El 4 de diciembre de ese mismo año, Lousianna Hollow, una mujer sin esperanzas de tener hijos me adoptó. Era una mujer de unos 30 años, con el cabello marrón y los ojos más sinceros que nunca vi en la vida. Había adoptado a Christopher y Eric Hollow, huérfanos también. Eran hermanos, Christopher era rubio, con ojos azules y Eric tenía el cabello cobrizo con ojos verdes. Según Lousianna cada quien saco una cosa de sus padres, quienes fallecieron en un accidente automovilístico.
Cómo todos los niños adoptados, tenía miedo a no ser aceptada, pero no fue así, desde que llegué a esa pequeña casa amarilla fui querida por Ben, el esposo de Lousianna, Chris y Eric Hollow.
Los años pasaron y yo tenía una familia, no como la imaginé, pero la tenía. Era el cumpleaños número 13 de Chris, quien me llevaba 3 años, aquella pequeña casa amarilla estaba repleta de amigos y conocidos del festejado. Ese día fue la primera vez que experimentaba el miedo, la preocupación a otras personas; El idiota de Eric se tragó una canica, lo cual lo puso del color de un betabel.
Lousianna era mi persona favorita en la vida, siempre me preguntaba cómo es que amaba a tres niños que no crecieron en sus entrañas, como podía ser feliz con el hecho de que no sentiría ‘’pataditas’’ dentro de ella jamás, no entendía un hijo adoptado puede crecer en tu corazón, como ella decía. Entendí cuando cumplí 14 años de edad.
Una caída, sangre, mucha, mucha sangre me hicieron entender el dolor de Lousi. El doctor dijo que nunca iba a poder tener hijos, en el interior estaba destrozada y quizá no hubiera podido salir adelante sin mi familia.
A los 15 años me la pasaba en fiestas, mientras Christopher de 18, se la vivía en casa haciendo cosas del colegio. Eric, era como mi mellizo, sólo que me llevaba 1 año de diferencia. Siempre me acompañaba a las fiestas.
Elizabeth Mathers, la chica que vivía en la gigantesca casa magenta de alado, era algo así como mi mejor amiga. Solíamos jugar durante horas cuando teníamos 3 años en el jardín de su casa con nuestras muñecas, pero conforme fuimos creciendo nos fuimos uniendo, nos guardábamos secretos, íbamos a un café todos los viernes sólo para ver a los chicos. Cuando cumplimos 15 no había fuerza humana que nos separara.
Una noche antes de Halloween, Elizabeth, Eric y yo fuimos a una fiesta. Tyler McCoy, el tipo con el que las niñas soñaban, el chico de 18 años más hermoso que vi jamás, estaba ahí. Christopher hablaba muy bien con él y yo ya había salido con él algunas veces, pero una niña de 15 no lo conquistaría. Tyler era alto, muy, muy alto, tenía los ojos grises, nunca había visto su abdomen, pero juraría que estaba marcado. Sus brazos eran perfectos para dar un abrazo.
McCoy estaba en la barra, solo. Decidí acercarme a saludar.
-Hola.- Sonreí. Jesús, Caroline, Caroline, Caroline… Así jamás estará a tus pies.
-¡Ojos de botón!- Me abrazó. Solía llamarme así por una película de Tim Burton. Reí, tenía tiempo que nadie me decía de esa manera.
-¿Cómo has estado, McCoy? ¿Cómo va la milicia?- Tyler era voluntario en la marina, así que pasaba muy poco tiempo en su hogar, casi siempre estaba en ‘’misiones’’ lejos de aquí.
Por una extraña razón su rostro se puso totalmente serio. – No va mal, pero pienso dejarlo ya. Extraño aquí. Te extraño a ti.
Mi corazón latió a mil por segundo, puedo asegurar que mis mejillas se enrojecieron y mis pupilas se dilataron. Después, a mi mente vino la idea que estaba ebrio, no sabía lo que decía, así que actúe normal.
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Without me.
Random**Prólogo.** ¿En la vida aprendes a patear o eres pateado? ¿La vida se trata de vivir a beneficio del otro? ¿Por qué hay personas que sólo esperan que caigas para pisotearte? ¿Realmente tenemos que vivir para complacer a los demás o a quién debemos...