Prefacio

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—Vamos mételo —dice Sandi que esta a gatas en la cama.

—Ok, pero no me hago responsable por el dolor —intenta contestarme, pero gime tan fuerte cuando le meto ambos dildos en la vagina, giro mi cabeza al ver que lo disfruta.

—Quiero más Prince por favor no te detengas continúa moviendo tus manos.

Y eso hago le obedezco como un estúpido porque quitarle la virginidad a una de las abejas reinas de la universidad no sucede todos los días. En realidad a mi si y todo por mi reputación, una que he formado desde que estudio economía en esta mierda de instituto que admite corbatas e idioteces.

— ¡Prince! Siento que voy a llegar siento que ya no puedo mas —chilla la hermosa rubia que estoy desvirgando, me gusta ver y conservar el delicioso néctar de las sensaciones ajenas por muy placentera o mala que pueda ser.

Ella se sacude al sentir ambos dildos apretados entre sus piernas temblorosas, estoy de pie apretando con fuerza con una fuerte erección y le doy una fuerte nalgada para completar su placer. Grita tan fuerte que debo estar seguro de no atraer a su novio Will, pero entonces escucho pasos en las escaleras y la puerta se abre de golpe.

— ¿Qué mierda es esta? —exclama el novio enfurecido así que suelto ambos consoladores y salgo por la otra puerta. Bajo a toda prisa para escapar de una paliza y golpeo el brazo de una de mis amigos.

— ¿Prince? ¡Porque lo haces! —arroja el trago de tequila al piso y corre conmigo.

No soy millonario ni el más elocuente lo que si soy es muy atractivo y ardiente, atributos que a toda mujer le encanta, todas ellas sueñan con tener a un hombre como yo entre sus piernas debajo de las sabanas un viernes por la noche, ya que soy capaz de cumplir fantasías que ni ellas saben que existen en sus mentes.

Relatos perversos de PrinceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora