MARÍA EN LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS DE LOS SIGLOS II-III

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Inicialmente los evangelios apó­crifos no tuvieron el sentido de textos falsificados o adulterados que hoy tie­nen, sino, más bien, el sentido de algo escondido, sustraído a las miradas de los profanos, conocido sólo por los especialistas de doctrinas secretas, especialmente esotéricas, venidas de Oriente. Estos libros gozaban de gran estima entre los cristianos, aunque no perteneciesen a la literatura oficial o canónica de la Gran Iglesia provenien­te de la gentilidad. De hecho, no existe ningún documento eclesiástico que los condene. Aun el mismo Decreto Gelasiano, "De libris recipiendis et non recipiendis", redactado hacía el año 500, no tiene carácter oficial.

La literatura apócrifa refleja muy raramente doctrinas heréticas. Está fundada, más bien, en la tradición oral y escrita guardada por los movimien­tos esotéricos de matriz judeo-cristia­na y encratita. De aquí que penetrase también entre los fieles de la Gran Iglesia, sobre todo en la liturgia, en el arte y en la devoción.

REINA DE REINAS: LA VIRGEN MARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora