciendo: "HAY UN GRAN PROBLEMA EN CASA, TIENES QUE EXPLICARNOS ESTO".

México estaba en la entrada de la sala algo desesperado, caminando de esquina a esquina, de reojo vio a ONU, se tranquilizó por un momento, viéndolo frente a frente.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que les pasa a ustedes dos? —Habló la organización, México entro primero y le hizo una seña que lo siguiera, Rusia iba detrás de ellos.

Al entrar, fue cuando ONU cambio su expresión de seria a una de asombro. A sus pies, en la alfombra cerca de uno de los sillones, hacía una niña, que jugaba con unas llaves y de vez en cuando las metía a su boca.

—¿Por qué está en el suelo?

—Empezo a llorar después de estar un rato en el sofá —Habló México.

—¿Y porque tiene unas llaves?

—No dejaba de llorar, de nuevo.

ONU miró mal a ambos, se acercó a la infante y la tomo en brazos, quitándole primero las llaves, cosa que la hizo llorar de nuevo, pero en un leve chasquido de dedos, le hizo aparecer un chupón, se lo metió a la boca e hizo que la niña dejara de llorar. Su siguiente paso era sacar un libro, casi enorme, se ponía sus gafas y se ponía a hacer una breve investigación de todos los países que existían en todo el mundo, exactamente, se detenían en la última página de este.

—Felicidades, tienen una hija.

Семейные проблемы » RusMéx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora