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Después de un año de amistad con Moonbin, decidió invitarlo a su casa para hacer tareas juntos, aunque el pelinegro iba un año delante. El rubio estaba muy emocionado porque por fin podría invitar a alguien a su casa, más que todo porque ese día su madre no estaría.

Que equivocado estaba.

Dongmin dejó pasar a Moonbin a su casa, pero grade fue su sorpresa cuando encontró latas de cerveza tiradas en todo el suelo de la cocina, se supone que su madre no estaría ahí, un sentimiento de miedo e incomodidad invadió su pecho. 

-¡Dongmin!.-gritó la mujer desde la cocina.- ¿Por qué vienes tan tarde?

-Mamá... Pensé que no estarías.- dijo con nerviosismo viendo a su madre que estaba hecha un desastre.

-Pues resulta que si estoy, niño estúpido.- escupe con odio la mujer.

Dongmin no podía sentir más vergüenza , Moonbin estaba presenciando toda la escena, las ganas de llorar aparecieron, pero tenía que ser fuerte.

-Traje a un amigo...- dijo con voz suave el rubio.

-Sí sí, como sea.- espetó haciendo un gesto con su mano de desinterés.- Iré a dormir, limpia todo esto y no me molestes, detesto escuchar tu voz.- la mujer se levantó dejando basura en todos lados, encaminándose a su habitación con una botella de alcohol en sus manos.

 Moonbin estaba perplejo, nunca imaginó que la madre de su amigo lo tratara de esa manera, quiso hacer algo al respecto pero sentía miedo de meterse en donde no le había llamando.

-Oye... si quieres puedes subir a mi habitación, es la segunda al subir las escaleras, subiré en un momento.- le dijo Dongmin con una sonrisa, como si no pasara nada.

Luego de eso, agarró una bolsa plástica color rojo, y empezó a limpiar la cocina, recogiendo cada cosa que había en el suelo y en la mesa del comedor, todo era muy desastroso, incluso había una montaña de platos sin lavar.

Moonbin dobló las mangas de su camisa del uniforme, dejó su mochila a un lado y se dirigió al lava trastes.

-No es necesario que lo hagas, ya casi termino de limpiar para hacer eso.- dijo Dongmin con un poco de vergüenza.

-No te preocupes, hago esto en casa todos los días.- le sonríe al menor con amabilidad.

De alguna forma, Moonbin quiso mostrarle apoyo, le parecía increíble que su amigo a sus cortos años su mamá lo tratara de esa forma, totalmente contrario a él que su madre le daba mucho amor. Por eso se propuso a estar para él cada día de su vida, para darle el cariño que no recibía en su familia.

Al terminar de limpiar todo, ambos subieron a la habitación del rubio con comida chatarra en sus manos, Moonbin se acomodó en la cama, mientras que Dongmin simplemente se quedó parado frente a la puerta, tratando de retener la tristeza que estaba sintiendo.

-Min, ¿vienes?.- dijo Moonbin palmeando el espacio vació a su lado

-Tu habitación es realmente bonita, limpia y ordenada. No como la mía es un desastre.- ríe el pelinegro.

Dongmin se giro hacia su amigo y río junto a él, sintiéndose un poco más calmado.

Se quitó sus zapatos y se sentó junto a Moonbin que ya se encontraba comiendo unos dulces. Estuvieron en silencio por un tiempo, simplemente escuchando música del reproductor del rubio. Moonbin aún se sentía mal por su amigo, así que pensó en una mejor manera para animarlo.

-¡Guerra de almohodas!.- gritó el pelinegro, golpeando el delgado cuerpo de Dongmin con una de sus almohadas.

-¡Oye!.- se quejó el menor, tomando otra almohada y golpeando al otro de la misma manera.

𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐥𝐮𝐛 𝐁𝐨𝐲 / 𝐁𝐢𝐧𝐰𝐨𝐨- 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora