Las mágicas aventuras del gato fantástico

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Las mágicas aventuras del gato fantástico

La joven se hallaba nerviosa, algo agobiada. Maldecía con todas sus fuerzas el no poder descansar por completo en aquellas cortas, pero tan necesarias vacaciones.

"Que rápido pasaba el tiempo", pensó, tan solo hacía 6 días que había acabado la escuela y ya solo faltaban dos para tener que volver. Se echó las manos a la cabeza intentando aclarar sus pensamientos. Había tantas tareas por acabar... estudiar para el examen que tenía tan solo finalizar las fiestas, los deberes de matemáticas, los de ciencias y, lo que le había llevado tanto tiempo, la redacción de lengua. Estaba sin ideas, como un papel en blanco, la típica crisis del escritor. Recostada sobre su escritorio sujetaba un lápiz con el pulgar y el índice, jugando con él por puro nerviosismo. Volvió a buscar entre sus pensamientos, no, nada, nada de nada.

Suspiró escondiendo la cabeza entre los brazos, la rabia le invadía por dentro. Con lo fácil que se le hacía escribir redacciones y lo que le estaba costando redactar esta.¿Qué iba a hacer? Al día siguiente se marchaba con sus padres de vacaciones, así que no podría escribir nada. Sopesó la idea de terminar la composición el lunes, ya que volvía de su viaje... Pero ese día lo quería dedicar prácticamente al estudio, así que, disponía tan solo de una tarde para finiquitar el asunto.

"Un relato de aventuras... Relato, aventuras... mmm....." se dijo para sí cerrando los ojos, deseaba que en ese momento algún duendecillo mágico le diera la idea perfecta. Los abrió lentamente, aspirando a encontrarse el trabajo recién hecho encima de su mesa. Pero los milagros no existían y tuvo que volver a la realidad.

Unos ruidos procedentes de la puerta la hicieron sobresaltarse, se incorporó rápidamente para girar el picaporte haciendo que de ella se asomara una cabecita peluda adornada con unos grandes ojos marrones. El pequeño animal se deslizó con sutileza por la obertura y entró en la habitación. La joven sonrió al observarlo.

-Yaky, minino... mishi mishi- Lo llamaba haciendo señas con las manos para indicarle que subiera sobre sus piernas.

El animal pareció entender las señales y trepó hacia sus muslos.

-Bff... ¿Que voy a hacer? - Le preguntó inocentemente a su mascota -¿Tienes alguna idea para mí? - La chica lo acariciaba dulcemente mientras el gato ronroneaba disfrutando de la atención.

Con un suspiro intentó volver a sus asuntos, no podía permitirse perder más tiempo con distracciones.

-Hay muchas cosas sobre las que puedes hacer la redacción...

Un grito ahogado surgió de la garganta de la castaña, que en acto reflejo se había subido encima de la silla giratoria, haciendo que el pequeño animal cayera al suelo. - ¿Qu..Quien h..ha dicho eso? - Dijo desconcertada, con un hilo de voz y el rostro totalmente pálido.

-Sí, la puedes hacer sobre un navío, un ladrón, un servidor... Sí, te quedaría fantástica si la hicieras sobre mí... Ya me veo en las carteleras del cine, me volvería famoso, apuesto a que todos se enamorarían de mi belleza, soy tan adorable...- Los ojos de la joven se abrieron cada vez más, una mueca de horror se dibujó en su rostro al averiguar, que la voz que le había hablado hacía unos segundos, procedía de la boca de su pequeña mascota. -Oh vamos, no te asustes, ni que fuera la primera vez que ves a un gato hablar... Ah no, es verdad... ¿Para ti es algo inusual no?- Dijo el animal mientras se estiraba perezosamente -Te daré unos segundos, para que te calmes- Añadió sentándose en el suelo observándola detenidamente.

El cuerpo de la chica se había vuelto cada vez más rígido, formando una pose totalmente defensiva. Poco a poco fue desmontando su armadura, eso sí, el corazón le latía a mil por hora.

-Tu... Desde.. ¿Desde cuando hablas? - Logró decir al cabo de un rato

-Desde siempre, todos los gatos hablamos- Respondió el animal aún sentado en el suelo.

-¿Y.. Y por qué no me has dicho nunca nada? - Preguntó la adolescente incrédula, acomodándose de nuevo, en la silla.

--Tampoco tenía nada que decir- Dijo tranquilamente mientras se acicalaba.

La respuesta la dejó algo aturdida, tenía bastante información que asimilar. El simple hecho de averiguar que los gatos podían hablar como las personas era absolutamente... Inquietante.

El silencio invadió la habitación, sus miradas se mantenían firmes sosteniendo una a la otra.

-Bueno, veo que esa redacción es un problema... Ya te digo, que si la hicieras sobre mí, te llevarías un Óscar- Exclamó el peludo con aire altivo.

-No creo que gane un Óscar por una simple redacción Yaky... - Susurró divertida la muchacha

- ¿Cómo qué no? ¡Si salgo yo seguro! Espera que me viene la inspiración- Exclamó cerrando los ojos con fuerza - ¡Lo veo! "Las mágicas aventuras del gato fantástico" - Añadió con movimientos totalmente exagerados- sí, eso sí. Ohh.. Seguro que triunfa, ¿Lo estas apuntando?

La joven rio, casi a carcajadas, imaginando en el cine tal espectáculo.

- ¿Lo estas apuntando o no? - Preguntó impaciente el felino.

- ¿Ehh? Emm... Si si, ahora lo apunto - Respondió entre risas

-Apurando que es gerundio - Dijo el minino dirigiéndose hacia el pequeño cojín depositado especialmente en el suelo para él. En el cual se acomodó - ¿Ya? - La joven asintió mientras acababa de plasmar en el papel las ideas de su pícaro amigo -Sigamos por lo que estábamos, los focos, las cámaras, yo... ¡aix si tuviera 20 años menos y un cuerpo humano!

- ¿Espera has dicho 20 años? - Dijo asombrada la chica

-Shht, que me espantas las ideas- Replicó el gato

-Está bien está bien...

El animal siguió hablando, contándole miles de historias curiosas y enrevesadas sobre su larga y apasionante existencia. La joven se asombraba al escuchar algunos de los capítulos de esta, ¿cómo un gato podía tener una vida más apasionante que la suya? Al cabo de un tiempo, la voz de su querido amigo se iba volviendo cada vez más débil, sus parpados le pesaban, hasta el punto en el cual, no quiso volver a abrirlos. La negrura la iba invadiendo poco a poco y su cuerpo se quería dejar acunar por ella.

Se despertó sobresaltada, algo desconcertada. Un rio de saliva le había recorrido la mejilla y una sensación de cansancio la dominaba. Enseguida se dio cuenta de que se había quedado dormida. Las manchas de boli por toda la cara la delataban. Examinó la habitación deprisa y con entusiasmo, suspirando al verle.

Lentamente se acercó a él y con recelo le acarició el lomo, necesitaba saber si de verdad había ocurrido. El animal maulló perezosamente y acto seguido volvió a su profundo y placentero sueño. Su rostro dejó ver pequeños indicios de desilusión. Estaba claro, un gato que te empezaba a hablar sobre su estrellato en Hollywood no podía ser real.

Se llevó las manos a la cabeza, derrotada por el sueño. "Y aún sigo sin tener idea para la redacción" pensó. Entonces, la inspiración llegó a ella como un flechazo del mismísimo cupido. Le faltaron segundos para alcanzar el portátil y comenzar a teclear lo que, según su querido amigo, sería el próximo éxito internacional. Se estiró para desperezarse y escribió, con orgullo, lo que sería el principio de su tan ansiado relato, el título. "Las mágicas aventuras del gato fantástico"

Las mágicas aventuras del gato fantástcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora