...
Me vino justo, otro día más llegaba a Alemán después de la profesora, no me gustaba nada no ser puntual y sin embargo los jueves no se si era por el tráfico, porque coincidía el turno de de noche de la fábrica que ese día salía más tarde y colapsaba el autobús, por que los días de lluvia todo el mundo parecía sacar el coche o por todo un poco, pero había vuelto a llegar tarde. Mi profesora, Rosa, me dijo que no volviera a llegar tarde, que si lo hacía una vez más me tendría que amonestar, mientras la escuchaba iba hacia mi sitio, me quitaba el abrigo y ya estaba sacando el libro de texto de la asignatura. Una vez más había tenido que correr.
Ella pasaba lista y yo, mientras, la miraba. Rosa era una buena profesora, se esforzaba en que aprendiéramos y asimiláramos cada lección, en que no se quedara ninguna duda sin resolver, en que cada alumno siguiera el ritmo de toda la clase. Joven, sonriente y con un gran dominio de su asignatura, a veces todos los quedábamos embelesados escuchando sus lecturas. Me gustaba su interés, su sonrisa y cómo explicaba, me gustaba como se movía por la clase y atendía a todos, cómo inspiraba confianza y cómo sabía ser a la vez cercana y mantener el orden.
Más de una vez pensaba que cuando pasarán los años y me convirtiera en una adulta me gustaría ser como ella y transmitir la seguridad en sí misma que ella mostraba. ... Estaba hablando con Julia, contándole cómo nos había ido la clase de Rosa, cómo nos había dicho cuando tendríamos el próximo examen y los dos libros que teníamos que leer para prepararlo, el resto de las clases no nos habían dejado ninguna novedad, repasar los deberes, avanzar en las explicaciones, poner más deberes, descansar y vuelta a empezar con la siguiente asignatura, pero de Alemán ya teníamos fecha de examen y eso era toda una novedad cada trimestre, los primeros exámenes marcaban un cambio de ritmo, marcaban el comienzo de un nuevo sprint en el que intensificar el esfuerzo y redoblar las horas de estudio.
Sabía que Julia volvería a sacar sobresalientes en todas las asignaturas, que no bajaría del diez en ninguna de ellas por mucho que ella dijera que le costaba estudiar, por mucho que siempre dijera que había estudiado poco, desde que yo podía recordar, y habíamos compartido clase ya cuando comenzábamos primaria, ella siempre había sacado diez, era increíble, la admiraba y a la vez me daba un poco de envidia cuando pensaba lo que yo tenía que esforzarme para lograr un simple aprobado.
Mientras estos pensamientos me distraían Sabrina me devolvió a la realidad, mi nombre en su voz y el aviso de que si no me daba prisa se me escaparía el autobús hicieron que empezara a correr hacia la parada que siguiera a Julia y subiéramos al 47 para ir a casa. Nos despedíamos de Sabrina, a través del mojado cristal le hacíamos señas con la mano, le intentaba transmitir que la llamaría cuando llegara a casa, que luego hablaríamos, no sabía que cuando lo hiciera sólo podría hablar con su madre preocupada, que al día siguiente la desaparición de Sabrina sería titular en los periódicos locales, que durante semanas su búsqueda sería tema de los telediarios y que nunca más volvería a ver a mi amiga...
"Tiemblo cada vez más y sin querer dejo escapar un grito.
Suena un estruendo.
Siento otro en mi interior.
Me arde la sien, mis ojos se tiñen de rojo, el aire deja de entrar en mis pulmones.
No veo nada.
Escucho pasos lejanos y algún murmullo.
Todo está oscuro. No se escucha nada. No siento nada.
Todo se ha acabado."
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Un adiós a través de la oscuridad
Mystery / ThrillerUna chica desaparece en extrañas circunstancias. Nadie sabe nada de ella. ¿Dónde estará? ¿Seguirá viva? Sus padres, amigos, y terceras personas, aparecerán y se verán involucrados en su búsqueda. ¿Encontrarán algún indicio de su paradero?